ALFONSO de Ávila (Hermano de Isabel I de Castilla)

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Isabel se ve relegada al tercer lugar en la línea sucesoria por el nacimiento de Alfonso, preferido por varón.


Nace en Tordesillas, ALFONSO de Ávila, hermano de ISABEL de Castilla. Hasta los dos años de edad, ISABEL de Castilla, hija del segundo matrimonio del rey castellano, ocupa el primer lugar en la línea sucesoria, después de su hermanastro ENRIQUE. Pero en la fecha se ve relegada por el nacimiento de ALFONSO, preferido por varón.

Muerto JUAN II de Castilla y León, le sucede, en el trono, su primogénito ENRIQUE IV el Impotente.


Muerto JUAN II de Castilla y León, le sucede, en el trono, su primogénito ENRIQUE IV el Impotente, (1454-1474). Castilla ignora la ley sálica y la corona se transmite por la vía de la primogenitura, pasando los varones, no obstante, delante de las mujeres. JUAN II, rey de Castilla se ha casado dos veces: de una primera unión con María de Aragón ha nacido un hijo, el futuro ENRIQUE IV el Impotente; de un segundo matrimonio, con ISABEL de Portugal, ha tenido una hija, la futura ISABEL la Católica, nacida en 1451, y un hijo, el infante ALFONSO de Ávila, nacido en 1453. En su testamento, JUAN II fija así el orden de sucesión al trono, totalmente conforme al derecho constitucional castellano: a) ENRIQUE y sus hijos; b) en su defecto, ALFONSO y sus hijos; c) en su defecto, ISABEL.

Una parte de la nobleza castellana se reserva el seguir considerando como heredero a ALFONSO.


En un acta secreta, una parte de la nobleza castellana encabezada por el marques de Villena se reserva el seguir considerando como heredero a ALFONSO, hermanastro de ENRIQUE IV y príncipe de Asturias, por la presunta ilegitimidad de JUANA, hija de ENRIQUE IV, conocida posteriormente como JUANA la Beltraneja, cuyos derechos sucesorios niegan. Parece que los propios nobles que proclaman la ilegitimidad de JUANA no esgrimen enseguida el argumento de su bastardía; se limitan a poner en duda sus derechos a la corona; más tarde tan sólo, deseando reforzar su posición, emplearán este argumento.

Se dispone una nueva boda entre el portugués Alfonso V el Africano y la infanta Isabel de Castilla.


En abril de 1464 ENRIQUE IV y ALFONSO V el Africano, de Portugal, refuerzan su alianza, que deberán asentar aún más con el matrimonio de este último y la infanta ISABEL. El apoyo portugués, que los Mendoza ven como un contrapeso al que JUAN II de Aragón puede prestar a los nobles, tiene como consecuencia la conjura de éstos por hacerse con las personas de los infantes ALFONSO e ISABEL de Castilla, alegando que desean defenderlos frente a JUANA, cuyos derechos sucesorios niegan, aunque no esgrimen aún el argumento de su bastardía, como harán más adelante. Tal como se esperaba, JUAN II de Navarra se adhiere a la postura del almirante Enríquez, su suegro, en defensa de los derechos de ALFONSO.

ENRIQUE IV, rey de Castilla, incapaz de reprimir la oposición de una fracción de la nobleza castellana.


ENRIQUE IV, rey de Castilla, incapaz de reprimir la oposición de una fracción de la nobleza castellana, tiene que aceptar las condiciones de los nobles: el 30 de noviembre deshereda a su hija JUANA (sin declararla ilegítima, no obstante) y reconoce a su (del rey) hermanastro ALFONSO como heredero del trono.

Varios nobles proclaman rey de Castilla al infante Alfonso de Ávila buscando la capitulación de Enrique.


Conjurados varios nobles con el arzobispo de Toledo, Alfonso Carrillo a la cabeza, para destronar al rey ENRIQUE IV de Castilla, se reúnen ante las murallas de Avila, donde colocan en un trono en burlesca ceremonia un monigote con los atributos reales, despojándole después de los mismos -“Farsa de Avila”-. A continuación proclaman rey a su hermanastro, el infante ALFONSO de Ávila, un niño de 11 años de edad. Prosigue luego, la campaña de desprestigio contra ENRIQUE IV, su vida privada, sus desengaños conyugales. La meta que se persigue es obligar al rey a capitular, a librar el Estado a los nobles. Todos los medios son buenos. ENRIQUE IV contemporiza, cree que puede discutir; en este juego va de concesión en concesión dilapidando la poca autoridad que le queda.

Alfonso de Ávila es un juguete en manos de los nobles. Estos quieren que se case con Juana la Beltraneja.


El heredero del trono es convertido por los nobles en rey mientras aún vive ENRIQUE y durante los tres años de su “reinado”, ALFONSO de Ávila será un juguete en manos de los nobles, que cambiarán de bando a menudo en función de las presiones y de las ofertas de ENRIQUE, de las negociaciones entabladas o, simplemente, cuando no se vean recompensados de acuerdo a los méritos que crean tener. Los seguidores de ALFONSO quieren que éste se case con JUANA la Beltraneja.

Alfonso intenta una reconciliación general que aparentemente todos quieren pero nadie acepta.


Los intereses encontrados y la preferencia dada por los nobles a su posición personal sobre el bienestar del reino hacen fracasar las misiones de paz llevadas a cabo por el legado pontificio, e igual éxito tienen los intentos de llegar a una reconciliación general, deseada aparentemente por todos y por nadie aceptada, como ocurre en la reunión convocada por ALFONSO y celebrada, en la fecha, en Segovia.

Fallece el infante ALFONSO, según algunos cronistas envenenado. Isabel salta a la escena política.


La peste que está causando estragos en Arévalo, capital y lugar de confinamiento de ALFONSO de Ávila, hermanastro de ENRIQUE IV el Impotente, aconseja que el príncipe se traslade a Ávila, lugar de aire más sano. El viaje termina en Cardeñosa (Ávila), donde, en la fecha, fallece el infante ALFONSO, según algunos cronistas envenenado por el maestre de Santiago cuando ve que ALFONSO escapa a su control y, según otros, víctima de la peste. Aquella misma noche, su cadáver es llevado por los criados del obispo de Coria al Monasterio de San Francisco, extramuros de la ciudad de Arévalo, en el que es enterrado. Sea cual se la causa de la muerte de ALFONSO, este hecho es el que empujará definitivamente a su hermana ISABEL, a la escena política.