El jefe de Estado interino, Goodluck Jonathan, se convierte en el quinto presidente civil de Nigeria, tras la muerte ayer de su antecesor, Umaru Yar’Adua. Jonathan, de 52 años, ha prometido gobernar
con rectitud, llevar a cabo la reforma electoral, profundizar la lucha contra la corrupción y garantizar a todos educación, agua y electricidad. Antiguo gobernador del sur petrolero –cristiano y animista– califica de prioritaria la pacificación de la región del delta del Níger, donde grupos rebeldes exigen un mejor reparto de la riqueza creada por el crudo. Con este plan sigue la obra emprendida por Yar’Adua, un líder procedente del norte musulmán fallecido tras una enfermedad que lo alejó del cargo durante cinco meses. Ante el vacío de poder, el entonces vicepresidente Jonathan fue investido presidente interino el pasado 9 de febrero. Ahora le queda sólo un año, hasta las próximas elecciones (2011), para impulsar las mejoras. El principal grupo rebelde del sur, el Movimiento por la Emancipación del Delta del Níger, ha vuelto a las acciones violentas al creer que las reformas de Yar’Adua eran lentas.
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