En este período, la Grecia independiente no domina, ni mucho menos, todas las regiones de habla helena del Imperio otomano. Su ambición consiste en anexionarse dichas regiones, para lo cual precisa de la ayuda extranjera. El rey OTÓN I cuenta con Austria. Apoya a este país en su guerra con Francia en 1859, que Austria pierde. Entre esto y que carece de herederos, los griegos se cansan de él y lo deponen el 23 de octubre de 1862, devolviéndolo a su nativa Baviera. Entonces los griegos escogen a un príncipe británico pero su iniciativa no prospera.