SOLIMÁN I el Magnífico (Sultán turco) (1520-1566)

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El corsario BARABARROJA, con la ayuda del sultán SOLIMÁN “el Magnífico”, se apodera de Túnez.


BARABARROJA, famoso corsario, con la ayuda del sultán de Estambul, SOLIMÁN “el Magnífico”, se apodera de Túnez -cuyo “bey” era vasallo de CARLOS I- amenazando el litoral de Italia y España, si bien no se atreve a presentarse ante Barcelona, sabiendo que está convenientemente prevenida.

La alianza entre Francia y el Imperio Otomano, aumenta los motivos de inquietud del emperador CARLOS V.


La expedición a Túnez ha cobrado el aspecto de una auténtica cruzada por lo que FRANCISCO I no puede prestar un apoyo directo a su aliado turco. Pero, apenas tomada Túnez por CARLOS (V), se apresura a firmar con SOLIMÁN el Magnífico unas “capitulaciones” que conceden a los franceses el derecho a comerciar en Turquía. Este tratado, que refuerza la alianza de los dos países, aumenta los motivos de inquietud del emperador.

En Hungría, SOLIMÁN inflige una dura derrota a FERNANDO, hermano del emperador, en la batalla de Eszek.


El emperador CARLOS del SIRG, con sus posesiones repartidas por toda Europa occidental, gobierna a veintiséis millones de personas; SOLIMÁN, a veintisiete millones. Son dos antagonistas dignos el uno del otro. A CARLOS V le consta que no puede enfrentarse a SOLIMÁN teniendo a sus espaldas un mortal enemigo como Francia (e igualmente a SOLIMÁN le consta que a sus espaldas tiene un mortal enemigo como Persia). En el Mediterráneo, BARBARROJA, a quien FRANCISCO I ha franqueado los puertos, reanuda sus saqueos y ataca a Nápoles, y reconquista Bizerta. En Hungría, SOLIMÁN inflige una dura derrota a FERNANDO, hermano del emperador, en la batalla de Eszek. CARLOS (V) ya no dispone de medios para responder a aquellos ataques conjuntos, y decide reunirse -en la fecha- con FRANCISCO I en Aigues-Mortes. En este coloquio, el rey de Francia promete no reanudar su alianza con los turcos. El emperador le entrega, a cambio, Saboya y los dos tercios del Piamonte, dejando sin resolver la cuestión de Milán.

Las murallas de la ciudad de Jerusalén, son restauradas y fortalecidas por el sultán SOLIMÁN.


Las murallas de la ciudad de Jerusalén, son restauradas y fortalecidas por el sultán SOLIMÁN entre 1539 y 1542.

Esta pieza también aparece en ... IMPERIO OTOMANO (1299-1922) • JERUSALÉN

Guerra entre España y Francia (1542-1544).


Guerra entre España y Francia (1542-1546). Una de las denominadas Guerras italianas. FRANCISCO I, aliado con SOLIMÁN I del Imperio otomano lanza una invasión final de la península italiana.

El protestantismo y la herejía en los Países Bajos preocupan tanto como las inscursiones de los turcos.


Temía FELIPE II que los turcos atacaran pronto de forma directa los reinos de Europa. Por ello ordena poner en alerta las costas de España y de Italia. Nombres como los de SOLIMÁN, BARBARROJA o DRAGUT corrían ya de boca en boca por todas partes y espantosas historias de crímenes, masacres, asesinatos y violaciones competían con otras atribuidas a los partidarios de la herejía protestante. Constantinopla era el gran mercado de esclavos cristianos y desde los púlpitos y los cuarteles se reclamaba con urgencia una nueva cruzada a estas tierras lejanas. El protestantismo y la herejía en los Países Bajos preocupan tanto como las inscursiones, cada vez más numerosas, de los infieles turcos.

En la primera parte del reinado de FELIPE II, el objetivo básico es garantizar la seguridad de la monarquía


En la primera parte del reinado de FELIPE II, la prioridad política otorgada a la frontera de la cristiandad con los turcos y berberiscos da lugar al incremento de la atención prestada a los problemas del reino de Valencia. Pero el objetivo básico es garantizar la seguridad de la monarquía, como pone de manifiesto el desarme general de los moriscos que se decreta en la fecha; se evita, asimismo, que esta minoría pueda actuar como quinta columna en una posible invasión musulmana de la Península. FELIPE II acuerda la paz con SOLIMÁN y los cautivos de los piratas turcos y berberiscos regresan a España hablando de un mundo nuevo, de unas cortes fastuosas, de unas costumbres que en nada se parecen a todo lo conocido por ellos en la cristiandad.