Como consecuencia de la Revolución liberal de Oporto, JUAN VI y su corte, con la excepción de Pedro que se queda en brasil como príncipe regente, regresa a Portugal en 1821.

El rey parte hacia Lisboa, la metrópoli, y la burguesía comercial brasileña que no está dispuesta a perder todo el terreno ganado declara independiente al Brasil (“cri da Ypiranga”), con el beneplácito de Gran Bretaña. Brasil pasa a ser imperio (1822 – 1889), y el príncipe regente, primogénito de JUAN VI, se corona como emperador PEDRO I. (Portugal reconocerá la independencia en 1825).

JUAN VI de Portugal muere, en la fecha, dejando el trono a su hijo PEDRO I del Brasil (IV de Portugal). Pero éste no desea abandonar Brasil, de modo que renuncia al trono portugués y cede su trono a su hija de 7 años, quien reina como MARÍA II (1826-1828), a la vez que envia a Portugal un nuevo texto constitucional (1826) que pretende conciliar los principios de la soberanía popular con la autoridad real.

En Portugal, con la ayuda de Inglaterra y Francia, PEDRO derrota a MIGUEL unos meses después y a MARÍA II, en la fecha, se le devuelve el trono (1834-1853). A partir de entonces, la lucha por el poder se establece entre los partidarios de la constitución de 1822 y los partidarios de la Carta Constitucional de 1826.

A la vista de los acontecimientos que suceden en Portugal, PEDRO I del Brasil abdica del trono brasileño en su hijo PEDRO II y regresa a Europa con el fin de restaurar a MARÍA II.