En 1920, Eugenio Pacelli es nombrado primer Nuncio ante la nueva República Alemana (conocida como la República Weimar), mientras sigue siendo Nuncio en Baviera. Aunque la nueva nunciatura tiene su sede en Berlín, no se trasladará allí sino hasta el año 1925. En 1924 firmará el Concordato de la Santa Sede con Baviera.

El Parlamento austríaco ratifica la Constitución federal de la República de Austria. A partir de este momento, la vida política de Austria se ve dominada por el enfrentamiento entre el partido socialista (que tiene su baluarte en Viena) y el partido socialcristiano, de carácter conservador. La crisis económica mundial repercute gravemente en la frágil economía austríaca.

Conviene tener en cuenta que las SA. no eran un invento del Partido Nacionalsocialista: en los años veinte y treinta y en el marco de los Estados democráticos europeos en crisis, proliferaron este tipo de organizaciones con camisas de los más variados colores e insignias cuidadosamente elegidas, en general de extrema derecha pero también de extrema izquierda. Pero ninguna otra formación de este tipo alcanzó el desarrollo e influencia de las SA.

Otra táctica empleada por los reaccionarios en Alemania consiste en asesinar a dirigentes democráticos prominentes. Así, Matthias Erzberger, católico liberal, es muerto el 29 de agosto de 1921, y Walther Rathenau, un industrial judío, el 24 de junio de 1922. Los asesinos y los derechistas que perpetran otras atrocidades sólo a veces son detenidos, pero en cualquier caso son tratados con benevolencia por un sistema judicial reaccionario heredado de la monarquía, de manera que las rebeliones y los delitos contra la democracia se ven activamente estimulados.

Mientras tanto, Alemania vive en el ostracismo respecto a la familia de naciones, por lo que ha de buscar amigos donde puede, y la elección lógica es otro país condenado al aislamiento: Rusia. Representantes de ambos países se reunen en Rapallo, una ciudad costera italiana próxima a Génova, en una época en que Mussolini aún no ha accedido al poder. El 16 de abril de 1922 se firma el tratado de Rapallo. (La inminencia del asesinato de Rathenau planeará sobre las negociaciones.) Ambos países se benefician del acuerdo. Renuncian a las reparaciones mutuas, y Alemania accede a enviar suministros a Rusia, que necesita desesperadamente artículos manufacturados a cambio de materias primas que a su vez precisa Alemania. Además, oficiales alemanes se trasladan a Rusia para instruir al ejército de este país. Los oficiales acumulan gran experiencia mandando a hombres y manejando armas a las que de otro modo no habrían podido tener acceso, debido a las restricciones del tratado de Versalles.

En medio del despertar del caos de la I Guerra Mundial, varias naciones europeas ven emerger unos partidos políticos radicales dedicados a la destrucción del sistema existente. Los comunistas, sacando fuerzas de la Revolución en Rusia, consiguen apoyos políticos y extienden su amenaza por el continente. Para contrarrestar lo que consideran la amenaza comunista, surgen partidos de extrema derecha en muchas naciones. En 1923, los partidarios de la derecha se apuntan un sorprendente éxito en Italia, con la toma del poder de los fascistas de Benito Mussolini. La guerra ha creado una era de extremismos políticos y revoluciones sociales que ahora invaden Europa.

Lituania se anexiona Memel, ciudad de Alemania.

Durante la Primera Guerra Mundial, Francia ha sufrido enormes pérdidas en vidas y propiedades. La mitad de los franceses entre los 20 y los 30 años que vivían al estallar la guerra, al terminar ésta ya han muerto. Francia está decidida a que Alemania pague los 132.000 millones de marcos-oro que se le exigen como reparaciones de guerra. Pero la decisión no basta. Alemania no puede y, lo que es más importante, no quiere pagar. Suspende, pues, sus pagos en efectivo y sus entregas de carbón, con las que se supone ha de compensar a Francia por los daños inferidos a los distritos mineros de la región Noroeste, ocupada durante la guerra. El 11 de enero de 1923, tropas francesas y belgas penetran en el noreste de Alemania y ocupan el valle del Ruhr, rico en yacimientos de carbón, con el propósito de forzar la extracción de este mineral. Pero la ocupación hace más mal que bien, pues los alemanes responden con huelgas y con la resistencia pasiva, lo que provocará la hiperinflación alemana durante ese año. Alemania se gana la simpatía de Gran Bretaña y los Estados Unidos, en tanto Francia parece actuar con la típica prepotencia germánica. La situación solo comenzará a normalizarse tras la creación del Rentenmark.

La década de los veinte marca la superioridad militar de Francia sobre Alemania, pero aun así Francia sigue temerosa. Ha sido fácilmente vencida en combate singular con los prusianos en 1870, y ha logrado por muy poco la victoria sobre Alemania en 1918, y aun con la plena ayuda de Gran Bretaña y la más tardía de los Estados Unidos. Francia sabe muy bien que algún día Alemania se recobrará de su actual debilidad, y cuando eso suceda, Francia no osará enfrentarse sola a una Alemania sedienta de venganza.

HITLER odia a los aristócratas, los capitalistas, los comunistas y los liberales, así como a los judíos y a todos aquellos que no pertenecen a la raza aria. En la fecha, 8 de noviembre, junto con otros miembros del Partido Nacional Socialista Alemán de los Trabajadores (Partido nazi), lleva a cabo en una cervecería de Munich -la Bürgerbräukeller-, donde se reúnen los dirigentes bávaros el conocido como “Golpe de Mùnich” entre otras denominaciones. Estaba el gobernador de Baviera, Gustav von Kahr, pronunciando un discurso delante de 3.000 personas. Cerca de 600 hombres bloquean las salidas. Hitler, rodeado por sus copartidarios Hermann Göring, Alfred Rosenberg y Rudolf Hess, entra por la puerta delantera, dispara un tiro al techo y salta sobre una silla gritando: “¡la revolución nacional ha estallado!”. De inmediato se declara un gobierno provisional en el sitio. Los cuarteles de la Reichswehr y los de la policía son ocupados por partidarios derechistas. HITLER y algunos copartidarios toman como rehenes al Comisario de Baviera, Gustav von Kahr, y a sus dos hombres más importantes, von Lossow y von Seisser.