La conversión del pueblo franco no tiene lugar porque cada individuo haya examinado y haya comprendido y aceptado el contenido de la fe que se le ha ofrecido y después se haya decidido; es en el fondo, la decisión de seguir al rey lo que provoca y determina la aceptación de la fe cristiana en virtud de esas relaciones primitivas, íntimas, características de los germanos, entre el caudillo y sus súbditos. La Iglesia primitiva tenía que ganarse a cada uno individualmente; la conversión de los germanos se hace en masa. La conversión del príncipe supone la conversión de su pueblo. Son razones de vasallaje. La conversión al cristianismo del jefe de los francos CLODOVEO inclina a la jerarquía católica y a la población romana preexistente a favor de éste, con lo que la posición visigoda en los territorios galos se va debilitando. La conversión supone para los francos la amistad y el apoyo de los emperadores orientales. Los católicos, teniendo a uno de los suyos como soberano, ya no mirarán tanto hacia Constantinopla. CLODOVEO es su nuevo Constantino.
