FELIPE IV el Grande (Rey de España)(1621-1665)

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En Barcelona, la peste de 1651-52, causa 16.000 víctimas. El tifus, la viruela, la gripe y la malaria también causarán estragos.


Hasta comienzos del siglo XVIII, la peste devasta cíclicamente el continente europeo. Sus consecuencias son particularmente dramáticas en las ciudades, donde el amontonamiento de la población y la falta de condiciones higiénicas provocan una gran mortandad. Así, en Barcelona, con una población total media de entre 25.000 y 40.000 almas, la peste de 1530 causa 6.250 víctimas, la del 1558 más de 4.000, la de 1589-90 cerca de 12.000, y la de 1651-52, 16.000. El tifus, la viruela, la gripe y la malaria también causarán estragos hasta comienzos del siglo XX.

Barcelona es asediada. La defensa de la ciudad es organizada por la Coronela y por el Consell de Cent.


En 1651 la Diputació de Catalunya, que estaba en Manresa, decide volver a la obediencia de FELIPE IV; pero, a pesar de ello, Barcelona prefiere resistir el asedio que acaba de iniciarse. La defensa de la ciudad es organizada por la Coronela y dirigida por el Consell de Cent. La extensión de la peste (que sólo en Barcelona se cobra 16.000 víctimas) contribuye a abatir los ánimos.

Toma y demolición del Castillo de Siurana y ocupación de la Espluga del Francolí y de Prades.


Prades todavía es centro de operaciones del ejército franco-catalán, cosa que determina la toma y demolición del Castillo de Siurana, la ocupación de la Espluga del Francolí y de Prades y, posiblemente también, el derrumbamiento de su castillo de la villa condal.

España retiene Catalunya en 1652 y pierde Portugal en 1656, No es al ley la que cuenta sino la fuerza.


¿Qué razón, o qué valor moral, asiste al estado español para apoderarse de Catalunya en 1652 y quedarse sin Portugal -“Restauraçâo”- en 1656? Parece que ninguna razón y tampoco ninguna virtud. La fuerza es la única explicación. Los mismos aparatos estatales de Madrid que en 1652 triunfan contra la sublevación catalana, perderán, en cambio, en 1656 frente a los insurrectos portugueses. ¿Resultado? Portugal sigue siendo un Estado independiente y soberano que nadie cuestiona y Catalunya, en cambio, sigue sometida al Estado español por muchas voces que disientan de ello. No es la ley lo que cuenta sino la fuerza de dar leyes.

FELIPE IV se está mostrando muy conciliador. Barcelona se rinde al ejército real.


FELIPE IV se está mostrando muy conciliador. Esta nueva actitud hace que al rendirse Barcelona el 13 de octubre de 1652, al entrar en la ciudad don JUAN JOSÉ de Austria, encargado por la Corte madrileña de poner fin a la revuelta catalana, la ciudad se rinda al ejército real. Barcelona había sido atacada por mar y por tierra y el hambre y la peste habían hecho el resto. Debe también tenerse en cuenta que además de las discrepancias internas en Catalunya ante la actitud a adoptar frente a las tropas castellanas, ni Aragón ni Valencia, se sintieron solidarios de los catalanes frente a los castellanos.

Es nombrado virrey de Catalunya (1653-1656) JUAN JOSÉ de Austria, hijo natural de FELIPE IV.


Es nombrado virrey de Catalunya (1653-1656) JUAN JOSÉ de Austria, hijo natural de FELIPE IV. Había sido uno de los generales victoriosos y el que había llevado a cabo las negociaciones para la rendición de Barcelona (1652). Inicia en seguida una política de atracción de la población que consigue algunos éxitos entre la burguesía de las ciudades litorales. A pesar de eso, se muestra inflexible en asuntos de gobierno, como el control real de las insaculaciones. Desde Barcelona empieza el golpe de estado que derroca al valido JUAN E. Nithard, confesor de la reina, aunque ?
no consigue el control del gobierno hasta los años 1676-1679.

El virrey apela al buen sentido de los catalanes para que no se creen problemas y colaboren.


Como continúa la guerra con Francia (1635-1659) y es por tanto necesaria la presencia de tropas en suelo catalán, el virrey apela al buen sentido de los catalanes para que no se creen problemas. Logra que la Diputació y el Consejo de Ciento colaboren a los gastos de manutención de las tropas. Se granjea la estima de los catalanes, especialmente de la burguesía del litoral.