CARLOS, tras tomar Pamplona, llega a la plaza fuerte de Zaragoza. El gobernador musulmán no rinde la plaza, a pesar de su promesa a CARLOS de hacerlo si éste se ofrece a defenderlo del emir de Córdoba, lo que motiva el inicio de un largo asedio.

Debido a la complejidad que supone el largo asedio de Zaragoza, ciudad muy fortificada, con un ejército tan alejado de su centro logístico, CARLOS decide desistir. Por otra parte, las noticias que llegan procedentes de Sajonia -otro frente que tiene abierto CARLOS- no son muy halagüeñas por lo que CARLOS decide retirarse a Francia a través del desfiladero navarro de Roncesvalles dejando para mejor momento la formación de la marca. El 15 de agosto de 778 la retaguardia del ejército franco sufre una emboscada por parte de grupos de vascones organizados para vengar la destrucción de Pamplona, que están esperando en el paso de Orreaga (Roncesvalles, Navarra). Mediante rocas lanzadas desde los montes circundantes, hacia el sendero en el que se encuentra el ejército franco dirigido por ROLANDO (Roland), prefecto de la marca de Bretaña y sobrino de CARLOS, acaban con él. Cuando la vanguardia quiere reaccionar, los asaltantes huyen aprovechando lo escarpado del terreno y la oscuridad de la noche.

La dramática salida de CARLOS y de su sobrino Roland hacia Francia así como la derrota del ejército imperial carolingio (el ejército más poderoso de Europa en aquella época) a manos de los vascones, dará lugar al famoso cantar de gesta titulado “La chanson de Roland”, (La más antigua obra maestra de la literatura francesa, fechable en 1090). En el enclave navarro de Roncesvalles se conserva un edificio conocido como el “Silo de Carlomagno” donde la tradición cuenta que están enterrados los huesos de los muertos en esta batalla. Más fácil es de creer que la cantidad de restos que se conservan en este lugar proceden de los cuerpos de los peregrinos enfermos que posteriormente fallecieron por estos lugares de acceso al Camino de Santiago. (Hay algunos historiadores que opinan que la batalla se libra en el valle aragonés de Echo, en un paraje aguas arriba de la llamada “Boca del Infierno”. Resumiendo, que los navarros dicen que la batalla en la que murió Roldán ocurre en Roncesvalles y los aragoneses en Echo).

LUIS I el Piadoso, hijo de CARLOS (Carlomagno) es consagrado, con solo tres años, rey de Aquitania. Este reino de Aquitania, enteramente sometido a la autoridad de CARLOS, va del Loira al Languedoc y tiene dos capitales: Burdeos y Toulouse. Engloba, por tanto, Vasconia, y Carlomagno espera así “diluir” la identidad vascona. Queda, por tanto, un bastión difícil a traer al orden, los Pirineos. Como consecuencia de revueltas incesantes de los vascones, CARLOS se alía al rey de Asturias, con la esperanza de dominar a los vascones, pero el rey de Asturias tiene otros asuntos más urgentes y amenazantes, los musulmanes establecidos al sur.

Puede que la principal figura intelectual del Renacimiento carolingio sea el anglosajón ALCUINO de York, discípulo de BEDA el Venerable, el gran santo e historiador eclesiástico, poseedor de una de las mentes más extraordinarias de su época. ALCUINO es diácono y director de la escuela de la catedral de York, antes de convertirse en abad del monasterio de San Martín de Tours. Es nombrado para el cargo por el propio CARLOS en 781, cuando ambos se conocen con motivo de un breve viaje de ALCUINO a Italia. Además de por sus conocimientos en muy diversas materias, ALCUINO de York destaca como profesor de latín, luego de asimilar los excelentes métodos de sus predecesores irlandeses y anglosajones.

Una vez sofocados todos los fuegos en Italia, CARLOS impone a su hijo PIPINO como rey de Italia. CARLOS llega a un acuerdo territorial con el papa ADRIANO I: el rey reconoce al pontífice la soberanía sobre los territorios entregados a la Iglesia por sus antecesores y, a su vez, ADRIANO I reconoce a los hijos de CARLOS, PIPINO (nacido en 773) rey de Italia (781-810), y LUIS I el Piadoso (nacido en 778) rey de Aquitania (781-817).

CARLOS, rey de los francos, destina mayores esfuerzos a combatir a los sajones que con Witikind al frente se ha levantado en armas. La delimitación de fronteras -donde se producen continuos enfrentamientos- y cuestiones religiosas -los sajones se muestran hostiles al catolicismo al considerarlo un elemento de penetración franca”- son las causas de la guerra. Los cronistas hacen referencia a 33 años consecutivos de lucha, manifestando que los sajones nunca cumplen los tratados y las rendiciones firmados. CARLOS se pone en varias ocasiones al frente de su ejército para luchar contra el peligro sajón, confiando también las tropas a los condes cuando otros asuntos requieren su presencia. La represión de CARLOS es cruel y la Iglesia la desaprueba completamente.

A la muerte, en la fecha, de Hildelgarda, esposa de CARLOS, rey de los francos, éste se casa con Fastrada, de origen germánico, con quien al menos tendrá dos hijas: Teodorada y Hiltrudis mientras que una concubina le daba otra hija de nombre Rodaida.

Los ávaros, emparentados con los hunos, se convierten espontáneamente al cristianismo al ser sometidos por CARLOS.

CARLOS, rey de los francos, somete definitivamente a los frisones, que quedan así incorporados a su Imperio.