Los suevos se establecen en la provincia Gallaecia, entre el Miño y el Duero. Fundan, con su rey HERMÉRICO (409-441) a la cabeza, un reino (411-585) en esta provincia, con capital en la antigua metrópoli romana Brácara Augusta, la futura Braga. Portocale (Oporto) es la primera plaza fuerte. Los vándalos asdingos en las tierras meseteñas situadas entre Lugo y Astorga. Los vándalos silingos en el Occidente de la provincia Bética, entre el Guadiana y el Guadalquivir. (Hay quien opinará que de los vándalos tomará la parte Sur de España el nombre de “Vandalusía” o “Andalucía”, mientras otros opinan que este nombre vendrá de la palabra arábiga “Ándalus”, con la que designarán los musulmanes en un principio la Bética). Los alanos en la parte central, en Lusitania y en las tierras comprendidas entre Ávila, Salamanca, Plasencia y Toledo. Es de destacar que en ningún caso los bárbaros ocuparán o habitarán las ciudades romanas de estas comarcas.

Los vándalos asdingos de GUNDERICO, mantienen una serie de enfrentamientos con los suevos de HERMÉRICO, derivados del mutuo intento de dominar en Galicia. Tras la marcha visigoda hacia Aquitania, los vándalos asdingos descienden hasta la Bética, lo que acarrea inestabilidad a los habitantes de esa provincia meridional, sometida ahora a constantes saqueos, que repercuten incluso en las zonas limítrofes de la Cartaginense.

Al cruzar los vándalos el estrecho de Gibraltar camino de Túnez, ven los suevos en Hispania, libre el camino para expandirse hacia el sur, a la codiciada Bética. Se inicia bajo Hermerico (429-441) la expansión del reino suevo. Ocupan primero las comarcas abandonadas por los vándalos asdingos en la mitad norte de la Gallaecia, para luego saltar al valle del Tajo y posteriormente al del Guadiana, estableciendo guarniciones tan al Sur como Lisboa y Mérida. Cuentan con su sólido asentamiento gallego que garantiza una retaguardia estable.

Fallece HERMÉRICO, rey de los suevos.