La tarea misionera iniciada por el emperador ASHOKA en el 258 aC, da lugar a la transformación del budismo de secta minoritaria en una de las religiones mundiales. ASHOKA, que intenta imponer los modelos de comportamiento budista a su pueblo, adopta los principios budistas de la conducta correcta y la no violencia, garantiza a los estados vecinos sus buenas intenciones, mejora el código penal de su abuelo e intenta gobernar recurriendo sólo a la autoridad moral. Para difundir los valores budistas, emite edictos sobre la moralidad y el camino de la compasión y los hace grabar en paredes rocosas y columnas a lo largo y ancho de su imperio. Los misioneros de ASHOKA llevan el budismo a Ceilán, donde la religión arraiga profundamente.
