Ciertas anomalías ocurridas a la muerte del Maestro General de la Orden de Santo Domingo, el español Baltasar de Quiñones, suscitan fuertes protestas por parte de un grupo numeroso de dominicos españoles, logrando del débil CARLOS IV que solicite de PÍO VII el nombramiento de un General español para los súbditos de la Corona. El Papa no se atreve a tanto, pero se manifiesta dispuesto a conceder lo que ha concedido a los franciscanos, y así con fecha 15-3-1805, mediante la bula “Inter graviores”, nombra un Vicario General para la Orden en España. Siendo numerosísimos los dominicos españoles, la Orden queda, de hecho, bajo dos cabezas, que sin alcanzar el cisma, resultará de muy graves consecuencias.

El año se cierra en España con un enorme revuelo en el país por el nombramiento del padre Nozaleda, como obispo de Valencia. A este nombramiento se oponen todos los sectores de la izquierda. En efecto, la “cuestión Nozaleda” es la crisis mas sonada, azuzada por la prensa, que absorbe la atención de los españoles y del Congreso, durante esta primera legislatura de A. MAURA. El arzobispo Nozaleda, es padre dominico, hermano del Marqués de Pidal, que ha sido arzobispo de Manila y al que el Gobierno se empeña en nombrar arzobispo de Valencia con la oposición de las izquierdas, finalmente sin éxito, pese a la obstinación del propio Maura (“Tomará posesión, aunque sea rodeado de bayonetas”).