La contienda entre el reino de Navarra y el de Castilla por el dominio vasco no ha hecho más que aplazarse. Nuevos intereses están en juego. La creación de la monarquía Plantagenet, dueña del ámbito que circundan Inglaterra, Normandía y Aquitania, aumenta la importancia del mar como salida de algunos productos de la Meseta para el aprovisionamiento de ciertas mercancías exteriores. Los monarcas navarros, comienzan a experimentar la angustia de la falta de ventanas hacia el exterior.

El señor de Vizcaya de finales del siglo XII y comienzos del XIII (en concreto de 1170 a 1214) es DIEGO LÓPEZ de Haro II al que siempre se considerará como uno de los grandes magnates de la nobleza del reino de Castilla.

En la fecha, el señor de Vizcaya ya ha elegido definitivamente, aunque no formalmente, formar parte de la órbita castellana.

En 1200 las fronteras de Vasconia con Navarra quedan establecidas definitivamente y hay un contacto por tierra con Gascuña, facilitando las comunicaciones. Una amplia fachada marítima, desde la desembocadura del Nervión hasta el Bidasoa permite el desarrollo de algunos puertos: Bermeo, Lequeitio, Guetaria, Zumaya, San Sebastián, Fuenterrabía, que se destacan, por su modo de vida y actividades económicas, del interior agrícola, ganadero, de estructuras familiares más arcaicas.

Entre Vizcaya, Álava y Guipúzcoa, la más importante, en el siglo XIII, es, sin duda, el señorío de Vizcaya que permanece firme y unido, rechazando todos los ataques navarros y haciendo valer la lealtad a la corona. Salvo las villas de la costa, todo el territorio se administra por medio de anteiglesias rurales. (Se llama así a los pueblos o villas cuya iglesia parroquial dispone de un atrio, pórtico o lonja delante de la iglesia donde se celebran las reuniones de hombres buenos para decidir de asuntos comunes). Los señores de Vizcaya dividen el territorio para su administración en cuatro mayordomías, las merindades de Guernica, Bermeo, Marquina y Durango a cuyo frente están los merinos (jueces que actúan en nombre del rey). Prácticamente el mismo sistema de anteiglesias se aplica en Álava y en Guipúzcoa.

El siglo XIII es para las Provincias Vascongadas de evidente prosperidad, reflejo en parte del poder político adquirido por la casa de Haro. Al iniciarse el desarrollo ganadero trashumante de la meseta, las lanas buscan salida al mar por su territorio. Al mismo tiempo los yacimientos de mineral de hierro dan origen a un comercio de exportación, y a una industria de ferroneros. La demanda de transportes marítimos obliga a constantes mejoras técnicas para que los barcos sean mayores y más seguros.

Guipúzcoa se incorpora a Castilla. Una unión voluntaria -los roces con los navarros eran habituales- y que además se produce a instancia de los propios guipuzcoanos, que exigen a cambio -al igual que alaveses y vizcainos- el reconocimiento de los Fueros o “leyes viejas”, lo que les es aceptado.

En 1234, las dinastías vasconas de Navarra mueren con Sancho el Fuerte, la corona pasa a manos de Thibault de la familia Champagne.

En nombre de los poseedores de señoríos, LOPE DÍAZ de Haro, señor de Vizcaya, reclama en Burgos la consolidación de éstos, confirmándose todos los fueros, privilegios y cartas como leyes fundamentales del reino, suspendiéndose los beneficios que se otorgan a los campesinos en Andalucía para impedir la emigración, y prohibiéndose a los merinos y jueces la interferencia en la jurisdicción de los señores.

La Hermandad de la Marisma es, sin duda, una hansa (confederación de ciudades), nacida precisamente para posibilitar la realización del comercio de lana, hierro, sal, vino y textiles, con Inglaterra y Flandes: Southampton y Brujas eran los principales puertos de destino. Pero se la puede considerar también, y esta es la causa de que adopte la forma de Hermandad, como un proyecto de establecer distancias entre sus intereses y los de los señores de Vizcaya.