PIERRE DE COUBERTIN

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Pierre de Coubertin anuncia en la Sorbona el restablecimiento de los Juegos Olímpicos.


La llama olímpica deja de brillar durante más de 1.500 años, aunque sus rescoldos siguen chispeando en la mente de aquellos que atesoran la herencia helenística. Sólo hace falta que alguien cautivado por el ideario olímpico le insufle un poco de vitalidad. Es una misión con tintes casi mesiánicos que da, a finales del siglo XIX, con el candidato perfecto: el aristócrata Pierre de Fredi, más conocido como el barón de Coubertin. Nacido en el seno de una familia aristocrática, el barón de Coubertin disfruta, desde muy joven, de una amplia formación humanística que abona el camino para sus dos grandes pasiones: el deporte, entendido como elemento reformador de la sociedad y de la educación, y el redescubrimiento de la cultura helenística. En realidad, estos dos referentes del horizonte personal de Coubertin son el reflejo de las incipientes inquietudes de su tiempo. Los discursos y los textos de Pierre de Coubertin en favor de la plenitud física y del desarrollo del deporte jalonan toda su existencia. El 25 de noviembre de 1892 da una conferencia en la Sorbona sobre «el ejercicio físico en el mundo moderno», seguida del anuncio del restablecimiento de los Juegos Olímpicos.?

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Se funda el Comité Olímpico Internacional (COI). Atenas sede de los I Juegos de la era moderna.


Se funda el Comité Olímpico Internacional (COI), que redactará los principios competitivos y elegirá Atenas (Grecia) como sede de los I Juegos Olímpicos de la era moderna. Desde entonces, los Juegos Olímpicos se celebrarán cada cuatro años y querrán promover el deporte y el hermanamiento de los pueblos. El primer escollo son las reticencias del Gobierno griego ante el dispendio económico que suponen, lo que se solventa gracias a las aportaciones de las comunidades griegas de Egipto, Francia y Londres y también por las donaciones del magnate griego George Averoff. No menos preocupante es la captación de atletas para participar. La escasa cultura deportiva europea y también la exclusión de cualquier atisbo de profesionalismo entre los competidores limitan el número de participantes a 311, de los cuales cerca de 200 son griegos. Otra prueba de la poca aceptación internacional de la convocatoria es el hecho de que, de los 34 países -entre ellos España- que han prometido su asistencia, sólo acuden trece: Alemania, Austria, Australia, Bulgaria, Chile, Dinamarca, EEUU., Francia, Gran Bretaña, Hungría, Suecia, Suiza y Grecia.

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