Paralelamente, en 1991 el Frente de Liberación del Pueblo de Eritrea (EPLF) establece un gobierno provisional. Ambos gobiernos, el de Etiopía y el de Eritrea viven del prestigio que han adquirido por ser los grupos rebeldes que han liderado el movimiento revolucionario contra el régimen de Mengistu, que finalmente lleva al derrocamiento del régimen Deurg y a la proclamación de la independencia Eritrea (prontamente reconocida por Etiopía, ya que sus gobiernos se consideraban compañeros de armas).

En Mayo de 1991, la toma de Asmara por las fuerzas del Frente Popular para la Liberación de Eritrea pone fin a una guerra de 30 años.

En Eritrea se realiza un referéndum bajo los auspicios de la ONU, tras el cual se declara su independencia. A partir de aquí, Eritrea se lanza a la construcción de un Estado unitario que tolera sólo un partido, se ha transformado en un jacobinismo acentuado por una mentalidad militar heredada de la guerrilla. Con respecto a la economía, Eritrea es partidario del liberalismo económico y la producción para la exportación, y desconfía de la ayuda extranjera no controlada.

Tras una larga guerra con Etiopía, Eritrea ve finalmente reconocida su independencia, con el beneplácito de la ONU y de la Organización para la Unidad Africana (OUA). Desde que Gran Bretaña la federara forzadamente con Abisinia, el conflicto nacional se había mantenido vivo. Isaias Afewerki asume la jefatura del nuevo estado.

Cuando en 1997 Eritrea decide la introducción de su propia moneda (el nacfa) para asentar la libertad de sus transacciones económicas con el extranjero, crea una \”frontera\” ya que ambos países han establecido (en 1991), un mutuo librecambio y el libre acceso de Etiopía a los puertos eritreos.

Un conflicto militar estalla, en la fecha, entre Etiopía y Eritrea en 1998, por diferencias en las fronteras. Etiopía y Eritrea comparten una frontera de más de 1000 km, que no está claramente delimitada por los tratados internacionales y por los acuerdos que se han ido tomando a lo largo de los años y que han ido variando por una u otra razón. Es por ello, que esta guerra que estalla en 1998 ha sido calificada por los organismos internacionales como una \”guerra absurda\”, pues no es ni étnica, ni religiosa ni tribal y no está determinada tampoco por una lucha por el poder; se trata de este antiguo conflicto entre dos estados, de un conflicto \”a la antigua\”.

Empiezan nuevos combates fronterizos entre Etiopía y Eritrea por la posesión de 400 km2 de tierras áridas, cinco años después de que la primera reconociera la independencia de la segunda.

Etiopia y Eritrea firman, en la fecha, el acuerdo de paz que pone punto final a dos años de una cruenta guerra fronteriza que ha provocado más de 100.000 muertos en el misérrimo Cuerno de África. El acuerdo firmado en la capital argelina, entre Meles ZENAWI, primer ministro etíope y Isayas AFEWERKI, presidente eritreo, ha sido posible tras varios meses de presión diplomárica internacional, que el pasado junio logró un alto el fuego. No se ha establecido ningún calendario para el proceso de paz y la demarcación de fronteras, pero Kofi Annan, secretario general de la ONU, no cree que los 2.400 cascos azules desigandos deban estar más de un año en el Cuerno de África.

El presidente de Eritrea Isaías Afeworki transforma su régimen, autoritario pero popular, en una severa dictadura. Convencido de que una nueva guerra es inevitable, mantiene a los jóvenes en la milicia, encarcela a los opositores, censura la prensa, prohíbe el funcionamiento de organizaciones independientes e impone una economía militarizada de subsistencia. Exangüe, el país vive bajo una extrema tensión y denuncia lo que considera una actitud complaciente de la \”comunidad internacional\”, y de Kofi Annan en particular, frente al primer ministro etíope Meles Zenawi.