MOVIMIENTO DE LAS BEGUINAS

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El origen de las “beguinas” se remonta al siglo XII en los antiguos Países Bajos.


El origen de las “beguinas” se remonta al siglo XII en los antiguos Países Bajos, cuando algunas mujeres reclamaron vivir por su cuenta, sin estar subordinadas a un hombre -ni como esposo ni como guía espiritual- como consecuencia de la predicación de Lamberto le Bégue (el Tartamudo) en Lieja y cuya finalidad era la labor caritativa. En una época de guerras, hambre y violencia, en que se tacha de prostitutas a las mujeres que viven solas, la idea es todo un atrevimiento. Las beguinas, como empieza a conocérselas -el término procede del alemán antiguo “beggen”, rezar-, viven al principio en casas de familiares. Se dedican a obras sociales y tienen una intensa vida espirítual, influida por los ideales de nuevos movimientos como los dominicos o los franciscanos.

La labor de las “beguinas”, despierta la admiración de la nobleza.


La labor de las “beguinas”, que se distinguen por su hábito de color pardo y luego por su cofia blanca, despierta la admiración de la nobleza, que desde el siglo XIII financia la construcción de “beguinajes”: auténticas miniciudades para mujeres a las afueras de los incipientes núcleos urbanos. Por una razón u otra, la idea de mantener una vida religiosa al tiempo que seglar seduce a muchas mujeres en los Países Bajos y se extiende al norte de Francia, el oeste de Alemania y España -aún hoy se les rinde homenaje en Teruel-. En comparación con las condiciones de vida en las ciudades, es fácil de imaginar el austero lujo que representan los idílicos beguinajes. Se dedican a cuidar enfermos, educar niños, coser y bordar, y tienen frecuentes enfrentamientos con los poderosos gremios, molestos con su “competencia desleal”. Estas mujeres -solteras o viudas, en general de familias adineradas mantienen sus propiedades y no hacen voto de pobreza, aunque sí de castidad y obediencia mientras están en la comunidad que pueden abandonar en cualquier momento.

Se crean “beguinajes” en más de cien ciudades del norte de Europa con capacidad para casi mil mujeres.


Los “beguinajes” gozan de una gran autonomía, son autosuficientes, pueden defenderse personalmente en procesos legales y nadie interfiere en la gestión de cada uno de ellos. Carecen de madre superiora, casa común y regla monástica. Tanta libertad pronto suscita sospechas en el clero, que siente amenazada su autoridad. Pero la intercesión ante el Papa del monje Jacques de Vichy, asombrado por cómo la beguina Marie d’0ignies de Lieja ha superado su condición inferíor femenina sirve para autorizar temporalmente sus actividades. El hecho de que vivan encerradas en sus miniciudades preocupa a la Iglesia, pero al tiempo le tranquiliza tenerlas “controladas”. En estos años se levantan “beguinajes” en más de cien ciudades del norte de Europa con capacidad para casi mil mujeres en algunos casos. Su equivalente masculino son los “begardos” que, no obstante, no poseen propiedad privada.

Los “beguinajes” también dan respuestas a las inquietudes intelectuales de algunas mujeres.


Los “beguinajes” también dan respuestas a las inquietudes intelectuales de algunas mujeres, que de otro modo tienen vetado el acceso al conocimiento. Empiezan a leer la Biblia por su cuenta, lo que provoca el rechazo de la Iglesia ya que con esta actuación escapan de su control. El riesgo de que den su propia interpretación a las Sagradas Escrituras lleva a la Iglesia a describirlas como prostitutas, brujas e infieles. Por eso, alrededor de la fecha, el Papa Clemente V amenaza con la excomunión a quien las proteja.

Marguerite de Poreres, autora de “El espejo de las almas simples”, beguina, es quemada viva.


El trágico destino de Marguerite de Poreres, autora de “El espejo de las almas simples”, está ligado a las beguinas. Es quemada viva en la hoguera en Paris en 1310, acusada de beguina por los 21 teólogos que juzgan sus “subversivos” versos. El calíficativo se usa a modo de insulto, y el suceso da idea del empeño con que la Iglesia persigue a estas mujeres. En estos selectos centros de espiritualidad también viven escritoras místicas como Beatrijs de Nazareth, Mechtild de Magdeburg o Hadewijch de Amberes.

El Consejo de Viena, con el apoyo de la Inquisición, condena las actividades de las “beguinas”


En 1312, el Consejo de Viena, con el apoyo de la Inquisición, condena las actividades de las “beguinas”, y la mayoría acaba por integrarse en órdenes convencionales. Sólo los Países Bajos se acogen a la excepción permitida para “mujeres pías” y protegen a las beguinas.

La expansión de las “beguinas” se interrumpe con las revueltas religiosas del siglo XVI.


La expansión de las “beguinas” se interrumpe con las revueltas religiosas del siglo XVI. En 1585 los calvínistas conquístan las tierras del norte, y las beguinas desaparecen de la zona, al ser un movimiento católico.

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Con la Contrarreforma, las autoridades de los Países Bajos del sur, abrazan el movimiento de las beguinas.


Con la Contrarreforma, las autoridades de los Países Bajos del sur -actual territorio de Bélgica y norte de Francia- abrazan el movimiento de las beguinas. Llega un segundo período de esplendor, pero también de mayor control clerical. Hay notícia de la existencia de unas 90 miniciudades para beguinas a finales del siglo XVII. Pero los continuos ataques de Francia y la posterior Revolución comprometerán su supervivencia.

Las propiedades de las beguinas son confiscadas y así acaba este modo de vida para muchas mujeres.


Las propiedades de las beguinas son confiscadas y así acaba este modo de vida para muchas mujeres. Los beguinajes son adquíridos por la nobleza y entregados a la Iglesia, otros se dedican a obras sociales, y la mayoría es engullida por el crecimiento de las ciudades durante la revolución industrial. De todas maneras, así como los begardos desaparecieron con la Revolución francesa, las beguinas se extienden hasta el día de hoy en algunas zonas de los Países Bajos.

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