HITLER dijo con dureza: \”La historia de Austria constituye una continua traición al pueblo alemán ( … ). Estoy decidido a terminar con toda esta traición ( … ). Debo cumplir con mi misión histórica y lo haré porque la Divina Providencia me ha elegido para ello\”. Le acorraló, le humilló y amenazó con la inmediata guerra e invasión hasta que consiguió que el atemorizado canciller austriaco, Schusschnigg, firmara un documento que, de hecho, significaba la incorporación de Austria al III Reich. El documento incluía la legalización del partido nazi en Austria, la amnistía para sus miembros encarcelados, la inclusión en su Gobierno de tres ministros nazis (Defensa, Economía e Interior) y un tratado económico con Alemania.