ADALBERTO II co-rey de Italia (950-961)

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Muerto Lotario, BERENGARIO es coronado rey de Italia. ADALBERTO su hijo será co-rey.


La muerte de Lotario da a BERENGARIO la oportunidad de coronarse rey de Italia (950-961), asociando a su hijo ADALBERTO II al trono y coronándole también el 15 de diciembre de 950 (950-961). Intenta legitimizar su mandato forzando a la viuda de Lotario, ADELAIDA de Italia, a casarse con su hijo ADALBERTO. ADELAIDA es apresada pero consigue escapar hasta que logra conectar con OTÓN I.

OTÓN I reivindica los derechos de Adelaida, viuda del rey Lotario II en contra de BERENGARIO II.


OTÓN I reivindica los derechos de ADELAIDA, viuda del rey Lotario II en contra de BERENGARIO II de Ivrea, y ADALBERTO, su hijo.

OTON I se casa con ADELAIDA para fortalecer su legitimidad. BERENGARIO y su hijo le rinden pleitesía.


En la fecha, OTON I se casa con ADELAIDA para fortalecer su legitimidad por desposar a la viuda del último rey legítimo. Ante esta maniobra BERENGARIO no tiene más remedio que rendir pleitesía a OTÓN, pero con la condición de que le mantenga como rey de Italia. OTÓN acepta y regresa con su esposa a Alemania. BERENGARIO, de hecho, a partir de este momento es nominalmente sub-rey y ADALBERTO II, su hijo, es co-rey, ambos bajo OTÓN I.

Los reyes de Italia BERENGARIO II y su hijo ADALBERTO otorgan a Génova ciertos privilegios.


En el año 958 los reyes de Italia BERENGARIO II y su hijo ADALBERTO otorgan a Génova ciertos privilegios, los primeros que recibe un municipio italiano. Estos privilegios marcan un inicio de independencia de la ciudad dentro del reino de Italia y se puede considerar como inicio de la República. Entre los privilegios concedidos están la inmunidad del territorio de la ciudad, así como las posesiones de sus habitantes, con lo que a partir de entonces los representantes de la monarquía tienen prohibida la entrada en las casas de los habitantes de la ciudad o exigirles alojamiento o manutención durante sus visitas oficiales. Finalmente se constituye en comuna independiente a finales del siglo XI o principios del XII. Las invasiones árabes provocan un declinar de comercio en todas las ciudades comprendidas en el arco costero entre Barcelona y Roma. Tras la expansión árabe, Génova tiene que limitar sus intercambios comerciales a los que se pueden lograr con la navegación costera.