PRIMERA CRUZADA (1095-1099)

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Para purgar sus delitos, BERENGUER RAMON II se alista en la Primera Cruzada. Morirá oscuramente.


Para purgar sus delitos, BERENGUER RAMON II renuncia a sus condados y se alista en la Primera Cruzada emprendiendo viaje a Tierra Santa, donde morirá oscuramente.

Fallece Ademaro de Monteil, que acompañaba a los cruzados como representante del papa Urbano II


Poco después de la toma de Antioquía por la Primera Cruzada, fallece Ademaro de Monteil, obispo de Le Puy que acompañaba a los cruzados como representante del papa URBANO II. Su muerte elimina la posibilidad de mantener unidos a los cruzados y de que el papa pueda controlar a los mismos.

En la Primera Cruzada (1095-1099), después de un asedio de 40 días, Jerusalén cae a los cruzados.


Después de un asedio de 40 días, Jerusalén cae a los cruzados. GODOFREDO de Bouillon es el primeo en entrar en la ciudad, entrada a la que sigue una masacre horrible de musulmanes y judíos. La caída de Jerusalén causará una alegría grande en Occidente por considerar el hecho como la victoria definitiva sobre el Islam. Así, pues, la primera (1095-1099) de las ocho cruzadas que tendrán lugar, es quizás la más exitosa.

Las cruzadas aumentaron el interés por los objetos exóticos y por el culto de los santos.


Aunque el objetivo principal de las peregrinaciones fuera la veneración de objetos sagrados, lo cierto es que las cruzadas, que facilitaban unos contactos más regulares y directos entre los cristianos de Occidente y Oriente, incrementaron el interés por los objetos exóticos y por el culto de los santos. El deseo de venerarlos más fácilmente y de conservar un testimonio tangible del «gran viaje» a Tierra Santa, y también a veces un interés más lucrativo, provocaron un importante trasiego de reliquias de Oriente a Occidente. Al sincero deseo de evitar por todos los medios que los raros objetos dejados por los primeros cristianos cayeran en poder de los musulmanes, se añadió un comercio fraudulento: el de las reliquias falsas hechas por algunos traficantes. La fe de los compradores facilitó ese estado de cosas. Cualquier osamenta humana o tejido o instrumento de martirio -la cruz y los clavos de la crucifixión, por ejemplo- se podía convertir en una reliquia, igual que los diversos «humores» -sangre de los mártires, etc.