En la China ZHOU, quedan sólo siete estados ya que los más fuertes eliminan a los más débiles.

YING ZHENG accede, con trece años, al trono de ZHIN (Qin), uno de los siete reinos en que está dividida China, y a partir del cual conseguirá el poder imperial. Ordena de inmediato la construcción de su tumba.

Tras un breve período de regencia a cargo de su madre, YING ZHENG, a los 22 años, toma las riendas del poder. Lo primero que hace es sofocar una rebelión iniciada por uno de sus siervos, Lao Ai, y desterrar al mercader que junto con la Reina había gobernado el estado, Lu Buwei. Acallados los conflictos civiles, emprende la conquista de los otros seis reinos, Qi, Chu, Yan, Han, Zhao y Wei.

La campaña prolongada y prácticamente ininterrumpida contra los otros seis estados chinos que son incapaces de coaligarse consigue que estos caigan uno tras otro. El estado ZHIN alcanza, en la fecha, la hegemonía y YING ZHENG adopta el título de QIN SHIHUANG DI, “Primer emperador de la dinastía Qin” (221-210 aC). Se considera a QIN SHIHUANG el fundador del imperio chino, que gobernará con mano de hierro, y del modelo de gobierno centralizado y totalitario que pervivirá durante siglos. De entrada le da el nombre a China y unifica realmente el país gracias a su poderío militar basado en las minas de hierro de su feudo. La legislación y las instituciones de ZHIN se extenderán a toda China. Las aristocracias de los estados derrotados son deportadas, se eliminan los restos de feudalismo y se crea una burocracia local centralizada y no hereditaria. El imperio se divide en 36 distritos o comandancias, gobernados por funcionarios civiles y militares que responden directamente ante el autocrático emperador. Se estandarizan la moneda, los pesos, las medidas y la escritura. Al igual que la India de esta época, China debe contar con una población en torno a los 30 millones de personas.

Mientras, las obras del recinto funerario que se hace construir QIN SHIHUANG DI, siguen a buen ritmo. Ubica su sepulcro bajo un montículo de 76 m. Sin embargo, lo dota de unas dimensiones tan gigantescas que creará un precedente para las dinastías posteriores. Una de las novedades que introduce es levantar junto a la tumba un palacio imperial, con todo lo que considera necesario para la vida tras la muerte, así como una zona administrativa en la que reposará el guardián del sepulcro. Además, considera imprescindible disponer de un gran ejército, por lo que decide erigir uno como el suyo a 1,5 km de distancia de la tumba para que le custodie en el más allá. Unos 700.000 súbditos participarán en la construcción del complejo funerario, según los escritos de Sima Qian, historiador de una dinastía posterior. Llegados de todos los rincones del Imperio, los trabajadores (en su mayoría hombres, y en menor medida mujeres y niños) están sometidos a duras y brutales condiciones de vida. Así lo reflejan documentos legales de la propia dinastía Qin, que prescriben como un tipo de castigo la obligación de trabajar en el complejo funerario de Xian.

Los pueblos del norte de Asia penetran periódicamente con sus caballos en los grandes territorios de la China y arrasan cuanto encuentran a su paso. Por ello, el emperador QIN SHIHUANG DI, se lanza a la obra titánica de unir las defensas militares ya existentes a fin de poner una barrera no a las personas sino a los caballos. Así surge la Gran Muralla, que en chino es conocida como el muro de los Diez Mil Li (el li es una unidad de distancia que ronda los 500 metros). A estos efectos, envía a más de 500.000 personas -la mayoría presos- a levantar la Gran Muralla… (Se dice que en determinadas épocas llegaron a trabajar al mismo tiempo tres millones de hombres, una cifra equivalente al 70% de la población de la época). Es una obra que también simboliza ese carácter voluntariamente aislacionista de los chinos, reflejo de su desdén por todo aquello que sucede más allá de sus fronteras. Por otra parte, conferirá a su imperio un sistema de escritura unificado y otro estándar de pesos y medidas, y mandará abrir vías que comuniquen las ciudades más importantes de sus dominios. La longitud total de la Gran Muralla es de 7.300 km.

El gran QIN SHIHUANG DI está ansioso por borrar las huellas del largo pasado feudal, y por empezar la historia desde un nuevo punto de partida. Por otra parte, es el primero de los “hijos del cielo” en desconfiar de los intelectuales. Recela de estos personajes, teme su influencia y termina por perseguirles sin ambigüedades, además de ordenar la destrucción de todos los libros, excepto los de carácter técnico. Entierra vivos a eruditos confucianos críticos con su política y quema todos los libros de esta sabiduría. En un determinado momento de esta implacable persecución, el Emperador ordena la sepultura de 346 escolares vivos a modo de aviso contra aquellos que le critican.

El coste de las reformas de QIN SHIHUANG DI arruina la economía de China y su gobierno despótico provoca tal descontento que a su muerte, en la fecha, estalla la guerra civil. Como ha sucedido a los personajes tiránicos y fuertes, QIN SHIHUANG DI vive sus últimos años sumido en la desconfianza y la búsqueda de la inmortalidad. Ésa es, al parecer, la razón de su muerte, tras ingerir un supuesto elixir de la vida lejos de la capital (la leyenda popular sugiere que fue un envenenamiento nada casual). Pero a diferencia de anteriores prácticas funerarias, el sepulcro del Emperador será custodiado por 8.000 soldados… de terracota. (Será descubierto en marzo de 1974)

Corre el mes de marzo de 1974 en la localidad de Lintong, a 40 km de Xian, al sur de la provincia de Shaanxi. Unos pastores dedican sus esfuerzos a abrir un pozo en busca de agua. Así es como descubren los restos de lo que parece una escultura de terracota. Aún no lo saben, pero apenas cinco o seis metros bajo tierra se encuentra el ejército de arcilla más impresionante de la Antigüedad, creado a imagen y semejanza de la guardia imperial para proteger la tumba de Ying Zheng (QIN SHIHUANG DI), el primer emperador de China que manda construirlo hacia el año 221 aC. Avisadas las autoridades locales, se empieza a excavar la zona y pronto puede verse que es más grande de lo que se esperaba: hasta 22.000 m2. Los soldados, esculpidos a tamaño natural, aparecen a cientos, miles; cada uno con rasgos faciales individuales, con atuendos diferentes. Todos dispuestos en formación de batalla. Algunos van armados; unos están de rodillas, otros de pie; en actitud defensiva o desafiante. Junto a ellos también se hallan carros tirados por caballos. En total, se excavarán cuatro fosas que incluyen unos 8.000 soldados, 600 caballos, 100 carros y más de 10.000 armas de bronce, entre espadas, dagas, lanzas, ballestas y flechas.

Al entusiasmo inicial le sigue la cautela. Las piezas que se extraen se deterioran con rapidez. Han permanecido enterradas tanto tiempo que el contacto con el aire representa para ellas la cara misma de la fatalidad. La pintura de su superficie se evapora como por encanto. El gobierno chino decide entonces ralentizar las obras de recuperación que se prolongarán durante veinte años. Hasta su descubrimiento no se esperaba que la escultura china de hace más de dos milenios fuese capaz de representar el cuerpo humano con tanto realismo. Lamentablemente, el deterioro de sus capas de pintura no permite apreciar, en cada caso y en su conjunto, el verdadero aspecto que presentaban cuando fueron elaborados.