La base humana de la Lliga regionalista se basa en la existencia de una serie de entidades de barrio, cuyos socios desarrollan una intensa vida asociativa. La militancia de la Lliga, unos 1.000 socios en 1911, está formada preferentemente por profesionales liberales (abogados, médicos, arquitectos, ingenieros, etc), comerciantes, emprearios e intelectuales. Su fuerza se concentra en distritos donde residen las clases acomodadas (l’Eixample y Ciutat Vella), que son los barrios habitados por dos tercios de sus socios y de donde salen la mayoría de los votos. En cambio en las barriadas obreras, como Sants, Poble Nou, Gràcia o Sant Andreu, las candidaturas más votadas son las republicanas.

PRAT DE LA RIBA, presidente de la Diputación de Barcelona desde 1907, saca a Catalunya del marasmo político en que está sumida a raíz de la Semana Trágica por medio de la campaña pro Mancomunitat de Catalunya, iniciada en 1911. Se vuelve a plantear la federación de las cuatro diputaciones catalanas. A esa vía se apunta también la mayoría de los diputados dinásticos de Catalunya, escarmentados por la experiencia de la Solidaritat Catalana. Previamente, PRAT DE LA RIBA ha sustituido la alianza con los republicanos catalanistas por un pacto de gobierno con los dinásticos en la Diputación de Barcelona. Sólo los republicanos lerrouxistas que dominan de momento el Ayuntamiento de Barcelona, se oponen a la Mancomunidad y quedan aislados. El éxito de la movilización popular y el soporte de los ayuntamientos será hábilmente capitalizada por la Lliga, que recuperará así la hegemonía perdida en 1909. Se inician de inmediato las negociaciones con el gobierno central.

El predominio de la Lliga Regionalista en la vida política catalana incrementará en los años comprendidos entre 1914 y el golpe de Estado de Primo de Rivera (1923). La Lliga, dirigida per Enric PRAT DE LA RIBA y Francesc CAMBÓ, representa un catalanismo moderado y modernista. La burguesía industrial y comercial, las clases medias y profesionales y los grandes propietarios agrarios son la base social. También contará con el soporte de la Iglesia. La creación de la Mancomunitat (1914) es la gran realización institucional, al mismo tiempo que sabrá capitalizarla. La Lliga también se beneficiará de la división que hay en el republicanismo. Desde 1914, controlará el Ayuntamiento de Barcelona.

En 1916 la Lliga Regionalista obtiene una importante victoria electoral.

La Asamblea de Parlamentarios ha sido organizada por CAMBÓ en Barcelona al frente de la Lliga, ante la debilidad del sistema, para forzar a una convocatoria de Cortes que se traduzca en la redacción de una nueva Constitución. Pero el 19 de julio tiene lugar la disolución de la Asamblea de Parlamentarios, porque, aunque los catalanistas están dispuestos a liquidar el sistema constitucional, temen una revolución “obrera”, de manera que rehúsan apoyar a socialistas y anarquistas y, posteriormente, condenan asustados sus acciones violentas. A los militares junteros y a los catalanistas les asustan hechos tales como que los socialistas han trasladado alijos de armas y municiones. –”Yo transporté armas y municiones en Bilbao, yo personalmente”, dirá Indalecio Prieto poco después en las Cortes– con la intención de apoyar la revolución con las bocas de los fusiles. No iba a ser, por otra parte, la última vez que lo hicieran para derrocar un Gobierno legítimamente nacido de las urnas. LERROUX , por su parte, también participa en la Asamblea de Parlamentarios de este año.

ALFONSO XIII, en la fecha, llama por primera vez a CAMBÓ a Palacio, para ofrecerle dos carteras en el primer Gobierno de concentración de su reinado. Joan Ventosa i Calvell será ministro de Hacienda y Felip Rodés ministro de Instrucción Pública. De esta manera se pone fin a las aspiraciones de cambiar la Constitución. Para los regionalistas la entrada al gobierno supone el reconocimiento de su influencia en la gobernabilidad del estado, pero para los republicanos constituía la traición de la Lliga a los objetivos de la Asamblea de Parlamentarios.

Podemos distinguir dos momentos: el primero transcurre en Barcelona, donde a pesar de la oposición del Gobierno se celebra la reunión de los asambleístas, entre los que se hallan ausentes los representantes de los partidos políticos tradicionales, especialmente los mauristas. Por tanto, la Lliga se encuentra apoyada por los partidos de izquierda y debe conducir ella el movimiento, evitando el temido enfrentamiento con el poder central. Además, la Lliga intenta por todos los medios atraerse la cooperación de las Juntas de Defensa, que nunca se logrará, ya que éstas están consiguiendo solucionar sus problemas profesionales. Los acuerdos de la Asamblea en esta primera reunión consisten sustancialmente en: la petición de la convocatoria de Cortes Constituyentes para deliberar sobre los problemas que el país tiene planteados; que estas Cortes sean convocadas por un Gobierno que no esté constituido por un partido, a fin de evitar el falseamiento del sufragio; la creación de tres comisiones que estudien los problemas más importantes para someterlos a discusión en la próxima convocatoria de la Asamblea, y la petición de la autonomía para Catalunya.

El balance de la participación de la Lliga en el Poder (dos ministros) durante dos Gobiernos seguidos no logrará más que romper el sistema del “turno”; pero no se consigue la reforma política ansiada ni la reestructuración de la economía nacional que permita a la burguesía industrial su total desenvolvimiento, que hasta ahora se ve entorpecido por las restantes fracciones de clase que detentan el poder político. En el orden regional, el fracaso de la política “pactista” con los partidos tradicionales radicalizará a la pequeña burguesía catalana, lo que se traduce en el resquebrajamiento del bloque regionalista catalán. A fin de recompensar la unión, la lliga se desmarca de los partidos de izquierda, y, con el apoyo de la Corona, se lanza a una campaña en pro de la autonomía regional, con la que intenta conseguir una descentralización del poder político en las instituciones regionales que ella controla y aunar tras de sí todas las fuerzas regionalistas.ue la Lliga Regionalista se desmarque de los partidos de izquierda.

En Catalunya, el año 1918 se crea la revista “De Aquí y de Allá” inicialmente vinculada en torno a la Lliga. El primer director es Josep Carner y, entre 1919 y 1924, lo será Ignasi Folch i Torres. De periodicidad mensual, su finalidad es el entretenimiento, a imitación de los magazins ingleses de la época. También se tratan temas de actualidad y de historia, relatos de autores catalanes y traducciones de extranjeros.

En las elecciones generales de febrero de 1918, la Lliga Regionalista obtiene el triunfo en Catalunya. Pero fracasa en su intento de poner en pie una coalición regionalista en el resto de España frente a los fragmentados partidos dinásticos, aunque tampoco sale de los comicios ninguna mayoría dinástica posible.