Uno de los códices que ilustra los Comentarios del BEATO DE LIÉBANA al Apocalipsis de San Juan (776) -que se encuentra en la catedral de Girona-, es terminado por Emeterio y la pintora Ende en este año de 975. La característica esencial de estos pintores es que unen la pupila de sus personajes a la línea superior de los ojos, con lo que consiguen una expresión de desencanto. Este Beato de Girona crea un nuevo clima artístico que se anticipa al ritmo y estilización románicas.

El apogeo del románico, primer estilo internacional de la Edad Media, siguió a la consolidación del Camino de Santiago durante los siglos XI y XII. Los intercambios culturales surgidos de la peregrinación provocaron que este movimiento artístico, con sus variantes regionales, se extendiera por toda Europa. Con el asentamiento de la ruta jacobea se fueron sucediendo cambios en la sociedad medieval que ayudaron también a la extensión del románico: el fortalecimiento de los reinos europeos, el crecimiento de la población y la generalización del comercio. También tuvo una importancia capital en el florecimiento de este estilo las órdenes religiosas, sobre todo la de Cluny. El aumento de feligreses hizo que se comenzaran a construir cada vez más iglesias, pero de forma más cuidada y elaborada. Por otra parte, el trasiego de peregrinos propició una arquitectura civil complementaria a la religiosa. Se comenzaron a edificar hospederías, hospitales, puentes y barrios para albergar a la masa que movía el Camino de Santiago. Así fue como poco a poco fueron naciendo los burgos medievales, y en el centro de ellos, la iglesia románica.

La cabecera de la abadía de Saint-Denis incluye los primeros elementos góticos. Empieza a extenderse el nuevo estilo arquitectónico.

Al mismo tiempo que las catedrales, la arquitectura gótica se extiende durante los siglos XIII-XV por los pueblos y por los diversos arrabales de las ciudades. La vida comunitaria se organiza alrededor de la parroquia. Cada barriada, pueblo o lugar, quiere disponer de una iglesia adaptada a les nuevas necesidades sociales y gustos estéticos. Así, muchas iglesias se edifican a través de donaciones pecuniarias y del trabajo personal de los vecinos. En Barcelona destacarán Santa Maria del Mar y Santa Maria del Pi, ambas del siglo XIV. En el resto de Catalunya destacan, entre muchas otras, la colegiata de Manresa, llamada popularmente la Seu, y la iglesia de Santa Maria de Castelló d\’Empúries, edificada el siglo XIV bajo el impulso de los condes d\’Empúries, que pretenden convertirla en catedral.

La escultura renacentista se libera definitivamente del marco arquitectónico. Es caracterísitca de la pintura del Quattrocento la observación de la realidad como punto de partida, la evocación de la antigüedad clásica y el dominio, que llega a alarde, de la perspectiva. Se cultiva la pintura al fresco y la de caballete. Es ésta una novedad, como lo es la introducción del óleo, de influencia flamenca. Los temas pictóricos son religiosos para los templos y monasterios y profanos (mitológicos, alegóricos, históricos) para los encargos civiles, ya sean públicos o privados.

A principios del siglo XV se produce en Florencia una transformación radical de concepción, los modos y la función del arte. Un antecedente claro es Giotto. Los principales protagonistas de la ruptura fueron: Brunelleschi (arquitecto), Donatello (escultor) y Masaccio (pintor), Alberti (escritor y arquitecto) fue el teórico de esta ruptura. Se reivindica la actividad artística como un arte intelectual o liberal, frente a la concepción medieval del arte como actividad manual o mecánica. La finalidad del arte es el conocimiento. La práctica artística se realiza en la ciudad y para la ciudad. Aparece el mecenazgo de los signori, cabezas políticas de la ciudad, que persiguen su engrandecimiento. Se descubre la perspectiva y la teoría de la porporción es un intento de relacionar las partes con el todo.

El siglo XV marca una etapa de espléndido desarrollo artístico y cultural, y de una prosperidad sólo aparente, que encubre dificultades y conflictos latentes.

En materia artística, el siglo XVI es considerado en Occidente el siglo clásico por excelencia. El artista y teórico Vasari dividió el Cinquecento en dos etapas: La primera que culminaría con la obra de Michelangelo Buonarrotti (MIGUEL ANGEL) y otra, llamada también época manierista, porque se trabaja “a la manera de”, imitando a los grandes maestros pero sin llegar a superarlos, ni siquiera a igualarlos. El gran centro artístico fue Roma y el mayor mecenas, el papado que pretende restituir a Roma la grandeza imperial; también las cortes de las monarquias emergentes promovieron el arte. Se da una gran importancia al urbanismo y existe una preocupación por situar el edificio en el marco ambiental adecuado. Se conocen y dominan mucho mejor las formas grecorromanas. Se presta gran atención a las cuestiones técnicas: en esta época se escriben muchos tratados.

En el Cinquecento la escultura alcanza la plenitud clásica y comienza a amanerarse. Una figura llena todo el siglo: MIGUEL ÁNGEL, arquitecto, escultor y pintor, apodado “el Divino”. MIGUEL ÁNGEL realiza una obra inmensa y en solitario. Su concepción idealista, o neoplatónica, del arte de la representación, su carácter huraño, su incapacidad para trabajar en equipo, han sido elementos para la creación del concepto de artista-genio, ser dotado de atributos cuasi sobrenaturales que le sitúan por encima del resto de los mortales. La obra de Miguel Ángel es muy personal. Se inició en la pintura pero se inclinó muy pronto por la escultura, arte considerado por él como el más noble, puesto que se basa en suprimir la materia que permite liberar la idea que se encuentra ya realizada en su interior pero como aprisionada por dicha materia. Según MIGUEL ÁNGEL, lo único que hace el artista es liberar la idea de la materia que la encarcela.

El saqueo que ha sufrido Roma a manos de las tropas de CARLOS (V) será considerado trascendental para los historiadores del arte y de la cultura italianos. Conmoverá a los espíritus más lúcidos y provocará la diáspora de muchos artistas que residen en la capital pontificia, los cuales acabarán instalándose en otras cortes de la península e incluso de otros países. El saqueo de Roma se considera que pone fin al Renacimiento italiano, y que señala el momento en que sobre Italia se abatió la sombra de la dominación extranjera, de la que iba a tardar mucho tiempo en emerger.
Tal vez la decadencia se hubiera consumado de todas formas, incluso sin invasiones extranjeras. La expansión europea, encabezada por España y Portugal, en dirección a las costas de lejanos continentes, había convertido los océanos Atlántico e Índico en el ámbito de las rutas comerciales. El Mediterráneo era eludido y perdía la importancia que había mantenido por espacio de veinticinco siglos, desde la época fenicia. Pero a pesar de los daños causados por la guerra, a pesar de las herejías y de la decadencia económica, el Papado prosiguió su trayectoria.