CÁTAROS O ALBIGENSES (Herejes maniqueos)

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La cruzada albigense (denominación derivada de Albi, ciudad situada en el suroeste de Francia), también conocida como cruzada contra los cátaros, fue un conflicto armado que tuvo lugar entre los años 1209 y 1244, por iniciativa del papa Inocencio III con el apoyo de la dinastía de los Capetos (reyes de Francia en la época), con el fin de reducir por la fuerza el catarismo, un movimiento religioso calificado como herejía por la Iglesia católica y asentado desde el siglo XII en los territorios feudales del Languedoc, favoreciendo la expansión hacia el sur de las posesiones de la monarquía capetana y sus vasallos.

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El europeo medieval se considera no como súbdito de tal o cual Estado, sino como cristiano.


Una tendencia fundamentalista gana influencia en la mentalidad de los cristianos, según la Iglesia va empapando de su doctrina a toda la sociedad Occidental. Formando su doctrina inconscientemente parte de las leyes, costumbres y modos de vivir de Europa, se acepta sin discusión tanto por el elemento secular como por el religioso. El europeo medieval se considera en cualquier país no como súbdito de tal o cual Estado, sino como cristiano. Su fe es un don de Dios; su raza, su nacionalidad, un mero accidente.

A mediados del siglo XII, los príncipes europeos establecen una auténtica inquisición seglar.


En los comienzos de la Iglesia la pena habitual por herejía era la excomunión. Cuando los emperadores romanos convierten el cristianismo en religión estatal en el siglo IV, los herejes empiezan a considerarse enemigos del Estado. Ante la doctrina albigense, que no coincide con los puntos de vista de la Iglesia católica con relación al matrimonio y otras instituciones de la sociedad, el papa Inocencio III organiza una cruzada contra sus seguidores promulgando una legislación punitiva contra los mismos. Los príncipes entran resueltamente en la campaña de represión y encienden hogueras en Francia, Alemania, Italia y Flandes, inquiriendo o buscando por sí mismos a los herejes. Con ello queda establecida una inquisición seglar, llena de inconvenientes, pues no siempre los jueces seglares están suficientemente preparados en materia teológica.

El Concilio de Tours denuncia, por fin, el progreso amenazante de una nueva herejía refiriéndose concretamente a los cátaros.


El Concilio de Tours, celebrado este año, denuncia, por fin, el progreso amenazante de una nueva herejía y se refiere concretamente a los cátaros. Así, pues, en este Concilio, para decirlo gráficamente, se toma nota, por primera vez, de su existencia. En efecto,  en aquella imponente asamblea, los 17 cardenales, 124 obispos, el centenar de abades y el gran número de eclesiásticos y laicos que la componían, unánimemente expresaron su horror por la herejía que se había propagado como un cáncer por toda la Gascuña. Por consiguiente, se prescribió a los obispos que lanzasen el anatema contra cuantos permitiesen a los herejes permanecer en sus países o entablasen con ellos negocio de compra o venta de mercancías; así se esperaba se verían los herejes obligados a abjurar sus errores. En cuanto a los príncipes y señores temporales, se les ordenó que pusiesen en la cárcel a los herejes y confiscasen sus bienes. También en 1165 y posteriormente en otras ocasiones (1204, 1205, 1206,1207), se celebrarán una serie de coloquios entre las más altas jerarquías de la Iglesia cátara y diversos obispos o arzobispos católicos a fin de encontrar alguna salida a la difícil situación creada.

Concilio de Lombers, cerca de Albi. Son condenados los maniqueos.


Concilio de Lombers, cerca de Albi. Conocido como Concilio Lumbariense. Presidía el arzobispo de Narbona, Pons de Arsac. Son condenados los maniqueos (Posteriormente cátaros y valdenses)

En el concilio cátaro de San Félix de Lauraguès y que será el único de su historia, se organiza la Iglesia cátara occitana.


La Iglesia cátara está organizada en obispados independientes entre sí. Su jerarquía está encabezada, pues, por un obispo y sus sucesores y a continuación hay los perfectos y los diáconos. La esencia de la Iglesia son los perfectos, asimilables a los sacerdotes católicos, pero con un tipo de acción más libre. El primer obispado que conocemos es el de Albí. En el concilio cátaro de San Félix de Lauraguès, que se celebra este año, y que será el único de su historia, se organiza la Iglesia cátara occitana y se añade al obispado de Albí las nuevas sedes de Carcassonna, Tolosa y Agen. Este concilio está presidido por Nicetas, el obispo cátaro de Constantinopla.

En el Languedoc domina la dinastía de los RAMON (Raimundo), la casa de Tolosa.


En el Languedoc domina la dinastía de los RAMON (Raimundo), la casa de Tolosa. El conde RAMON V de Tolosa escribe este año que la herejía de los cátaros -o sea, los maniqueos de Languedoc- ha penetrado en todas partes, separando al marido de la mujer, al hijo de su padre, corrompiendo incluso a muchos sacerdotes y haciendo que las iglesias sean abandonadas. Donde se implanta esta herejía, degeneran los hombres a un estado de extraordinario salvajismo. Por otra parte, hace unos años que han aparecido también los “valdenses” pretendiendo, como los cátaros, que ellos son los verdaderos cristianos y sucesores de los apóstoles. No obedecen a más autoridad que a la de Dios, que, como varones santos y perfectos, pretenden recibir directamente.

El Concilio de Letrán, fulmina el anatema contra los que públicamente enseñan la doctrina de los cátaros en el sur de Francia.


El último capítulo del III Concilio de Letrán (XI Concilio Ecuménico), fulmina el anatema contra los que públicamente enseñan la doctrina de los cátaros y seducen a muchos cristianos en el sur de Francia. Concretamente, el canon 27, dice: \”aunque la disciplina eclesiástica, contenida en el juicio de sacerdotes, no dispone de castigos cruentos, sin embargo, recibe ayuda de las constituciones de los príncipes católicos para que los hombres, temiendo que les sobrevenga un castigo corporal, piensen y busquen remedios salvadores… Por consiguiente ya que en las ciudades de Gasconia, Albí, en partes de Tolosa y otros lugares, la dañosa perversidad de los herejes, llamados por unos cátaros, por otros patarenos, por otros pulivanos y por otros, con nombres distintos, de tal manera ha comenzado a hacer progresos, que algunos de ellos ya no practican en oculto su maldad, sino que manifiestan públicamente su error y atraen a su parecer a los sencillos y débiles: decretamos que estén sujetos a anatema no solamente estos herejes, sino que también lo estén sus defensores o encubridores; y prohibimos además bajo anatema que nadie presuma tenerlos en su casa o tierra ni fomentar ni ejercer con ellos negocio alguno\”.

El Papa ALEJANDRO III encarga a los cistercienses una predicación contra los cátaros.


Por otra parte, el Papa ALEJANDRO III encarga a los cistercienses una predicación contra los cátaros, pero sin dejar de exhortar a los nobles a tomar las armas para la defensa del pueblo fiel contra los herejes. El fundamentalismo cristiano medieval ha convertido al hereje en el máximo delincuente social. El rey recibe su autoridad de Dios; por lo tanto el hereje amenaza con su disidencia no sólo el orden religioso sino el orden civil y la estabilidad del Estado. Es natural, pues, que los reyes y los nobles colaboren en la labor de represión.

En el seno de la Iglesia, se observa alguna divergencia respecto a la pena de muerte para reprimir la herejía.


Las más elevadas autoridades de la Iglesia reconocen que los escándalos de ésta son sino la causa, la justificación de las herejías que aqui y allá van surgiendo con más o menos fuerza, con más o menos convencimiento. La vida depravada del clero, su ignorancia, sus errores, su frivolidad en la predicación, su desprecio a los sacramentos, y el odio que generalmente inspira la clerecía a los fieles, son varios de los motivos del éxito que experimentan las sectas entre los fieles. También, en el seno de la Iglesia, se observa alguna divergencia respecto a la persecución y, sobre todo, acerca de la pena de muerte para reprimir la herejía. Del seno de la Iglesia surgen algunos héroes que sin salirse de la verdadera ortodoxia buscan nuevas formas de vida: FOLCH de Neuilly, el catalán DURÁN de Jesca, FRANCISCO de Asís, DOMINGO de Guzmán, etc, etc.

Ad abolendam se convierte en el embrión del futuro Tribunal de la Santa Inquisición y del Santo Oficio.


El Concilio de Verona al que asiste el emperador FEDERICO I Barbarroja- y en el edicto Ad abolendam expedido por el papa LUCIO III (1181-1185) contra los cátaros y lo valdenses, se fija las primeras disposiciones del recientemente creado tribunal permanente contra los herejes: tribunal episcopal. Así, se decreta: que los condes, barones y otros señores juren ayudar a la Iglesia a descubrir y castigar a los heresiarcas (autores de las herejías), so pena de ser excomulgados y perder sus bienes y derechos; que los demás prometan también bajo juramento denunciar al obispo o delegados, a todas las personas que se sospeche vivan en la herejía o formen parte de sociedades secretas; que los obispos visiten dos veces al año todas las ciudades y aldeas de su diócesis para descubrir a los sacrílegos; que se entreguen al brazo secular a todos los que sean declarados herejes por los obispos y que no confiesen su crimen; y también, que sean declarados infames para siempre y despojados de sus empleos.