Se reparte, según el texto del testamento de Sancho III el Mayor, sus dominios patrimoniales entre sus cuatro hijos, entregando a su hijo primogénito GARCÍA SÁNCHEZ (GARCÍA SÁNCHEZ III), conocido como el de Nájera, el Reino de Pamplona (1035-1045). Dicho reino comprende el primitivo reino de Pamplona, con la Rioja, las tierras conquistadas a Castilla -parte de Santander hasta cerca de Burgos- y los países vasconizados: Álava, Guipúzcoa y el condado de Vizcaya. No desaparecen, sin embargo, por esta unión con Pamplona, los caracteres distintivos del País Vasco. Al contrario, puede decirse que se acentúan. La creación del condado de Vizcaya ha tenido lugar dentro de esquemas feudales, de modo que entre el noble ÍÑIGO LÓPEZ, que recibe la mandación sobre Vizcaya con título de conde, y el rey de Pamplona, se establece un sólido lazo de vasallaje, la fidelidad obliga a defender los derechos de su señor en contra incluso de la voluntad de sus habitantes. GARCÍA SÁNCHEZ III reconoce de inmediato la autoridad como emperador de BERMUDO, rey de León.

De hecho, GARCÍA SÁNCHEZ impone un fuerte ritmo de crecimiento a Pamplona que preocupa a Castilla. Los castellanos se sienten amenazados en su acceso al mar y a la salinas y lamentan la entrega a Pamplona de tierras que forman parte de su país.

Fallece GARCÍA III SÁNCHEZ de Pamplona.

En el reparto de la herencia de SANCHO III, Castilla ha quedado mermada por el este en beneficio de Pamplona, por disposición del omnipotente SANCHO III. Así, pues, FERNANDO I el Grande, rey de Castilla y León, (1035-1065) reclama las tierras de la Rioja y la Bureba a su hermano GARCÍA SÁNCHEZ III de Pamplona (1035-1054). Al negarse este a entregárselas, el rey castellano penetra con sus ejércitos en Pamplona, chocando con los pamploneses a los pies de la sierra de Atapuerca el 15 de septiembre de 1054. A pesar de que Pamplona es derrotada, las tres comarcas vascongadas, con muy escasas mermas, se mantienen dentro de los dominios del rey de Pamplona. Desde el punto de vista de los monarcas castellano-leoneses se trata de una situación de hecho, no de derecho. Nunca dejarán de reclamar las tres comarcas vascongadas como propias.

A pesar de que el rey pamplonés -GARCÍA SÁNCHEZ III- es apoyado por gascones y musulmanes, es derrotado y muerto en esta batalla, siendo proclamado rey de Pamplona SANCHO IV el de Peñalén (1054-1076) en el mismo campo de batalla en el que había fallecido su padre, rindiendo previamente homenaje a FERNANDO I. Éste lo reconoce y el nuevo rey pamplonés se inclina ante la hegemonía del castellano, al que devuelve el monasterio de Oña y sus tierras en la Bureba. El cuerpo de GARCÍA SÁNCHEZ es trasladado a la iglesia de Santa María de Nájera, que él había hecho construir.