En 1487, el portugués Bartolomeu Dias, en sus decubrimientos por la costa africana, viaja más al Sur que ninguno de sus predecesores, y una fuerte tormenta le lleva aún más al Sur. Cuando cesa el mal tiempo, se encuentra en mar abierto, sin rastro alguno de tierra a la vista. Continúa hacia el Este y no encuentra nada. Toma de nuevo rumbo Norte para desandar su ruta y…

Bartolomeu Dias en su viaje que sigue la costa africana, avista tierra, pero la costa discurre de Este a Oeste. En algún punto la trayectoria hacia el Sur ha concluido, y el litoral ha torcido hacia el Este. La tormenta le ha impedido percatarse del punto donde se producía el cambio. Regresa hacia el Oeste y descubre aquel punto de cambio. Le llama «cabo de las Tormentas», tras lo cual regresa a Portugal a informar. JUAN II rebautiza el cabo como de «Buena Esperanza» para borrar el miedo que inspira, al tiempo que refuerza la esperanza de una nueva ruta hacia el fabuloso Oriente. Por desgracia, ni Enrique el Navegante, ni Bartolomeu Días ni el rey Juan II verán este sueño hecho realidad porque todos habrán ya muerto cuando finalmente se consiga.

Tratado de Tordesillas: El monarca portugués JUAN II, no acepta la línea papal de demarcación -y esto demuestra que no existe la teoría del dominus orbi- y empieza una negociación diplomática entre Castilla y Portugal. Juan II propone que en vez de un meridiano se trace un paralelo, reservando a los portugueses la zona austral y dejando la septentrional para los españoles. Los REYES CATÓLICOS insisten en el meridiano y ofrecen correrlo más hacia el oeste: hasta 250 leguas e incluso 350 desde Cabo Verde, pero JIAN II sigue empeñado en que es necesario llevarlo más lejos, lo que hay que aceptar al fin. Se acuerda colocarlo a 370 leguas al oeste de Cabo Verde. El convenio se plasma en el Tratado de Tordesillas, firmado el 7 de junio de 1494. Las tierras descubiertas o que se descubran al oeste de dicha línea serán castellanas, y las situadas al este de la misma serán portuguesas. La nueva línea permitirá la ocupación de Brasil por parte de Portugal. El empeño del rey de este país por conseguir el paralelo, o al menos un meridiano tan alejado de Cabo Verde, se interpretará lógicamente como consecuencia de haber descubierto ya el Brasil, pues no se explica de otra manera.

MANUEL I el Afortunado, rey de Portugal (1495-1521). Sucesor de su primo y cuñado, JUAN II. Presiona con renovado vigor para seguir adelante la aventura marinera. Su reinado constituirá el momento culminante del poderío portugués.

El 8 de julio de 1497, cuatro navíos -tres buques de vela cuadrada más una pequeña carabela como nave de pertrechos- mandados por Vasco da Gama -noble portugués conocedor de la astronomía y reputado jefe militar- abandonan Lisboa para continuar la exploración de la ruta de las Indias. Probablemente, pocos apuesten por el éxito de la expedición, lo que se desprende de la modesta flota enviada y por sólo acompañarla doscientos hombres. Una de las grandes hazañas del viaje será que Gama opta por separarse de la costa africana, una vez dejado atrás el archipiélago de Cabo Verde, para navegar más de 10.000 km rumbo sur en lo que probablemente sea la travesía más larga sin divisar tierra de las efectuadas hasta este momento.

En la fecha, la flota de Vasco de Gama, en su viaje hacia la India, dobla el cabo de Buena Esperanza. El mayor antecedente a esta aventura lo encontramos en la gesta del portugués Bartolomeu Dias, que en 1488 consigue doblar el cabo de Buena Esperanza, en el límite sur de África. Sin embargo, una de las mayores incógnitas de esta historia marítima será determinar por qué Portugal tarda toda una década en armar una nueva expedición que retome la senda marcada por Dias. Probablemente, la respuesta sea múltiple. Por un lado, Dias advierte de los grandes peligros y corrientes adversas que supone adentrarse en aquellas aguas más allá del cabo de Buena Esperanza (no en vano, él mismo se refiere a aquel punto geográfico como “cabo de las Tormentas”). Por otra parte, el interés de la Corona portuguesa por la expansión ultramarina ha menguado en unos años en los que el rey Juan II, se encuentra inmerso en un enfrentamiento abierto con la nobleza debido a su pretensión de afianzar el poder de la monarquía. Sin embargo, en 1495 al producirse el relevo en la monarquía portuguesa, el nuevo rey MANUEL I el Afortunado, ha vuelto su mirada al mar.

El 25 de diciembre la flota de Vasco de Gama que se dirige a la India bordea una costa del África del Sur que los portugueses llamarán Natal (Navidad).

A la altura de Mozambique la flota de vasco de Gama se cruza con navíos árabes cargados de oro, clavo, pimienta y rubíes. A pesar de la mala acogida de los mercaderes árabes, Vasco da Gama se detiene en Malindi (Kenya actual), donde, mediante coacción, consigue que el sultán local le proporcione un piloto que conozca la ruta de las Indias. Llegará a Calicut (Calcuta) en la India.

El nuevo piloto conduce la flota de Vasco de Gama hasta Calicut (Kozhikode actual) en la India, donde llega el 22 de mayo 1498, casi un año después de la partida. Desde el punto de vista comercial no se puede decir que la expedición de Gama sea un éxito, debido a las evidentes barreras culturales y a su torpeza diplomática. Hay que tener en cuenta que los territorios a los que llegan los portugueses no son como los que ha encontrado Colón a su llegada al Caribe. Los regalos que entregan los portugueses a los monarcas locales despiertan la mofa en sus interlocutores. En realidad, han llegado a unos reinos mucho más ricos que Portugal. Se cuenta que el conde Vimioso le pregunta a Vasco qué mercancias hay en la India para traerse y cuales quieren a cambio. Vasco contesta que de allí se trae pimienta, canela, jengibre, ámbar y almizcle, y que ellos -los hindúes- quieren oro, plata, terciopelo y escarlatas. Entonces el conde dice: “Son ellos quienes nos han descubierto”.

Vasco de Gama regresa a Portugal a finales del mes de agosto de 1499. Pero ha perdido a más de la mitad de sus hombres, víctimas del escorbuto (sólo logran llegar a destino dos barcos y 55 hombres). Esta enfermedad se convertira ahora en el azote de los prolongados viajes oceánicos, en cuyo transcurso el alimento consiste en productos tales como galleta y tocino salado, con escasas posibilidades de ingerir verduras, frutas o carne fresca. Después de ochenta años de tentativas, Portugal, por fín, logrará establecer una ruta que evitará pasar por dominios turcos. Gama es agasajado con honores en Portugal. El Rey le otorga el tratamiento de don, el título de Almirante de la India y otras recompensas económicas y nobiliarias. Aquel pretendido éxito anima a los portugueses a organizar más flotas con rumbo a la India, aunque curiosamente Vasco de Gama no participará en ninguna de ellas hasta algunos años más tarde.