Los musulmanes, en su intento de conquistar Castilla, obtienen una nueva victoria en Martos. Luego, al ser asesinado el rey de Granada, la ofensiva se detiene.

Mohamed IV (1325 -1333), rey nazarí de Granada. Este rey perderá la vida por los pactos e intrigas en que se verá envuelto con la tribu guerrera norteafricana de los benimerines.

Desde 1326 ALFONSO XI da un nuevo impulso a la lucha contra los musulmanes cosechando varios éxitos: Antequera, Olivera, Puna, Ayamonte, Torre de Alhaquin, etc…

Abú I Hasan (1331-1351), el más importante de los soberanos benimerines. Benimerines, es el nombre castellanizado más conocido que reciben los Banu Marin, miembros de un Imperio de origen bereber Zenata cuyo núcleo fundamental estaba en el norte del actual Marruecos. Durante los siglos XIII y XIV, los Benimerines también controlan, brevemente, algunas partes de Andalucía y de la zona este del Magreb. Surgieron tras la caída del Imperio almohade y fueron reemplazados por la dinastía Wattásida. Fueron fundadores del barrio Jdid en Fez, que convirtieron en su capital y donde también construyeron muchos monumentos.

Hassan fue enterrado cerca de Rabat y su propio hijo, Abu Inan, que se había revelado contra él, gobernó hasta 1358, cuando fue estrangulado por un visir. Inan había perdido sus dominios en las actuales Túnez y Argelia, los invasores árabes comenzaban a infiltrarse y su dominio sobre España tocaba a su fin. Los cristianos amenazaban con sus incursiones y la gangrena de la anarquía se extendió por todo el país.

Refugiados en Algeciras los pocos benimerines que habían escapado de la batalla del Salado, son definitivamente expulsados al ser conquistada esta ciudad, en la fecha, por castellanos  (Alfonso XI el Justiciero) y catalanes. Según se dice, en esta batalla se empleó por primera vez la artillería. Los toscos cañones o “truenos” arrojaban “pellas de fierro” del tamaño de una manzana grande, de trayectoria un tanto errática, sin puntería. Tampoco alejaban mucho, y era más el ruido que las nueces pero el impacto psicológico debía de ser considerable. (Algunos autores aseguran que los primeros cañones europeos habían tronado en 1331 en la expedición del moro granadino contra Alicante y Orihuela. Por otra parte, parece que existen dos manuscritos, uno florentino y otro inglés, fechados en 1326, que hablan ya de cañones.)