Fallece el papa SILVESTRE I. Con la ayuda del emperador, además de la basílica de Letrán Silvestre ha hecho edificar en Roma varias basílicas, entre ellas la de San Pablo en la vía Ostiense, y la de la Santa Cruz de Jerusalén. Ha dictado, además, reglamentos para la ordenación de los clérigos y para la administración de los santos sacramentos, y ha organizado la ayuda que debe darse a los sacerdotes y a los fieles necesitados. De vida ascética, ha podido atender a las obras de beneficencia y en todo momento ha sabido mantener en alto la ortodoxia de la doctrina frente a las incipientes herejías. Su pontificado ha sido muy tranquilo. Será conocido por ser el primer papa que no ha muerto mártir, pero sí santo. Su cuerpo es enterrado en la vía Salaria, en el cementerio de Priscila, a unos cuatro kilómetros de Roma, donde más tarde se levantará un iglesia a él consagrada. Posteriormente, de este papa se contará una leyenda según la cual habría convertido a Constantino, lo habría bautizado y le habría curado la lepra, lo cual le valió recibir el dominio temporal sobre Roma y todas las provincias y estados de Occidente (Donación de Constantino). Posteriormente, en el siglo X y definitivamente en el XV, se verá que no hay en ello nada de cierto.
