La Confederación Helvética, tras la victoria de Morgarten, ratifica en Brunnen el pacto del 1 de agosto de 1291.

A medida que nos adentramos en el siglo XIV se va produciendo el ocaso de la oligarquía nobiliaria rural; sus derechos aduaneros, judiciales y territoriales pasan a ser administrados por las comunidades, que son gobernadas por la asamblea del cantón. En 1332, Lucerna -hasta ahora dependiente de Viena- se une a la primitiva confederación. Más tarde, en 1351 lo hará Zurich, en 1352 Glaris y Zoug y en 1353 Berna. De esta manera nace la Confederación de los Ocho Cantones.

Batalla de Laupen. La cruz plateada sobre un fondo rojo es mencionada por primera vez como un símbolo común en esta batalla que tuvo lugar en 1339. La cruz no ha sido sólo un símbolo querido en el corazón de los de Schwyz; ha jugado también un papel importante entre todos los confederados. En los tiempos antiguos, no existía ninguna bandera federal común bajo la cual combatir. (Véase tema de San Mauricio en el año 285). La cruz blanca que los confederados adoptaron en la batalla de Laupen estaba destinada a expresar su afinidad y la significación de aquella como símbolo religioso no podía ser subestimada. Se hacía la guerra a un adversario que había venido bajo la bendición del emperador germánico, pero con aquel símbolo (la cruz) se expresaba una legitimidad superior que venía directamente de Cristo… Desde aquella época, la cruz blanca plateada de S. Mauricio acompañó a los confederados en todas sus campañas.

LEOPOLDO I de Austria, señor de los Habsburgo, intenta someter a la Confederación de los ocho cantones con la intervención de un ejército de 20.000 hombres. Poco más de un millar de confederados le infligen una severa derrota, gracias a un tremendo alúd de piedras previamente preparadas en lo alto del monte y que diezman a los invasores.

En la fecha, la \”Carta de los sacerdotes\” estrecha los lazos entre los cantones suizos que deben mantener una lucha permanente contra los Habsburgo para reducir las cargas feudales.

La victoria suiza en Morgarten (1315) no ha desanimado por completo a los príncipes de la casa de Habsburgo en su intento de someter a los montañeses de los Alpes.El duque LEOPOLDO III, sobrino de Leopoldo de Austria, intenta vengar el revés sufrido por su tío en 1353, enviando otro poderoso ejército que, llega a Sempach, a pocos kilómetros de Lucerna el 9 de julio de 1386. Los confederados (suizos) son tan sólo unos 1.500 y por su parte los austriacos, que son cuatro veces más, para tenerlos a raya, forman un cuadro literalmente erizado de picas y sólidamente respaldado por arqueros. Es entonces cuando interviene Arnold Winkelried, que se adelanta el solo hacia la imponente formación enemiga, espada en mano y grita: “¡Confederados, adelante! ¡Yo abro paso! ¡Cuidad de mi mujer y de mis hijos!”, atrayendo sobre sí una nube de flechas que termina con su vida pero permitiendo que sus compañeros asalten el cuadro de los lanceros. Entre jóvenes estudiantes irreverentes se cuenta que, en realidad, las últimas palabras de este héroe nacional han sido: “¿Quién es el imbécil que me ha empujado?”. Sea como fuere, la batalla de Sempach consolidará definitivamente la independencia de los ocho cantones.

Una nueva invasión austriaca es rechazada por las fuerzas de los ocho cantones confederados, que alcanzan, en la fecha, la victoria de Naefels.

Tras el revés de Sempach, los austríacos desisten firmando en 1394 una tregua con los suizos y no efectuando ya más tentativas de hostigarlos en sus montañas.

El emperador SEGISMUNDO concede a la Confederación de los Ocho Cantones (Helvética) el derecho de conquista sobre Argovia austriaca, perteneciente al Archiduque de Austria declarado rebelde. Los confederados ocupan el territorio y lo gobernarán mancomunadamente.

Durante el siglo XV, paralelamente a las acciones militares, numerosas alianzas con sus vecinos marcan el afianzamiento de la Confederación Helvética (CH). Suiza se ha convertido en una potencia capaz de movilizar 100.000 alabarderos con una orden de la Dieta federal, y la superpoblación de los valles de montaña impulsa a los cantones a firmar acuerdos con potencias extranjeras para la recluta de mercenarios, que combatirán en todos los ejércitos europeos. De hecho se dará el caso de que soldados suizos, en las filas de ejércitos enemigos, se enfrenten en el campo de batalla.