Tras las proclamas incendiarias de NASSER contra los judíos que deben “ser arrojados al mar”, se desencadena inesperadamente, en la fecha, el ataque relámpago israelí: La tercera guerra árabe-israelí (Guerra de los seis días que dura hasta el día 10). Israel destruye por sorpresa la aviación egipcia en sus hangares, llega en dos días al canal de Suez a través del Sinaí, ocupa Gaza y Cisjordania, y conquista la ciudad de Jerusalén y el Golán sirio. Se inicia entre Jordania e Israel, a las 11 de la mañana, y los soldados israelitas ya se han apoderado de la Ciudad Vieja de Jerusalén el día 7 por la tarde. Al poco tiempo cae el resto del territorio jordano conquistado. Primero Belén, luego Hebrón. Casi por los mismos días, las ciudades de Naplusa y Jericó.

En la guerra de los Seis Días (5/6/1967-10/6/1967), Irak envia tropas y aviones a la frontera entre Jordania e Israel. Más adelante declarará la guerra a Israel y cortará el suministro de petróleo a los países occidentales, al tiempo que romperá relaciones diplomáticas con EEUU..

En los siguientes días -dentro de la Guerra de los seis días- la aviación israelí ataca por sorpresa los aeródromos egipcios y sus vehículos blindados y los ejércitos israelíes dirigidos por el jefe del Estado Mayor, Isaac RABIN, y el ministro de Defensa, Móshe DAYAN, libran una serie de batallas impecables alcanzando -en sólo seis días- incluso objetivos superiores a los previstos y ocupando, en este escaso tiempo, el desierto del Sinaí, Cisjordania, Gaza y los altos del Golan. Los palestinos, con la OLP, son ayudados por la RAU, Kuwait, Siria, Sudán, Argelia y Pacto de Varsovia. Israel gana militarmente, no hay ninguna duda, y todavía hoy el escenario de aquellas múltiples batallas es estudiado escrupulosamente en las Escuelas de Guerra de todo el mundo. Terminada la guerra (el día 10), los israelíes ocupan el 22% restante del territorio total destinado en principio a palestinos e israelíes. Israel ocupa la parte oriental de Jerusalén.

Esta victoria, sin embargo, plantea un viejo y siempre nuevo problema para los sucesivos gobiemos de Israel. ¿Cómo tratar a los palestinos que quedan en el interior de sus fronteras? Es cierto que hay árabes con ciudadanía y derechos en Israel. Pero no los palestinos de Cisjordania, que no pueden acceder a la condición de israelíes. Este es el problema: si no son israelíes tienen que ser alguien. Y para ser alguien necesitan un territorio, una soberanía, una identidad. En este sentido es una victoria amarga porque crea más problemas de los existentes al anexionar territorios sin asimilar a sus pobladores. Así, pues, la sociedad israelí se divide en dos. Por un lado, los “palomas”, partidarios de que los territorios ocupados puedan ser negociables. Por otro lado, los “halcones”, contrarios a devolver Judea y Samaria (nombres bíblicos de Cisjordania).

El Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas adopta, en la fecha, la resolución 242, que pide la retirada israelí de los territorios ocupados, resolución que no es aceptada por Israel. La victoria israelí en la guerra de los Seis Días hace nacer un tema que a partir de entonces polariza a la sociedad israelí, tanto por la unidad como por la discordia que crea: los colonos. El Gobierno israelí, esboza el primer plan para asentar colonos a gran escala en Cisjordania. Los motivos son estratégicos: crear un anillo judío en torno a los barrios árabes de Jerusalén. Así, entre 1967 y 1968 se crean los primeros seis asentamientos en el Golán. La retirada se impone from occupied territories, ambigüedad semántica inglesa que no permite distinguir entre algunos territorios ocupados o la totalidad de éstos. Con este pretexto se ha prolongado durante décadas la presencia israeli en los terrenos tomados en la guerra de los Seis Días.

El Gobierno israelí anuncia que los territorios ocupados por Israel en la “guerra de los seis días”, no serán, de ahora en adelante, considerados como “zonas enemigas”. Estos territorios a los que afectan las disposiciones del Gobierno israelí, son la Península del Sinaí (Egipto), las montañas de Golán (Siria) y la zona que se extiende al este del Jordán, y que lleva el nombre de Cisjordania. NASSER ha contestado a estas disposiciones con unas incendiarias palabras: “Juramos liberar estas tierras, centímetro por centímetro, sean los que fueren los sacrificios necesarios. Israel debe saber que su decisión (La de no considerar “zonas enemigas” los territorios ocupados) le costará cara”.