CARLISMO (1830 - ...........)

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Terminada la Segunda Guerra Carlista, el carlismo entra en una especie de letargo.


Terminada la Segunda Guerra Carlista, el carlismo entra en una especie de letargo. Consolidada la Monarquía isabelina, bendecida por la Iglesia y con un liberalismo político de mínimos, el carlismo parece condenado a desaparecer. No es así. Una nueva función histórica le espera: la de convertirse en la reserva espiritual y fuerza movilizadora de las clases más conservadoras.

Una expedición carlista procedente de Mallorca desembarca en Sant Carles de la Ràpita.


A mediados de siglo XIX, se produce una grave crisis del carlismo. A pesar de las derrotas militares, el carlismo mantiene una actitud beligerante que le lleva a intentar varios pronunciamientos. En 1855 se arman algunas partidas que son rápidamente derrotadas. En abril de 1860, con el ejército movilizado por la intervención en el África promovida por la Unión Liberal, una expedición carlista procedente de Mallorca desembarca en Sant Carles de la Ràpita. Encabezada por Jaime Ortega y Olleta y con el pretendiente conde de Montemolín (Carlos VI) y su hermano, el destacamento es reducido rápidamente por las tropas isabelinas. La represión es durísima: Ortega es fusilado y los príncipes, obligados a renunciar a sus derechos dinásticos a cambio de la libertad. De hecho, la trayectoria del carlismo durante la segunda mitad de siglo queda condicionado por la financiación del estado liberal. Los alzamientos carlistas se producen sólo cuando el estado pasa alguna situación de crisis. A pesar de todo, la persistencia insurreccional buscará lentamente un espacio político de acción civil.

Fallece CARLOS VI, conde de Montemolín. Partido carlista entra en crisis. Le sucede su hermano JUAN III.


Fallece en Trieste CARLOS VI, conde de Montemolín en circunstancias misteriosas. El partido carlista entra en crisis. La sucesión pasa a su hermano Juan -JUAN III (1861-1868)-. Éste, con su actitud conciliadora respecto a ISABEL II, dejará el carlismo sin jefe ni guía.

El pretendiente carlista JUAN III acusado de proliberal, abdica en favor de su hijo, CARLOS VII.


El pretendiente carlista JUAN III acusado de proliberal, abdica (1868) en favor de su hijo, el duque de Madrid, denominado CARLOS VII. Éste es nieto de Carlos María Isidro, el hermano de Fernando VII, quien se proclamó primer rey carlista.

Véase Genealogía

Al cambiar de régimen en España con la monarquía de Amadeo de Saboya, se producen intentos carlistas.


Al tener lugar en España el cambio de régimen con la monarquía de Amadeo de Saboya, se producen de nuevo intentos carlistas. Y así, en el Norte, en Guipúzcoa, es el lugar de comienzo de la Tercera guerra carlista (1872-1876), desde donde se va extendiendo en poco tiempo por las tierras vasco-navarras y Catalunya, donde las tropas carlistas están dirigidas por CARLOS de Borbón y su hermano Alfonso CARLOS, respectivamente. Son hijos del difunto (1861) infante CARLOS LUIS de Borbón y Braganza, conde de Montemolín (CARLOS VI). Los carlistas denuncian el fraude electoral. Dorregaray se alza en Valencia y el coronel Ferrer en el Maestrazgo.

En Oroquieta se produce el enfrentamiento entre el ejército regular y el de los carlistas.


El general SERRANO, comandante del ejército del norte, ordena al general MORIONES que persiga a las tropas encabezadas por el pretendiente CARLOS de Borbón. En Oroquieta, el 4 de mayo, se produce el enfrentamiento entre ambos y CARLOS se repliega y marcha de España. Los partidarios de CARLOS han de firmar con el general SERRANO el convenio de Amorebieta, por el cual cesan las acciones militares a cambio del respeto a las personas y a los fueros. Sólo algunos grupos mantendrán la insurrección en tierras catalanas y aragonesas.

En Catalunya y Aragón, las partidas carlistas incrementan su número y actividades, alentadas por el hermano del pretendiente.


Durante el verano son sometidas las partidas carlistas de Navarra y del País Vasco, pero las de Catalunya incrementan su número y actividades, alentadas por el hermano del pretendiente. Sin embargo, no consiguen calar en el pueblo. Algo parecido ocurre en Aragón, donde las partidas de El Pasiego y Manuel Marco llevan a cabo algunas acciones con éxito.

Los carlistas se presentan a sí mismos como los “bomberos de la revolución”.


El carlismo es mucho más que una disputa dinástica que ha añadido a su bandera la reivindicación de los Fueros. Es un movimiento contrarrevolucionario, que se ve alimentado por la profundización en la revolución que supone el establecimiento de una república laica, cuyo proyecto federal parece amenazar la unidad de España, y que para muchos de sus partidarios, en los sectores más insatisfechos de la sociedad, significa el reparto de la tierra y el triunfo de los pobres sobre los ricos. Los carlistas se presentan a sí mismos como los “bomberos de la revolución”, los únicos capaces de restablecer el orden, asegurar la integridad de la nación, mantener la continuidad de su tradición católica, y defender vidas, propiedades y buenas costumbres.

Esta pieza también aparece en ... PRIMERA REPÚBLICA ESPAÑOLA (1873-1874)

Lejos de abandonar la lucha, los carlistas se sienten reforzados por la nueva situación.


Mucho más próxima y preocupante es la constante presión ejercida por el ejército carlista que, al advenimiento de la república, domina la mayor parte del País Vasco y Navarra y extensas zonas de Catalunya, Aragón y Valencia, con ramificaciones en Castilla y el Cantábrico. Lejos de abandonar la lucha, los carlistas se sienten reforzados por la nueva situación. “¡La campaña comienza desde hoy!”, afirma el carlista Antonio Dorregaray, capitán general de la región vasconavarra, al entrar en España, el 16 de febrero, procedente de su exilio en Francia. “España dice que muere, ¡con que a salvarla, voluntarios!”, proclama don Carlos.

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Los carlistas vencen a las tropas de la República en Eraul.


Los carlistas vencen a las tropas de la República en Eraul.

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