El canon muratoriano es la lista más antigua conocida de libros considerados canónicos del Nuevo Testamento. En la lista figuran los nombres de los libros que el autor consideraba admisibles. Está escrito en latín. Fue descubierto por Ludovico Antonio Muratori en la Biblioteca Ambrosiana de Milán, y publicada por él mismo en 1740. Aunque el manuscrito en que figura el Fragmento Muratoriano data del siglo VII, la lista se ha fechado en torno al año 170, ya que se refiere como reciente al papado de Pío I, muerto en 155.

Un dirigente religioso, William Miller, logra convencerse a sí mismo y a otros de que una lectura atenta de la Biblia indica que el día del Juicio final se producirá en 1843. Muchos venden sus propiedades y aguardan el glorioso momento de la Segunda Venida, sólo para verse decepcionados, claro está. A partir de estas concepciones, se desarrollarán las confesiones conocidas como «adventistas del séptimo día» y «testigos de Jehová».

La Gran apostasía es un término que se usará entre religiones cristianas seguidores del restauracionismo, a partir del siglo XIX, especialmente los adherentes del Mormonismo, los Testigos de Jehová, los Adventistas y los Estudiantes de la Biblia, entre otros. (Apóstata proviene de una palabra griega que significa defección). Se conoce como el período en el que la Iglesia Cristiana establecida por Jesucristo y sus apóstoles, habría dejado de seguir, tras la muerte de los «apóstoles originales», las mismas doctrinas, prácticas y ordenanzas de la Iglesia primitiva, por causa de la “alteración de la doctrina Cristiana” y la “introducción de creencias y prácticas paganas” influidas por las culturas griega y romana. Todo ello sería debido al rápido crecimiento del Cristianismo y a la lejanía de muchas iglesias de su centro de origen durante los primeros siglos después de Cristo. Aseguran los restauracionistas que las comunicaciones en aquella época habrían sido muy limitadas, resultando ello en dificultades para guardar “la pureza de la Iglesia”. Concilios como el Primer Concilio de Nicea (325) reconocieron la necesidad de establecer una doctrina en común y por escrito, pero acusan los restauracionistas que este no era un proceso idóneo.

Charles Taze Russell, con veinticinco años, funda los Testigos de Jehová en 1877. Predica el inminente Armagedón, y más de un siglo después sus seguidores seguirán considerándolo inminente… A los 18 años, Russell ya había abandonado tanto el Presbiterianismo como el Congregacionalismo porque no podía reconciliar la idea de un infierno eterno con la misericordia de Dios. Russell, que no es ateo, simplemente no puede aceptar las enseñanzas de las iglesias. Para él, en todas las Iglesias se ven “Elementos de la verdad”, pero según su visión, estos están cubiertos con tradiciones y enseñanzas de hechura humana, las cuales se han acumulado durante siglos en lo que llama “la gran apostasía”. Alejándose de los credos de las iglesias tradicionales y buscando la verdad, Russell examina algunas religiones orientales destacadas, pero tampoco le satisfacen. Su fe en la Biblia es reavivada por el predicador segundoadventista Jonas Wendell. Aquella rama de los segundoadventistas le hace recuperar el interés por investigar la Biblia y tratar de comprender el plan de Dios para la salvación, así como el propósito del regreso de Cristo.

Las cuatro colonias (El Cabo, Orange, Transvaal y Natal) aprueban la Ley de la Unión por la que queda establecida la “Unión Sudafricana” en la cual, británicos y boers, son ciudadanos en pie de igualdad. La constitución aprobada niega el derecho de voto para los negros en las provincias de Orange, Transvaal y Natal (En El Cabo hay un régimen especial desde 1853 que se respeta). De hecho, los blancos de la Unión Sudafricana, de religión protestante, creen que la Biblia les da derecho a discriminar al resto de las razas. Por ello, no permiten a éstas participar en su democracia. Por esto, la ley les otorga una total supremacía sobre las otras razas del país (negros, mestizos e hindúes), con las que se negarán a convivir en igualdad de condiciones. Por otra parte, los idiomas inglés y holandés estarán en igualdad de derechos. Luis Botha es nombrado primer ministro.

Antoni GAUDÍ, ¿era creyente, era cristiano, era católico?. Iba mucho a misa… pero… Es demoledora en este terreno su frase: El gran libro, siempre abierto y que hay que esforzarse en leer, es el de la naturaleza; los otros libros están sacados de éste y tienen las equivocaciones e interpretaciones de los hombres. Hay dos revelaciones: una doctrinaria de la moral y de la religión, y otra que guia por los hechos, que es el gran libro de la naturaleza. Se comprende así que GAUDÍ no se refiera casi nunca a la Biblia o al Evangelio; lo poco que dice de ellos son minucias y nada más. Aún más extraño es que no cita nunca a la Virgen María, ni, lo que resulta ya inaudito, a Jesús. En sus escritos y declaraciones, Jesús y María sólo aparecen como figuras, estatuas, altares, capillas, etc. pero nunca como personas reales, históricas. A Dios sí que lo cita, pero la religión de GAUDÍ tiene más de creencia en el Dios Gran Arquitecto de los masones que en el Dios Padre de los cristianos.

Los Testigos de Jehová con Russell a la cabeza, vienen asegurando, desde hace unos años, que en esta fecha debe producirse el Armagedón, la guerra final de Dios contra la humanidad perversa. Al no ocurrir este hecho, como reconocen los propios Testigos de Jehová,  sus sucesores cambiarán el sentido de los hechos y dirán que en realidad lo que ocurrió en 1914 fue la presencia de Jesucristo invisible en el cielo que empieza su reinado. Lo que queda demostrado, según los Testigos de Jehová, por los acontecimientos que a partir de esta fecha acaecen en la humanidad ya que el diablo ante la actuación de Jesús es arrojado a la tierra desde el cielo. Seguiremos, pues, a la espera de la venida final de Jesucristo que puede ocurrir – aseguran- en cualquier momento ya que nos encontramos desde 1914 en el tiempo del fin.

Un joven pastor beduino descubre (otra versión indica que fueron tres pastores) ánforas con unos enigmáticos pergaminos en las grutas de Qumrán -junto al Mar Muerto-. Ignora que estas contienen la clave de un misterio largamente perseguido.

Los arqueólogos descubren en algunas tiendas de anticuarios de Jerusalén pergaminos que se han encontrado en Qumrán. Así, pues, la mayoría de los papiros han tenido que ser comprados, porque resulta un buen negocio para aquellos beduinos. Desde el primer momento se han identificado aquellos pergaminos como pertenecientes a la biblioteca de los esenios, que tenían su principal monasterio al pie de las escarpadas grutas de Qumrán. Este hecho contradice el consenso general de que en tales cuevas sólo se guardaban escritos propios de los esenios, pero éstos eran documentos religiosos hebreos. Y es que se creía que estos documentos los habían ocultado en un lugar desconocido ante la proximidad de los romanos en 66-70.

La central en EE.UU. de la American Schools of Oriental Research (ASOR) da a conocer la noticia del hallazgo en el desierto de Judea, en Qumrán, de unos manuscritos fechados hacia el siglo II a.C. y cuya publicación llevará más de medio siglo, arrojando nueva luz sobre la época del nacimiento del cristianismo.