SEGUNDA GUERRA PÚNICA (219-202aC)

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El senado cartaginés manda a la península, a Aníbal Barca, joven hijo de Amílcar Barca


El senado cartaginés manda, en el año 221 aC. a la península, a ANÍBAL BARCA, joven hijo de Amílcar Barca, que cuando tiene 25 años asume el mando de los ejércitos cartagineses e inicia una política militarista y belicosa idéntica a la de su padre. El primer año de su mandato domina las regiones del Guadiana, Tajo y Duero, llegando hasta Helmantiké (Salamanca) y Arbokale (Zamora) que pertenecen a los vettones.

Al mando supremo del ejército cartaginés de Hispania ha quedado el general ASDRÚBAL.


Al mando supremo del ejército cartaginés de Iberia ha quedado el general ASDRÚBAL, hijo de AMILCAR BARCA, y, por tanto, hermano de ANIBAL (Es otro Asdrúbal, distinto del yerno de Amilcar Barca que sucedió a éste en 228 aC y que fue asesinado). Los romanos, viendo el movimiento de ANíBAL, deciden seguir con su ataque a los cartagineses en la base de su poderío, es decir, en Iberia y expulsarlos de la península.

Aníbal Barca se dispone a buscar la ruptura del tratado con Roma o adelantarse a su política expansiva.


La zona de influencia de los cartagineses en la costa oriental de la Península Ibérica, reconocida por Roma desde el año 226 aC, termina en el Ebro, el general cartaginés ANÍBAL BARCA se dispone este año a buscar la ruptura de este tratado o quizá a adelantarse a la política expansiva de Roma. Roma, por su parte, ha suscrito un tratado de amistad con Sagunto (Valencia) a pesar de que está enclavada en territorio de influencia cartaginesa. La ciudad es sitiada. Sagunto pide ayuda a Roma. Roma advierte a ANÍBAL que cese en su intento, pero éste no hace caso. Tras ocho meses de asedio, Sagunto –que se defiende heroicamente- cae en manos de los cartagineses.

Roma declara la guerra a Cartago. Se inicia, así, la Segunda de las llamadas Guerras Púnicas.


Como ya se ve venir desde que la facción más belicista ha obtenido la mayoría en el Senado romano, Roma declara la guerra a Cartago. Se inicia, así, la Segunda de las llamadas Guerras Púnicas (219 a 202 aC). No le sorprende al cartaginés la declaración de guerra de Roma. De hecho, los dos países llevan años preparándose para esa guerra, porque Cartago quiere la revancha de la primera guerra púnica en la que ha perdido y Roma ve con preocupación el rearme y la pujanza nuevamente alcanzados por su rival. Los romanos piensan que el enfrentamiento tendrá lugar en la Península Ibérica. Pero ANÍBAL, que aúna una extraordinaria capacidad táctica con una visión estratégica de largo alcance, diseña un plan más ambicioso para el sometimiento de Roma. Mientras el Senado romano envía todos sus efectivos a Hispania, ANÍBAL deja a su hermano ASDRÚBAL al frente de las tropas de la Península, y lanza a su ejército a una increíble travesía cruzando los Pirineos y los Alpes, para atacar Roma por el Norte.

El cartaginés ANÍBAL lleva a su ejército por tierra poniendo en marcha a 26.000 soldados y 37 elefantes.


El cartaginés ANÍBAL en lugar de embarcar su ejército, lo lleva por tierra poniendo en marcha a 26.000 soldados ibéricos y africanos y 37 elefantes. Atraviesa el territorio que actualmente es Catalunya donde tiene que enfrentarse con las tribus ibéricas, consiguiendo que muchos íberos se incorporen a su ejército como mercenarios. Atraviesa, después, los Pirineos el Ródano y los Alpes (donde pierde casi la mitad de su ejército, por las penalidades y el frío) y se dirige hacia la península Itálica por el norte. Una hazaña impensable. Nadie podía esperar que un ejército entero se atreviera a cruzar los terribles pasos de alta montaña en invierno, por sendas nunca antes transitadas. La hazaña le costó a Aníbal la pérdida de un ojo y la muerte de la mayoría de los elefantes.

Dos legiones romanas al mando del general GNEO CORNELIO ESCIPIÓN, desembarcan en Empúries.


Dos legiones romanas, al mando del general GNEO CORNELIO ESCIPIÓN, desembarcan en Empòrion (Empúries) donde apenas quedan restos de la colonia griega. El objetivo de dicho ejército es, principalmente, cortar las vías de abastecimiento de ANÍBAL y hacer que su ejército retroceda hacia África. La llegada de los romanos será la causa de un aumento espectacular de la masa monetaria en la Península Ibérica porque los romanos utilizarán la “seca” de Empúries para cubrir la mayor parte de sus necesidades financieras y la moneda se moverá con los ejércitos. La guerra familiarizará, pues, a los indígenas con el uso de la moneda. A partir, pues, de este momento, y hasta la mitad del siglo I dC, las “secas” ibéricas de Catalunya acuñarán monedas de bronce de tres valores que seguirán el patrón romano y llevarán una inscripción en íbero y unos motivos iconográficos.

Con la llegada de los romanos a la península Ibérica, ésta entra a formar parte de la historia escrita.


Con la llegada de los romanos a la península Ibérica, ésta empieza a formar parte de la historia escrita. Los geógrafos e historiadores griegos y romanos, nos describirán los diversos pueblos que habitan estas tierras. En efecto, en aquellos años, la Península Ibérica está poblada por diversos pueblos de culturas y etnias distintas, muy lejos de formar un compacto grupo unido o una sola civilización. En el centro, están los pueblos própiamente celtíberos de los arévacos y carpetanos. Al oeste, en tierra de campos, los vacceos y los vettones, ocupando Palencia y parte del suroeste burgalés. Los astures y cántabros, ocupan el norte de la provincia de Burgos, así como la actual Cantabria y la parte oriental de Asturias. Más hacia el Oriente, los autrigones, los caristios, los várdulos y los vascones. Entonces, están los pueblos íberos siguiendo toda la costa del Mediterráneo: jacetanos, layetanos. Ilergetas, cosetanos, ilercavones, etc, etc. Y en el sur: los oretanos, bastetanos, turdetanos…

Bajo el nombre de Hispania los romanos distinguirán a la península hasta los años finales del siglo V dC.


Con el sometimiento de los pueblos indígenas de la Península Ibérica por el imperialismo romano, la cultura de este substrato primigenio se perderá de una forma irreparable debido a la aculturización a la que será sometida por los romanos, el latín se convertirá en el nuevo idioma y la ciudad se convertirá en el centro de vida social. Bajo el nombre de Hispania, que acoge a todos los habitantes de la Península Ibérica, los romanos distinguirán a la península hasta los años finales del siglo V dC. Los testimonios más antiguos de la palabra “Hispania” se encuentran en el historiador romano, amigo de Augusto, Tito Livio, al narrar los sucesos de la Segunda Guerra Púnica (219-202 aC) acaecidos en la Península Ibérica.

Para cumplir con su objetivo, los romanos se dirigen hacia el sur y vencen a los cartagineses.


Para cumplir con su objetivo, los romanos, en Hispania, se dirigen -en la fecha- hacia el sur y vencen a las tropas cartaginesas dirigidas por Hannón cerca del oppidum de Cisse o Cesse (quizá Tarraco), capital de los cosetanos, estableciendo allí su cuartel general (castrum) y considerándose fundada la ciudad de Tarraco. Los íberos se dividen: los de la costa se alian con Roma y los del interior con Cartago. Por lo que los romanos inician, desde Tarraco, una campaña contra los ilergetas, tomando Atanagrum y derrotando a los lacetanos y a los ausetanos.