GUERRA DE LOS CIEN AÑOS (1337-1453)

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La guerra de los Cien Años fue un conflicto armado que duró 116 años  (1337 - 1453) entre los reinos de Francia e Inglaterra. En esta guerra, de raíz feudal,  se quería resolver quién controlaría las enormes posesiones acumuladas por los monarcas ingleses desde 1154 en territorios franceses, debido al ascenso al trono inglés de Enrique II Plantagenet, conde de Anjou. Tuvo implicaciones internacionales y finalmente, después de muchos años de numerosos enfrentamientos, se saldó con la retirada inglesa de tierras francesas.

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A Felipe VI de Valois le sucede en el trono de Francia, su hijo JUAN II el Bueno.


A Felipe VI de Valois le sucede en el trono de Francia, su hijo JUAN II el Bueno (1350-1364). El conde de Armañac (Aquitania), vasallo del rey francés, proclama su lealtad a JUAN.

Juan II rey de Francia se enfrenta a los ingleses en Poitiers. Descalabro francés. Juan II es prisionero.


Reanudadas las hostilidades de la denominada Guerra de los Cien Años, los ingleses prosiguen su despiadada devastación del territorio francés: EDUARDO III en el Noreste, y EDUARDO, príncipe de Gales (el Príncipe negro), en el Sudoeste. En la fecha, JUAN II el Bueno, rey de Francia se enfrenta al príncipe de Gales (el PRÍNCIPE NEGRO) en Poitiers, librándose una gran batalla en la que de nuevo los arcos largos de los ingleses son protagonistas del descalabro en las filas francesas que cuentan con fuerzas cuatro veces superiores. Los ingleses no sólo vencen en esta batalla, sino que además toman prisioneros a la mayor parte de la nobleza francesa y al propio rey JUAN II de Francia así como a su hijo FELIPE. En este momento, tres bases territoriales (Burdeos, Ponthieu, Calais), el apoyo de la casa de Montfort, en Bretaña, y de Evreux-Navarra, en Normandía, son las bazas de que dispone EDUARDO III.

Durante el cautiverio del rey francés JUAN II el Bueno, el delfín CARLOS asume la regencia en Francia.


Durante el cautiverio del rey francés JUAN II el Bueno en Londres, el delfín CARLOS asume la regencia en Francia. Pronto se ve obligado a enfrentarse con la revuelta de la municipalidad de París y con la sublevación campesina de la Jacquerie que consigue dominar.

Los franceses sufren una terrible rebelión campesina porque el campo soporta todo el peso de la Guerra.


Los franceses sufren una terrible rebelión campesina (jacquerie), pues todo el peso de la Guerra de los Cien Años y la devastación consiguiente recaen sobre las gentes del campo. Con el rey JUAN II en cautividad y Francia virtualmente arruinada, el hijo del rey, el Delfín CARLOS, consigue dominar la situación. (El primogénito del rey de Francia empieza a ser llamado Delfín —Dauphin— en este período, debido a su asociación al recientemente adquirido Delfinado, una región de la Francia sudoriental. JUAN II fue en vida de su padre el primer Delfín, y ahora CARLOS es el segundo.) De nuevo EDUARDO III penetra en Francia para lograr una victoria definitiva y hacerse con la corona. Pero en esta ocasión el éxito le vuelve la espalda. Los franceses ya han tenido experiencia suficiente del arco largo, de modo que se encastillan en sus ciudades fortificadas y se niegan a luchar. El tiempo es pésimo, y EDUARDO pierde hombres a causa de las enfermedades.

Los franceses sufren una terrible revuelta en París y una rebelión campesina (La jacquerie)


De hecho, la segunda mitad del siglo XIV es un periodo sombrío, marcado por una serie de plagas que se reproducen en 1361, 1362, 1369, 1372, 1382, 1388 y 1398. Los niños nacidos después de estos brotes epidémicos son especialmente vulnerables y reducen aún más? la población. El trastorno psicológico, consecuencia de estos desastres, se hace patente en una obsesión por la muerte y en una proliferación de movimientos religiosos fanáticos y aberrantes. Los soldados -muchos de ellos mercenarios franceses e ingleses- desmovilizados, se dedican al bandolerismo, llegando a poner sitio a Aviñón. Cuando unos años más tarde, la contienda en el reino de Castilla entre PEDRO I y su hermanastro ENRIQUE DE TRASTAMARA, dé una oportunidad de ocupación a estas molestas tropas, los papas respirarán.

EDUARDO III invade de nuevo Francia. Su ejército queda diezmado por las enfermedades y la climatología.


De nuevo EDUARDO III penetra en Francia para lograr una victoria definitiva y hacerse con la corona. Pero en esta ocasión el éxito le vuelve la espalda. Los franceses se encastillan en sus ciudades fortificadas y se niegan a luchar. El tiempo es pésimo y EDUARDO pierde hombres a causa de las enfermedades. EDUARDO III conduce su ejército hasta las mismas murallas de París en marzo de 1360 y una vez más los franceses se niegan a combatir. Se limitan a esperar y su estrategia da resultados. Las enfermedades y la climatología adversa diezman al ejército de EDUARDO III.

Ambos bandos, inglés y francés se disponen a consertar la paz.


Con el ejército inglés rodeando París, el 14 de abril de 1360, segundo día de Pascua, el frío arrecia de manera insólita, y una tremenda granizada se abate sobre el ejército inglés a la intemperie. Este episodio quebranta la moral de EDUARDO III, y ambos bandos se disponen a concertar la paz.

El agotamiento de ambas partes, conduce a firmar un tratado de paz: el Tratado de Brétigny-Calais.


En el asedio de París por las fuerzas inglesas de EDUARDI III, el agotamiento de ambas partes, conduce, en la fecha, a firmar un tratado de paz: el Tratado de Brétigny-Calais. Sus términos estipulan que Francia evacuará todos los territorios que ?Inglaterra haya conquistado, particularmente Aquitania y Calais. También se acuerda el pago de un enorme rescate -tres millones de escudos- por el rey JUAN el Bueno y todos los demás miembros de la corte que siguen de rehenes en Inglaterra. En contrapartida, EDUARDO III renuncia a sus reclamaciones del trono de Francia regresando a su país. JUAN el Bueno deja a dos de sus hijos -Juan y Luis- en poder de los ingleses como garantía del cumplimiento del tratado. El Príncipe Negro regresa también a Inglaterra. Este Tratado de paz pone fin a la primera fase de la Guerra de los cien años (1337-1360).

Tomando ejemplo del propio Eduardo, Francia decide aplicar sus mismas tácticas anfibias y navales.


Tomando ejemplo del propio EDUARDO, Francia decide aplicar sus mismas tácticas anfibias y navales. Comienzan entonces, a partir de 1360, a hacer rápidas y devastadoras incursiones contra la costa meridional de Inglaterra, que culminarán en el saqueo e incendio de Winchelsea. Dado el buen resultado, siguen con este tipo de operaciones, y los ataques anfibios se convierten en la pesadilla de las guarniciones y población civil inglesas costeras por lo menos hasta 1401. Descubren además que EDUARDO comienza a hacer regresar sus tropas para defender sus islas, y los campesinos franceses ven disminuir las espantosas “chevauchées” británicas. Así, los pocos ingleses que aún recorren la campiña francesa han de retroceder progresivamente en medio de las tierras secas y arrasadas que los galos dejan a sus espaldas. Muchos mueren de hambre y enfermedades (principalmente disentería y escorbuto). Manda los ejércitos franceses el delfín CARLOS (más tarde coronado como Carlos V).