La fiesta de los toros tuvo su origen en tierras castellanas, donde se pueden rastrear las primeras huellas ya en la Alta Edad Media. Su consolidación se produjo con la afirmación paralela de una sociedad aristocrática, a partir del síglo XIV y hasta el siglo XVII, que fue la época de la fiesta caballeresca de los toros; es decir, de la lidia a caballo, simultaneada con otros juegos también nobiliarios y también ecuestres, como son el de las cañas (torneos entre jinetes portadores de lanzas de madera) o el de las sortijas (que consiste en ensartar con una vara una argolla colgada de una cinta).

El vicecanciller del Vaticano, RODRIGO de BORGIA, no oculta su origen valenciano. La lengua familiar se convierte en habitual en el Vaticano, a lo que ayuda la presencia de gran cantidad de paisanos y parientes. Los azulejos de Manises y Gandía, los terciopelos y las danzas valencianas no tardan en ponerse de moda en Roma. A principio de 1492, ofrece a los romanos una corrida de toros en la Piazza Navona, en la que torea uno de sus hijos CÉSAR. El conocido cardenal vicecanciller, celebra así la toma de Granada, el 2 de enero de 1492, por los Reyes Católicos

En Catalunya los toros debieron implantarse en el siglo XVI, cuando se documenta la primera fiesta caballeresca en Barcelona, donde ya no dejaron de celebrarse este tipo de manifestaciones a todo lo largo del Antiguo Régimen. Sin embargo, su popularidad arranca del siglo XIX, cuando se construyen las primeras plazas de toros estables, como las de Tortosa (1840), 0lot (1859), Tarragona (1883), Figueras (1886), Manresa (1887), Caldes de Montbui (1896) y Girona (1897).

En Roma, el papa encarga al pintor Daniele da Volterra Il Bragettone que cubra las figuras trazadas en la Capilla Sixtina por Miguel Ángel quien no las ha dotado de vestimenta y exhiben su desnudez ante el observador. Asimismo merece su desaprobación la pagana costumbre de lidiar toros; la bula De salutis gregis dominici de 1 de noviembre de 1567 prohibe estos bárbaros espectáculos bajo pena de excomunión a perpetuidad.

Se celebra la primera corrida de toros en la capital bajo el amparo  de FELIPE III, gran aficionado.

En el siglo XVIII tiene lugar en España un gran debate sobre los toros, con? posturas muy polarizadas entre los antitaurinos, cuyo principal mentor es el marino y académico andaluz José Vargas Ponce, y los filotaurinos, cuyo más calificado portavoz es el ilustrado catalán Antoni de Capmany i Montpalau, gran aficionado a la lidia, admirador confeso de Pedro Romero (a quien juzga digno de una oda de Píndaro) y autor de una famosa Apología de las fiestas públicas de toros. Sin embargo, el hecho más importante es la transformación radical del toreo, que abandona los modos de la tradición caballeresca (que hoy pervive en las corridas de rejones) y, tras una fase de incertidumbre, se convierte en el moderno toreo a pie, codifícado por Pepe-Hillo en su Tauromaquia e ilustrado por Francisco de Goya en su conocida serie de grabados. De este modo, la normativa alumbrada en estos años finales del Antiguo Régimen constituirá la base del espectáculo desde entonces (hasta nuestros días.)

El rey CARLOS IV inaugura, en la fecha, la primera plaza de toros estable de Barcelona.

Se suprimen por decreto las corridas de toros en España. La medida será de escasa duración.

En este año, se inaugura la Plaza de S.Jaime tal cual ahora la conocemos. También se inaugura la primera plaza de toros de Barcelona -el Torín- en el huerto de Bacardí en la Barceloneta.

Entre 1835 y 1843 tiene lugar en Barcelona una serie de revueltas de carácter social y político conocidas con el nombre de “bullangues”. A pesar de ser provocadas por la burguesía descontenta con el poder central, tienen amplio seguimiento en las clases populares, temerosas de las consecuencias de una crisis social. Generalmente son conducidas por elementos más exaltados y por los republicanos. Estas explosiones de violencia popular, no siempre expontáneas, desembocan, en la fecha, y por razón de una visita de la reina ISABEL II a Barcelona… (por culpa de… unos toros mansos… en la corrida del Torín, la plaza, inaugurada un años antes) en el saqueo de trece conventos, de los cuales cinco son incendiados. El pueblo considera los monasterios centros de conspiración antiliberal y refugio de carlistas. En Reus, el 22 de julio de 1835, han sido atacados e incendiados los conventos de los franciscanos y de los carmelitas descalzos. El propio 25 de julio es saqueado el Monasterio de Poblet. También en Madrid, donde una epidemia está haciendo estragos, las turbas, en la misma fecha, asaltan y saquean los conventos.