PAÍSES BAJOS (Condados) (1350-1555)

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Salen a la luz espinosas discrepancias entre el Emperador y los Países Bajos.


Los últimos años de CARLOS V habían sacado a la luz espinosas discrepancias entre el Emperador y los Países Bajos, en los campos administrativo y fiscal. Machaconamente, los Países Bajos no dejaron de pedir a su “señor” a través de sus órganos de gobierno, que abandonase las guerras tan costosas que mantenía en diversos frentes. La prosperidad de su comercio, su industria y sus finanzas, daban un tono espléndido a su economía y su tradicional particularismo no podía dejar de verse dañado por las exigencias de un poder central cuyos intereses no compartían. Flexible, entre las protestas y las presiones, CARLOS supo granjearse la obediencia de sus súbditos e, incluso, reprimir una herejía de tintes populistas -los anabaptistas- sin desgarrar su sociedad cuando el protestantismo hacía estragos en Alemania y el calvinismo iniciaba su difusión por Europa. Sin embargo, no pudo evitar la extensión del calvinismo en las 17 provincias, a partir de la última década de su gobierno.

Los Países Bajos presentaban un grado de desarrollo difícil de superar en la Europa del siglo XVI.


Desde el punto de vista económico, los Países Bajos representaban un grado de desarrollo difícil de superar en la Europa de la primera mitad del siglo XVI. Desde el punto de vista social, la potencia de los gremios, consejos municipales, etc, andaba también a la vanguardia del desarrollo social europeo. El grado de centralización de los Países bajos, cuando tomó posesión de ellos CARLOS V, era similar al de España. Sin embargo, hacia finales de su reinado las diferencias eran ya evidentes. En España, el Estado, aunque no hubiese homogeneizado el conjunto de los reinos peninsulares, había impuesto su autoridad inequivocamente desde Castilla, sobre el resto, mientras en los Países Bajos la estructura imperial no se había consolidado. La centralización de la organización social se había estancado en el mismo punto.

Los Países Bajos es el centro con Italia de la actividad económica europea desde el siglo XII


Los Países Bajos, centro con Italia de la actividad económica europea desde el gran despegue económico del siglo XII, ha creado una alta burguesía tradicionalmente abierta a la influencia de las corrientes de pensamiento más innovadoras y progresivas. El calvinismo, por su contenido social democrático, centra en él las miradas de un importante sector de la burguesía. Por otra parte, su eficaz organización internacional le da una solidez y una garantía a toda prueba, su reglamentación interna de cariz jerárquico evita riesgos de estallidos populares y su ágil propaganda le proporciona una difusión masiva. Este conjunto de elementos posibilitan un crecimiento vertiginoso del calvinismo, máxime cuando una de las partes esenciales de su predicación se dirige a propagar la resistencia activa contra el gobierno de FELIPE II (Católico).

CARLOS (V) reúne las 17 provincias de los Países Bajos en el “Círculo de Borgoña”


Mediante el Tratado de Borgoña, firmado en la fecha, CARLOS (V) reúne las 17 provincias de los Países Bajos en una unidad estatal: el “Círculo de Borgoña”. Las provincias agrupadas en el Círculo de Borgoña no podían transmitirse aisladamente por herencia, sino como un único bloque, es decir, como un paquete hereditario indivisible, con lo que todas ellas, en conjunto, adquirían un cierto “status” de país unitario y autónomo, dentro, claro está, del indiscutido patrimonio de la familia de los Habsburgo.

Carlos V, decreta que las 17 provincias de los Paises Bajos sean vinculadas al reino de Castilla.


CARLOS V, por una Pragmática sanción de este año, decreta que las 17 provincias del Círculo de Borgoña o Países Bajos, sean vinculadas al reino de Castilla, que al cabo de poco tiempo debía heredar su hijo FELIPE. La integración del conjunto de los Países Bajos en la soberanía de la Corona de Castilla significaba sustraerlos al Imperio alemán, a sus tribunales de justicia y a las decisiones de la Dieta Imperial. Pero CARLOS V no había querido uniformizar los distintos reinos de su imperio y por eso preservó también en este caso, la personalidad de todos ellos, potenciando en los Países Bajos el protagonismo de la nobleza (los Orange, Egmont, Berghes, Montmorency…) en el Consejo de Estado, en el Consejo Privado y en el de Finanzas, así como en las asambleas de las provincias (Estados Particulares) y en las del conjunto de todo el país (Estados Generales). El gobernador, por otra parte, representaba al rey, siendo siempre una figura relevante en la corte. Y, por fin, el “stadhouder” (“estatúder” en castellano) era el encargado de las fuerzas armadas en cada una de las provincias que poseían un ejército propio.

La ciudad de Metz en los Países Bajos es defendida pos Francisco de Guisa. CARLOS V debe retirarse.


Pero CARLOS (V) prepara su desquite. Impone a España y a los Países Bajos nuevos tributos que le permitan formar un ejército y poner sitio a Metz, defendida por Francisco de Guisa; pero la ciudad fortificada resiste, y, en diciembre de 1552, Carlos (V) tiene que retirarse hacia el norte.