En el primer tercio del siglo XVII algunos bandoleros consiguen una gran popularidad.


A pesar de que el bandolerismo ha sido un fenómeno habitual desde mediados del siglo XVI, en el primer tercio del siglo XVII algunos bandoleros consiguen una gran popularidad. Es el caso, entre otros, de Pere Barba, alias Barbeta, que el 1613 roba una caravana reial, con un botín de 180.000 ducados; de Gabriel Torrent de la Goula, alias Trucafort, y, sobre todo, de Perot Rocaguinarda y Joan Sala i SERRALLONGA (Joan de SERRALLONGA). Todos ellos son de extracción popular y han capitaneado cuadrillas de decenas o centenares de hombres. Juntamente con la realización de actos delictivos, se alquilan al servicio de señores o pueblos para resolver conflictos privados. A pesar de que su trayectoria es muy lejana a la del bandolero social, serán idealizados por la literatura (el Rector de Vallfogona, Lope de Vega, Cervantes, etcétera) y por romances de ciego.