Nace en Valencia en 1350, VICENTE FERRER. Perteneciente a la orden de Santo Domingo de Guzmán, desplegará una fuerte actividad docente e intelectual. Autor de obras teológicas y filosóficas. En castellano y latín, su “Tratado de las suposiciones dialécticas”, la “Questión sobre la unidad de lo universal” o el “Tractatus de vita spiritualis” responden a algunas afirmaciones del nominalismo bajomedieval. Sin embargo, y, al estilo del maestro Sócrates, san Vicente será recordado por sus sermones en los que hacía gala de impresionantes dotes oratorias. Accesibles a todos, sus prédicas se encaminaban principalmente a conseguir la conversión de los judíos. Eran multitudes las que acudían a escucharle: en un pregón pronunciado en la ciudad de Barcelona, se llegaron a contabilizar 25.000 oyentes.

El Inquisidor EYMERIC, mientras tanto, había regresado a España a un convento de dominicos de Girona, dedicándose a luchar contra la obra del místico mallorquin Ramón Llull, la cual, seis décadas después de la muerte de su autor, gozaba de una gran popularidad hasta en los más elevados lugares. EYMERIC no oculta su convicción de que Llull había sido uno de los herejes más peligrosos, y su intención de obligar a los lulistas a abjurar de sus errores o atenerse a sus consecuencias. Hasta su muerte en 1378 se dedica a luchar principalmente contra los lulistas y también contra VICENTE FERRER contra quien abrigaba un formal cargo por decir con poca discreción que Judas podía haberse salvado.

ALFONSO de BORGIA (futuro Calixto III) nace, en la fecha. Generalmente se ha situado su nacimiento en la Torreta de Canals, aunque parece que nace en la misma Xátiva. Su padre, Domingo de BORGIA, pertenece a una modesta rama de la familia que desde tiempos de Jaime I ostenta el señorío de la ciudad. ALFONSO y sus cuatro hermanos, a pesar de su noble origen, crecen en un ambiente de estrechez. Según una leyenda que correrá muchos años después, el dominico VICENTE FERRER, que ya gozaría de fama de santo, conoció a ALFONSO, entonces de ocho o diez años, y aconsejó que lo dedicarán a los estudios porque le parecía especialmente inteligente. Incluso en otra ocasión, unos años depués, le dijo directamente: \”tú serás papa y a mí me harás santo\”.

Se inicia el período que en Valencia se ha dado por llamar “clásico” (1383-1497) y que también será conocido como “el siglo de oro” de las letras valencianas por la pléyade de grandes autores, entre los que podemos citar al franciscano Francesc Eixemenis, el dominico VICENTE FERRER, Joanot Martorell, Jaume Roig, Ausiás March, Joan Roig de Corella, sor Isabel de Villena. Los contactos de la Corte napolitana de ALFONSO V de Aragón favorecen la rápida difusión del Humanismo en Valencia.

La sensibilidad religiosa de las masas populares ven en la división de la Iglesia el advernimiento del Apocalipsis. S.VICENTE FERRER predica que si se consigue la paz en la Iglesia, se conseguirá la paz en el mundo y pobres y ricos podrán vivir sin el hambre, la peste y la guerra, que en este momento son realidad viva en el corazón de las multitudes. La desesperación es universal.

Cuando llega la noticia de la victoria de la batalla de Sant Luri al Principado la alegría es muy grande, pero pronto se transforma en una fuerte tristeza al saber que MARTÍN el Joven, enfermo y agotado por los excesos amorosos, a los cuales es muy dado, ha muerto en la fecha en Calglari (Cerdenya). S.VICENTE FERRER es el encargado de dar al rey la noticia de la muerte de su hijo.

El nombre de Portal de l\’Angel de Barcelona, viene de lejos. Su origen aparece ligado a una historia protagonizada por San VICENTE FERRER a principios de siglo XV (San VICENTE FERRER murió en 1419). Resultó que un buen día, cuando VICENTE FERRER regresaba de predicar y se disponía a entrar en la ciudad, vió a un ángel espada en mano. Al preguntarle qué guardaba, le respondió con esta brevedad y concisión: \”Barcelona y por orden del Altísimo\”.

En el Proceso de Caspe, los escogidos para elegir al nuevo rey, son: Por Aragón: Domingo Ram, obispo de Huesca, Francisco de Aranda y Berenguer de Bardaxí, juristas; por Catalunya: Pedro Sagarriga, obispo de Tarragona, Guillem de Vallseca, jurisconsulto y Bernat de Gualbes, abogado; por Valencia: VICENTE FERRER, dominico, su hermano Bonifacio, cartujo y experto en leyes y Giner Rabassa, jurista sustituido después por Pedro Beltrán, también jurista. De este modo, en vez de ser cada Parlamento el que designa los representantes de sus países respectivos, ha sido un solo Parlamento quien los ha designado. Y en lugar de ser una designación hecha por personas imparciales, ha sido hecha por personas ligadas estrechamente a uno de los pretendientes: FERNANDO de Antequera

VICENTE FERRER que no ha buscado sino aquello que ha creído lo mejor para la Iglesia, parece haber sido el principal propugnador de la candidatura del infante de Castilla, en la reunión de los compromisarios, aunque los aragoneses defienden que fue el jurista aragonés Berenguer de Bardají el que ha impuesto sus argumentos a los reunidos para la elección. Sea como sea, Vicente FERRER es el elegido portavoz y encargado de proclamar el resultado del Compromiso, anunciándolo al gentío reunido delante de la colegiata de Santa María de Caspe.

Hispania es agitada en estos tiempos por las predicaciones del valenciano VICENTE FERRER, quien con su irresistible elocuencia gana para la fe cristiana a millares de judíos. Uno de los rabinos convertidos por la predicación de VICENTE FERRER es JERÓNIMO de Santa Fe, uno de los más sabios doctores del talmud, quien no se contenta con abjurar de sus creencias, sino que procura inducir a lo mismo a sus antiguos correligionarios. A este fin, convoca un Congreso teológico en Tortosa, donde se discuten -las célebres Controversias- los puntos en que se diferencia la religión de Jesús de la israelita, habiendo invitado antes a los más sabios judíos españoles a que asistan a dar su parecer y tomar parte en las controversias. La elocuencia y el ardor de JERÓNIMO es tan eficaz, que de los catorce doctores que asisten a dicho Congreso, sólo dos permanecen contumaces en sus ideas habiéndose los restantes convertido al cristianismo.