En el Reino de Palmira, la familia Odenato recibe la ciudadanía romana durante el reinado en Roma de la dinastía Severa, convirtiéndose en una de las familias principales de Palmira a partir de la década de 190. De esta manera, esta familia es recompensada por su éxito en recuperar los territorios orientales romanos, capturando tierras de los persas y restaurándolas al Imperio romano.
ZENOBIA (Reina de Palmira)
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Septimio Odenato es nombrado regente de Palmira.
Septimio Odenato es nombrado regente de Palmira. Su esposa, Zenobia, será un gran apoyo en su vida política.
ODENATO es asesinado. Regente, su mujer ZENOBIA (267-273). El imperio romano se divide en tres partes: Palmira es una de ellas.
En 267, Septimio ODENATO, rey del reino árabe de Palmira, es asesinado por su sobrino Maconius sin que haya ninguna base para suponer que tal acto de violencia hubiera sido instigado por Roma. Se hace cargo de la regencia, su mujer ZENOBIA (267-273), en nombre de su hijo Vaballath. ZENOBIA, se declara independiente y se hace con las provincias romanas orientales: Egipto, Siria y buena parte de Anato, constituyendo el Imperio de Palmira a partir del Reino árabe. Pablo de Samosata será, desde 267, virrey de Palmira. El Imperio de Palmira solo tendrá un gobernante: Zenobia. Por otra parte, se establece un acuerdo entre los emperadores romanos PÓSTUMO y GALIENO en que se delimitan las áreas de control de ambos. El Imperio romano es así, de hecho, dividido en 3 partes: Occidente, en manos del Imperio Galo (PÓSTUMO); los restos del Imperio romano, ubicados en Italia, África y los Balcanes (GALIENO); y Oriente (ZENOBIA de Palmira).
AURELIANO destruye Palmira, la capital de ZENOBIA. PABLO de Samosata desaparece de la historia.
AURELIANO cuando se siente suficiente fuerte, emprende una campaña militar contra Zenobia de Palmira, reordenando el poder en Asia Menor. Reconquista en el año 272, el Asia Menor y destruye Palmira, la capital de ZENOBIA, a la que hace prisionera. El reino de Palmira pasa a la historia y AURELIANO toma el camino de regreso hacia Occidente. Por su parte, PABLO de Samosata, obispo y virrey de Palmira, sostenido por ZENOBIA, ha permanece en el episcopado de Antioquía hasta el presente año 272 a pesar de haber sido depuesto de este cargo por el sínodo de 268. En 272, pues, el emperador AURELIANO lo hace expulsar. Desde entonces PABLO de Samosata desaparece por completo de escena y no se vuelve a mencionar en la Historia. Del mismo modo, poco a poco, irán desapareciendo también sus partidarios y seguidores. La condenación de PABLO de Samosata es una demostración de todo lo arraigado que estaba ya en los primeros tiempos de la Iglesia el dogma de la divinidad de Jesucristo, en contra de lo que han pretendido algunos críticos, fundados únicamente en meras cavilaciones,