AGUSTÍN (Obispo de Hipona)

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AGUSTÍN es consagrado obispo.


Cuando el obispo de Hipona -VALERIO- quiere que alguien le reemplace, el pueblo fiel empieza a gritar: “¡AGUSTÍN Obispo! (como el pueblo de Milán había hecho con AMBROSIO). AGUSTÍN es consagrado obispo de Hipona cargo que ejercerá durante treinta y cinco años hasta su muerte en el 430. Aparte de la ingente tarea personal, AGUSTÍN desarrollará una fecundísima actividad teológica que le llevará a enfrentarse con maniqueos, donatistas, pelagianos, arrianos y paganos. En el caso de los pelagianos -un grupo que tomaba su nombre de Morgan Pelagio- la herejía vulnera la esencia de la doctrina de la salvación cristiana. El cristianismo enseña, por usar a S. Pablo, que “todos están condenados y no alcanzan la gloria de Dios”. Esta situación de perdición universal es remediada al encarnarse Dios en Cristo y morir en la cruz como sacrificio expiatorio por los pecados del género humano. Pelagio, por el contrario, enseña que el ser humano nace sin trabas para actuar con libertad, desprovisto de cualquier inclinación al mal y, por eso mismo, capaz de obtener la salvación por sus propios medios.

AGUSTÍN es nombrado obispo de Hipona tras la aclamación del pueblo.


AGUSTIN, en la fecha, termina la redacción de “Confesiones”. Este libro -que es un relato autobiográfico-, recoge su lucha por vencer sus antiguas costumbres morales. En este libro, escribe: “Nos has creado para ti, Señor, y nuestro corazón está inquieto hasta que descanse en ti”. AGUSTÍN nos dejará más de cien escritos.

AGUSTÍN se opone al emperador HONORIO cuando éste amenaza a los donatistas con la pena de muerte.


Los católicos reúnen un nuevo sínodo en Cartago y solicitan al emperador HONORIO que los donatistas sean declarados fuera de la ley y castigados conforme a los decretos promulgados por Teodosio el Grande contra los herejes. AGUSTÍN no desea tener que recurrir a la autoridad civil; pero finalmente tiene que ceder en vista de la terrible obstinación de los donatistas y basándose en aquel pasaje evangélico de la parábola del rey con respecto a sus invitados al banquete divino (que simboliza la entrada de los fieles a la Iglesia): “Obliga a la gente a entrar para que se llene mi casa” (Lc 14;23). Pero se opondrá resueltamente al emperador HONORIO cuando éste, mediante un edicto de 405, amenace a los donatistas con la pena de muerte.

INOCENCIO I se enfrenta firmemente a PELAGIO y al pelagianismo.


INOCENCIO I se enfrenta firmemente a PELAGIO y al pelagianismo, con tanta autoridad y decisión que AGUSTÍN de Hipona, cuando se entera, pronuncia una frase que llegará a ser un refrán: “Roma locuta, causa finita (“Cuando Roma ha hablado, la causa está terminada”). También condena el priscilianismo.

En Occidente las disputas con los pelagianos cesan por la Intervención esclarecedora de AGUSTÍN.


Se celebra el Sínodo de Cartago que condena a CELESTIO propagador del pelagianismo. Así, el sínodo hace naufragar por completo las esperanzas de CELESTIO -que es monje laico, igual que PELAGIO- que ha solicitado que lo ordenen sacerdote. En Occidente, las disputas cesan muy pronto, gracias a la intervención esclarecedora de AGUSTÍN que escribe el “Opus imperfectum contra Julianum” que combate la herejía pelagiana. También escribe: “De spiritu et littera” contra PELAGIO.

AGUSTIN, escribe: “De spiritu et littera” que combate la herejía pelagiana.


AGUSTÍN escribe: “A muchos aprovechó el haber sido forzados con el temor y el dolor” y recordando a PLATÓN, propone que nadie se quede sin su guardian. Pero ¿Qué hacer cuando el disidente invitado a reincorporarse al rebaño de los justos se obstina en el error?. En tal caso, AGUSTÍN propone que esa manzana podrida debe ser suprimida para que el mal que lleva dentro no se propague a las sanas.

El sínodo de Cartago descubre las insidias de PELAGIO. El Papa Zósimo obliga su repudio a todos los obispos.


El monje PELAGIO, originario de Britania o de Irlanda, y CELESTIO logran conquistar el favor del papa ZÓSIMO, presentándose como fieles defensores de la ortodoxia. El sínodo de Cartago, celebrado en el año de la fecha, descubre nuevamente sus insidias, y entonces ZÓSIMO, con su célebre “Epístola tractoria” obliga a todos los obispos a repudiar el pelagianismo. AGUSTÍN, obispo de Hipona, después de leer la carta del Papa ZÓSIMO, exclama: “Roma ha hablado: la cuestión está definida”. Los que rehusan obedecer son condenados al exilio por el emperador HONORIO. Con todo, la disputa no se ha extinguido, pero el movimiento herético está ya destinado a caer en el olvido. En esta fecha fallece PELAGIO.

AGUSTÍN publica: “De natura et gratia” y “De Trinitate”.


AGUSTÍN publica: “De natura et gratia” y “De Trinitate”. Por otra parte, los dos significados de “católico” que prevalecen en el período de los Padres de la Iglesia son los de universalidad y ortodoxia. AGUSTÍN utiliza en sus escritos el nombre de “católico” 240 veces entre los años 388 y 420 dC. Los dos significados de la palabra “católico”, coexistirán por mil años, pero con el cisma del Este-Occidente, la Iglesia Latina se continuará llamando “Católica” mientras que la iglesia del Este adoptará el nombre de “Ortodoxa.”

AGUSTÍN escribe “De civitae Dei” (La Ciudad de Dios). Un libro que es como un código de moral.


La gente desde el 410 en que ALARICO entraba a saco en Roma se ha cuestionado cómo es posible que el mito de la Roma invencible haya sido roto por un bárbaro y muchos paganos están echando la culpa de ello a los cristianos. Es entonces cuando AGUSTÍN escribe “De civitae Dei” (La Ciudad de Dios) para refutar esta teoría. Un libro que es como un código de moral y un compendio de historia, filosofía, teología y apologética. Se inicia con la caída de Roma a manos de ALARICO y concluye con las trompetas del juicio final. AGUSTÍN ataca a los antiguos dioses paganos, y los derriba, uno por uno, poniendo frente a frente dos modelos de “ciudades”: la Ciudad de Dios fundada en el amor y la Ciudad del Diablo, fundada en el egoísmo. Por otra parte, la Iglesia queda a menudo como la única institución organizada. Muchos obispos suplen a la administración imperial que se está viniendo abajo. AGUSTÍN acoge a refugiados en Hipona y pide a los presbíteros y a los obispos que se queden con el pueblo. Quodvultdeus es el alma de la resistencia en Cartago. Exuperio defiende Toulouse. Sidonio Apolinar, Clermont. Paciente aprovisiona Lyon y la región. Genoveva de Nanterre, una santa religiosa, levanta los ánimos de los parisinos.