CÁTAROS O ALBIGENSES (Herejes maniqueos)

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La cruzada albigense (denominación derivada de Albi, ciudad situada en el suroeste de Francia), también conocida como cruzada contra los cátaros, fue un conflicto armado que tuvo lugar entre los años 1209 y 1244, por iniciativa del papa Inocencio III con el apoyo de la dinastía de los Capetos (reyes de Francia en la época), con el fin de reducir por la fuerza el catarismo, un movimiento religioso calificado como herejía por la Iglesia católica y asentado desde el siglo XII en los territorios feudales del Languedoc, favoreciendo la expansión hacia el sur de las posesiones de la monarquía capetana y sus vasallos.

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Queda instituido el Tribunal de la Inquisición en Barcelona para evitar la propagación del catarismo.


En la fecha, queda instituido el Tribunal de la Inquisición en Barcelona en virtud del Breve dirigido el año anterior por GREGORIO IX al arzobispo ASPARGO, de Tarragona, en el que se le manda que para evitar la propagación de la herejía cátara proceda contra los favorecedores, defensores y ocultadores de los herejes. Poco a poco se irá introduciendo en la Corona de Aragón. Castilla, León y Andalucía cristiana como tienen escasísima relación con el sur de Francia de donde viene a Aragón la doctrina de los cátaros y valdenses no es necesaria la erección de tribunales constantes para los raros casos que en estos reinos ocurren. La Inquisición catalana tenía un funcionamiento muy especial sobre todo por lo que respecta a su actuación con los judíos. No hay constancia, o al menos no la hemos encontrado, de ninguna condena a muerte por el tribunal de la Inquisición en Catalunya desde la época de Jaime I hasta los Reyes católicos.

Los dominicos toman a su cargo el aspecto doctrinal y legal de la Inquisición.


Los obispos de estos tiempos, son en su mayoría personas ignorantes por lo que su labor para hacer desistir a los herejes progresa lentamente y en cambio las herejías se extienden con rapidez. En vista de la poca eficacia de los obispos -en carta muy importante del papa GREGORIO IX, fechada en abril de 1233, se describe a los obispos como agobiados por un “torbellino de vigilancias” y por “inquietudes abrumadoras”- los dominicos toman a su cargo el aspecto doctrinal y legal de la Inquisición. Se trata de unificar la legislación contra los herejes y de confiar comisarios pontificios el cuidado de juzgarlos. Según se va haciéndo más aparente la necesidad de tribunales especiales y permanentes, todas las razones aconsejan que estén por encima de las envidias y enemistades locales que pueden inducir a perjudicar al inocente, y de los favoritismos, también locales, que pueden conspirar a la impunidad del culpable.

Algunos fieles cátaros que huyen de la Inquisición se refugian en algunas fortalezas del sur de Francia.


Desde la institución de la Inquisición medieval en Francia, algunos fieles cátaros que huyen de la misma se han refugiado en algunas fortalezas del sur de Francia. Entre ellas se hace especialmente famosa la de Montségur, en el departamento de Ariège un pequeño castillo construido sobre la escarpada montaña de Tabo, a 1272 m. de altura, en una posición aparentemente inexpugnable, rodeada de precipicios inaccesibles. Este castillo, reconstruido entre 1205 y 1211, se ha convertido en un centro espiritual cátaro del que parte el comando que asesina, en Aviñonet, en la fecha, a Guillem Arnau y otros inquisidores de Tolosa. A partir de la fecha, se avivan las ganas de destruir el último reducto importante del catarismo.

Un ejército de diez mil hombres sitia la fortaleza de Montségur hasta que los sitiados deciden desistir.


Un ejército de diez mil hombres sitia la fortaleza de Montségur. Un año después, en la fecha, los sitiados deciden desistir de la resistencia. Queda fijado que el castillo será entregado al rey de Francia y a cambio, los sitiados serán perdonados con leves penitencias. En cuanto a los herejes, también podrán beneficiarse del indulto si adjuran de su error en acto público.

Cumplido el plazo de la rendición, el senescal del rey ocupa la fortaleza.


Cumplido el plazo de la rendición, el senescal del rey ocupa la fortaleza. Una larga fila de gente empieza a bajar del castillo, unos salen libres aunque deberán pasar por el tribunal inquisitorial, otros, doscientos siete perfectos, de uno y otro sexo que se niegan a abandonar su religión, se lanzan sin la más mínima muestra de miedo, sobre un montón de troncos que se extiende al pie de la montaña y que han empezado a arder violentamente. El lugar donde se levanta la gran pira se conocerá desde entonces como “Prado de los Quemados”. Hoy de Montségur no quedan ni las ruínas, porque así como el castillo cátaro, acabado en 1204, estaba construido sobre un primer castillo que ya había existido en el mismo lugar, el castillo -el tercer Motsegur- fue construido sobre las ruinas del cátaro que pasó a manos de la nobleza francesa.

La caída de Montségur no significa la cancelación de la herejía cátara.


La caída de Montségur no significa la cancelación de la herejía cátara. Aún quedan comunidades esparcidas por todo el país e incluso castillos (Queribús se rinde en 1255) y cuevas fortificadas donde se proseguirá la lucha. La persecución inquisitorial contra los herejes hará que los cátaros sigan emigrando principalmente hacia Lombardía y España.

Los inquisidores de Carcassona todavía reciben la declaración de cátaros notables.


Todavía por estas fechas los inquisidores de Carcassona reciben la declaración de cátaros notables: dos notarios, un médico de la Ville, dos eclesiásticos, el señor de Cabaret. El caso de los clérigos simpatizantes de los cátaros despierta, por su frecuencia, preocupación entre los inquisidores en estas fechas tan lejanas del final de la Cruzada.

Con la muerte en la hoguera del último perfecto, Guillem Belibaste, se cierra definitivamente la historia de los cátaros o albigenses.


La represión contra los cátaros, a lo largo de la segunda parte del siglo XIII y principios del XIV, será llevada a cabo en todas partes con mano dura. Con la muerte en la hoguera del último perfecto, Guillem Belibaste, a Vila-roja Termenès, en la fecha, se cierra definitivamente la historia de los Hombres Buenos, cátaros o albigenses.