PEDRO es consagrado obispo de Alejandría -PEDRO de Alejandría- hacia el 300, se verá obligado a abandonar la ciudad durante la persecución de Diocleciano.

A causa de los edictos del emperador DIOCLECIANO, muchos cristianos yacen en las prisiones y la sede de Alejandría (Egipto) está privada por el momento de su pastor, puesto que PEDRO, el obispo tiene que huir. Estas circunstancias inducen a MELECIO, obispo de Licópolis, a comportarse como si fuera él el cabeza de la iglesia de Egipto, y se apodera de su diócesis y de otras cuatro, cuyos obispos han sido encarcelados durante la persecución. El año 306, PEDRO, vuelto a la sede, tiene que resolver el problema de la readmisión de aquellos que han renegado (lapsos). Como PEDRO se atiene a un criterio moderado, MELECIO toma este pretexto para rebelarse contra él, siendo declarado cismático. MELECIO no se someterá, sino que pretenderá fundar la “Iglesia de los mártires”.

Fallece mártir PEDRO, el obispo legítimo de Alejandría. Sin embargo no termina la contienda por el obispado de Alejandría. Cuando MELECIO, después de haberse elegido un sucesor, muere, sus secuaces se han unido ya a los arrianos y conducen, junto con ellos, la lucha contra la Iglesia. El ataque más violento por parte de los melecianos se desencadena cuando es elegido obispo de Alejandría el gran campeón de la lucha antiarriana, ATANASIO. Pero la reacción de ATANASIO será tajante y eficaz. Con todo, el cisma se prolongará hasta principios del siglo VI.