El heroico guerrero -GUZMÁN- haciendo callar los gritos de su corazón de padre, arroja su daga al que se ha hecho traidor a su patria y a su rey, diciéndole: “Si en el campo no hay acero, ahí va el mío, que antes os diera cinco hijos, si los tuviera, que una villa que tengo por el rey”. El infante JUAN degüella al infeliz adolescente y lanza su cabeza a la plaza con una catapulta, pero Tarifa no se rinde. Cuando los musulmanes tienen noticias de que las tropas castellanas se dirigen hacia allí y que naves catalanas navegan también hacia el Estrecho, levantan el sitio y se retiran. (Los estudios efectuados por Mercedes Gaibrois de Ballesteros han venido a demostrar que el episodio de ALONSO PÉREZ de Guzmán y su hijo es históricamente cierto. Queda en el campo de la leyenda las rimbombantes frases con que acompañó su decisión).

El ataque del rey de Granada aliado con los benimerines contra Tarifa se produce en el verano de 1294. La plaza sitiada tiene que resistir el ataque mientras se prepara urgentemente un ejército para acudir en su auxilio. El infante JUAN (hermano de SANCHO IV), después de pasar a Portugal acaba ofreciendo sus servicios al sultán benimerí participando junto a los musulmanes en su lucha contra SANCHO IV. El infante JUAN acudillando a los moros, viene a sitiar a Tarifa y propone a GUZMÁN devolverle su hijo, que está en su poder, a cambio de una rendición de la plaza.

FERNANDO IV -el Emplazado- con nueve años de edad, bajo la tutela de su madre Dña. MARÍA de Molina, sucede a su padre Sancho IV en el trono de Castilla (1295-1312). La muerte de Sancho IV despierta todos los conflictos que habían permanecido callados hasta entonces.

Por su parte, JAIME II el Justo, rey de Aragón, que teme el excesivo poder de Castilla, pone en marcha un plan destinado a destruir la unión entre Castilla y León. Con la connivencia de una parte importante de la nobleza castellana, pretende que Castilla sea regida por ALFONSO de la Cerda mientras que el infante JUAN debe convertirse en rey de León. El reino de Murcia sería para Aragón mientras que algunas plazas fronterizas pagarían la participación de Navarra y Portugal.

En efecto, el traidor infante JUAN regresa a Castilla, con el apoyo de DIONISIO de Portugal, y reclama su derecho al trono. Los nobles vuelven a la lucha para conseguir mayores privilegios.

Después de una larga serie de incidentes, los nobles y JUAN llegan a un acuerdo con el regente ENRIQUE y juran fidelidad a FERNANDO IV. Este juramento, posiblemente nada sincero, representa un cambio de táctica. Los nobles, que han salido beneficiados de la lucha, pretenden ahora gobernar con FERNANDO IV en lugar de derribarlo.