Cuando Enrique I el Gordo, rey de Navarra, muere, deja como único heredero posible a su hija JUANA I (1274-1305), una niña de unos tres años que está bajo la tutela de su madre, BLANCA de Artois. La posibilidad de tener como monarca a una mujer, de muy escasa edad y además extranjera, son motivos suficientes para crear la mayor confusión en Navarra, donde pronto defensores y detractores formarán dos bandos. En el primer momento, BLANCA de Artois es aceptada como regente, aunque se nombra gobernador general del reino a Pedro Sánchez de Monteagudo.

En Navarra, el afán de independencia, la primacía otorgada a la conservación del reino, es lo que prevalece. Cuando contingentes de tropas castellanas cruzan la frontera, la ciudad de Estella se apresura a proclamar a JUANA como reina. Acto seguido, la mayor parte de la nobleza escribe a BLANCA y le otorga plenos poderes. El resultado de ello, es la concertación del matrimonio de JUANA con FELIPE el Hermoso, hijo del rey de Francia, FELIPE III, a quien Blanca cede su cargo de regente de Navarra que, de esta forma, pasa a ser prácticamente parte de Francia.

Por fin, ALFONSO X toma cartas en el asunto de la sucesión en el Reino de Navarra. La entrada de tropas castellanas en Navarra, se convierte en una auténtica invasión pero, como en tantas otras ocasiones, ALFONSO X actúa tímidamente y sus ejércitos se detienen a las puertas de Pamplona. Por su parte, los franceses que acuden en ayuda de Blanca, penetran en Pamplona y la saquean hasta los cimientos. Mientras FELIPE III, rey de Francia, se dispone a viajar a Navarra, Roberto de Artois, abuelo de la reina BLANCA, se reúne con ALFONSO X.

En la fecha, ALFONSO X de Castilla y FELIPE III de Francia, firman en Vitoria una tregua que abarca teóricamente hasta que JUANA (Reina de Navarra) sea mayor de edad. De hecho significa la retirada de Castilla, aunque FELIPE III nunca llegará a firmar el tratado. A partir de este momento, se produce la práctica ocupación militar de Navarra por orden del rey de Francia, que sitúa en los puestos claves a personas llegadas de Francia. El reino de Navarra pasa a ser una senescalía del reino de Francia. Durante los siguientes años, Castilla y Aragón muestran repetidamente su animosidad ante la presencia francesa en Navarra y, poco a poco, aumenta también en el interior del reino la oposición a la política que el rey francés desarrolla allí y que, lógicamente, tiende a imponer las leyes y sistemas franceses sobre los navarros.

A partir de 1277, aunque el rey ALFONSO X aun no ha decidido explícitamente su sucesión, SANCHO, su hijo, actúa como príncipe heredero y se hacen preparativos para la proclamación como sucesor al trono. Esto lleva a que VIOLANTE, la esposa de ALFONSO X, su nuera BLANCA y sus nietos, los infantes de la Cerda, intenten huir a Francia, aunque son retenidos en Aragón por PEDRO III, hermano de VIOLANTE de Aragón, prácticamente como rehenes.

El 16 de agosto de 1284 se casa FELIPE (el hijo de FELIPE III, rey de Francia), en la catedral de Notre Dame, en París, con la reina JUANA I de Navarra, lo que le confiere el título de FELIPE I rey de Navarra y conde de Champaña.

FELIPE IV el Hermoso al ser consorte de la reina JUANA I de Navarra, convierte a este reino pirenaico en asociado a la Corona de Francia. A partir de este momento, los monarcas franceses se intitularán conjuntamente como reyes de Francia y de Navarra. Por su parte, JUANA I de Navarra pasa a ser Reina consorte de Francia (1285-1305). FELIPE IV el Hermoso, llegará a ser el rey más poderoso de la Europa de su tiempo. Un rey enérgico, al estilo de EDUARDO I de Inglaterra, y en ambos reinos se consolidará un sentimiento de la nacionalidad. Una interminable guerra se entablará entonces entre ambos monarcas.

La pérdida de la independencia de Navarra, que tanto había preocupado a los navarros, se traduce en la unión de las doce villas principales por medio de la junta de infanzones de Obanos que, en 1297, juran defender sus privilegios.

La reina JUANA I de Navarra muere en 1305.