Primeros asentamientos portugueses en la isla de Timor.

En la mañana del 28 de abril se produjo la rebelión, liderada por Fletcher Christian. 11 hombres siguieron a Christian, mientras que 31 fueron leales a Bligh, capitán del barco. Los amotinados embarcaron al capitán, junto con 18 marineros leales, en un bote, provisto de una vela, un sextante y un reloj. Los otros 13 marineros leales al capitán tuvieron que permanecer a bordo del Bounty por falta de espacio en el bote. Bligh realizó una hazaña de navegación y llegó después de 41 días hasta la isla de Timor, por donde pasaban barcos ingleses. Había recorrido unas 5.800 millas y perdido un solo hombre, muerto en un enfrentamiento con nativos hostiles de una isla, donde había intentado recalar para recoger agua y víveres. Cuando llegó a Londres, el almirantazgo dio la razón a Bligh y lo confirmó en su puesto en la armada real.

Reparto de la isla de Timor Oriental, entre holandeses (oeste) y portugueses (este)

Con la revolución de los Claveles, en abril de 1974, Portugal abre el proceso -traumático- de descolonización que propicia la formación de partidos en Timor Oriental. Se funda el Fretlin, Frente Revolucionario para la Independencia de Timor Oriental

Estalla la guerra civil en Timor Oriental.

En noviembre de 1975 la guerrilla del Frente Revolucionario para la Independencia de Timor Oriental (Fretlin) proclama la independencia del territorio.

Indonesia, en la fecha, lanza el asalto final e invade Timor Oriental -la parte occidental ya pertenece a Indonesia-, pocas horas después de que el presidente estadounidense Gerald Ford y Henry Kissinger visitaran Yakarta. A causa de la guerra, la represión y las deportaciones, morirán unos 220.000 timoreses, un tercio de su población. Curiosamente, cuando el archipiélago indonesio se independizó de Holanda no reclamó a Portugal el este de la isla de Timor. En los setenta, los aliados occidentales ayudan a cambiar de opinión a su fiel Suharto. En efecto, en los setenta y ochenta, en plena guerra fría, el anticomunismo y la posición estratégica de Indonesia son poderosas razones para que Occidente aconseje o acepte la conquista de Timor Oriental. Además, EEUU. Acaba de pasar la amarga experiencia de Vietnam y, dada la tendencia de las ex colonias portuguesas a inclinarse por la URSS, no puede arriesgarse a ver crecer en la zona otro foco subversivo. El día anterior a la invasión, mantienen una reunión el presidente estadounidense Ford, Kissinger y Suharto. Posteriormente, la ayuda militar de Washington ha sido decisiva para Yakarta.

Los países occidentales y Japón tienen otras razones para no desairar a Yakarta. En Timor Oriental existen yacimientos de petróleo que ahora explotan Australia e Indonesia y en otros puntos del archipiélago hay también petróleo y gas. Indonesia es, además, un país en desarrollo, rico en recursos naturales interesantes para las inversiones extranjeras y con mano de obra barata para las empresas. Finalmente, Occidente puede comprar materias primas y vender bienes manufacturados en un mercado de 200 millones de personas. Son un puñado de razones que explican la prudencia durante la última crisis. Timor Oriental no es el Kuwait o el Kosovo asiático. También China se ha mostrado moderada por la mano dura que emplea con sus propias minorías, tibetanos por ejemplo. Y pese a que últimamente el Papa ha denunciado la actuación de los paramilitares en Timor Oriental, en el pasado el Vaticano ha sido muy comedido, quizá porque en Indonesia los cristianos son una minoría. La Iglesia local, en cambio, ha combatido a los invasores.

El Consejo de Seguridad de la ONU exige la retirada indonesia de Timor Oriental.

Para lograr sus objetivos, Suharto no reparó en los medios. Su sucesor, Habibie, tampoco. A la invasión de Timor Oriental en 1975, acompañada de una gran violencia -matanzas de familias sólo por tener la bandera del Fretilin o negarse a entregar sus bienes a los soldados-, le siguió una escalada de ataques militares durante cuatro años. El Fretilin ofreció una dura resistencia, al tiempo que organizaba la sanidad, la enseñanza o la distribución de alimentos entre la población. Cuando la aviación empezó a usar los jets OV 10 Bronco estadounidenses -entregados por la Administración Carter- para combatir a la guerrilla, el Fretilin tuvo que retirarse a las montañas, desde donde ha seguido hostigando todos estos años a las fuerzas ocupantes. Las bombas de napalm destruyeron cosechas y causaron hambrunas. Desde 1979, el Ejército ha emprendido otras ofensivas con métodos similares y hasta 1989 Timor será una colonia militar totalmente cerrada.