SEMANA TRÁGICA DE BARCELONA (1909)

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Una nutrida manifestación, lanzando gritos contra la guerra, se encamina hacia la Capitanía General.


Por la tarde, una nutrida manifestación, lanzando gritos contra la guerra, se encamina hacia la Capitanía General de Barcelona. Son recibidos por un destacamento de Seguridad que hace fuego, dispersando la marcha, con un nuevo derramamiento de sangre. Los activistas más denodados se esparcen por la ciudad dando versiones apasionadas del choque y animando a levantar barricadas, asaltar armerías y atacar edificios religiosos (Por la noche se queman los Maristas de Poble Nou). La revuelta escapa al control de los partidos de izquierda. El gobernador civil, Ossorio, quiere evitar la entrega del poder a los militares y acaba finalmente dimitiendo. Le sustituye el abogado valenciano Evaristo Crespo. El Ministro de la Gobernación, La Cierva, declara que el movimiento tiene carácter nacionalista y aisla Catalunya. Los sectores políticos más moderados pasan de la aceptación de la protesta al terror y, por otro lado, los participantes en los sucesos demuestran con su actuación que protagonizan una revolución que no tiene un objetivo preciso. No sólo no hay programas sino tampoco proclamas o panfletos que expliquen lo que pretenden los revoltosos.

Se organiza una macabra procesión por las calles de Barcelona con catorce cadáveres de monjas.


En algunos conventos de monjas de clausura incendiados, sobre todo en uno del que se había corrido la leyenda que se enterraba en vida a las monjas rebeldes, los incendiarios rebuscan en el cementerio y su fantasía queda complacida al ver que los cadáveres tienen las manos y los pies atados. Ignorando la antigua costumbre de enterrar así a los muertos, y para que todos puedan contemplar aquello que ellos creen que era un extraordinario descubrimiento, organizan una macabra procesión por las calles de Barcelona con catorce cadáveres.

Se desencadenan los hechos vandálicos que forman la llamada Semana Trágica de Barcelona.


El movimiento huelguista en Barcelona ya es una auténtica revuelta. En efecto, los huelguistas toman las principales ciudades y en Sabadell llegan a proclamar la República. Por su parte, el capitán general de Catalunya, Luis de Santiago Manescau, asume el mando de la provincia y declara el estado de guerra. En los días siguientes se queman iglesias, conventos, colegios de religiosos, arsenales, se profanan los sepulcros de los conventos y ochenta edificios son incendiados. Mueren 106 civiles, 3 religiosos y 8 miembros del ejército. Así la protesta antibelicista no deriva en una revolución, sino en un feroz anticlericalismo. Combinados los afanes de destrucción de un sector de incontrolados y la pasividad que en los primeros momentos observa la fuerza pública y el ejército, se desencadenan hasta el 31 de julio los hechos vandálicos que forman la llamada «Semana Trágica de Barcelona» (Del 26/7 al 2/8).

En el norte de África, el general Pintos ocupa unas lomas en la falda del monte Gurugú.


Mientras, en el norte de África, el general Pintos, ocupa, en la fecha, unas lomas en la falda del monte Gurugú, cerca del Barranco del Lobo, cometiendo el gravísimo error de entrar en territorio enemigo con un gran descuido. El Batallón de las Navas es enteramente aniquilado: 153 muertos, entre ellos el general Pintos, y 599 heridos («Desastre del Barranco del Lobo»). Las minas del Rif son asaltadas. España se hará finalmente con la franja costera septentrional de Marruecos, que acabará llamándose «Marruecos español».

Un sentimiento anticlerical explota con toda virulencia en la Semana Trágica de Barcelona.


El sentimiento anticlerical que explota con toda virulencia en la Semana Trágica de Barcelona se ha ido formando progresiva y lentamente desde principios del siglo XIX -paralelo a la revolución liberal del Estado español- y se ha mantenido latente, excepto en momentos puntuales de crisis social. La hipocresía del clero, su actitud contra el progreso, la inutilidad de unos seres parásitos e improductivos, la opulencia en la que vivían en contraste con la pobreza de las clases populares, sus privilegios, su tacañería… Todos estos argumentos fundamentan y definen el sentimiento anticlerical colectivo de las clases populares de la Barcelona de la primera década del siglo XX. Por otra parte, estos gravísimos sucesos son la culminación de una serie de huelgas que vienen produciéndose desde comienzos de siglo y que acabarán con el gobierno de MAURA y con sus proyectos modernizadores. Éstos incluyen la descentralización, con la que se proponía responder a los movimientos regionalistas, iniciados en Catalunya y que no tardan en hallar eco en el País Vasco y en Galicia.

El asalto al cuartel de Drassanes da muchas armas a la revuelta.


La ciudad de Barcelona arde. Por la mañana se intensifican los enfrentamientos con las fuerzas de orden público. Nueva ola de incendios de conventos. El asalto al cuartel de Drassanes da muchas armas a la revuelta. Ataques a las fuerzas de orden público desde los terrados. Los nacionalistas de izquierda se niegan a hacerse cargo del movimiento si no hay otros levantamientos en España. Emiliano Iglesias ordena a los radicales que abandonen las barricadas.

Llegan importantes contingentes de tropas desde Valencia, Zaragoza, Pamplona y Burgos.


Tras la tregua tácita de cada día hasta las 9 de la mañana para poder comprar comida, vuelven los combates. Llegan importantes contingentes de tropas desde Valencia, Zaragoza, Pamplona y Burgos. El general Brandeis ocupa el Poblenou por la mañana y el Clot y Sant Martí por la tarde. El general santiago inicia la ocupación de las Drassanes. Es incendiada la fábrica de licores del carlista Antoni Tortras. Por la noche, nueva quema de conventos.

Embarca sin incidentes el regimiento de Saboya con destino a Melilla.


Llegan tropas de Tortosa y Valencia. Embarca sin incidentes el regimiento de Saboya con destino a Melilla. Detienen a Rafel Guerra del Río y otros radicales. Emiliano Iglesias trabaja para exculpar a sus correligionarios. La gente vuelve a circular normalmente por el centro de Barcelona, aunque los francotiradores fustigan a las fuerzas del orden. El general Brandeis ocupa Sant Andreu. Circula el primer tranvía del centro a Sarriá, y se enciende el alumbrado público en algunas zonas. Incendian las dominicas de Horta.

El general Santiago autoriza la libre circulación en Barcelona.


El general Santiago autoriza la libre circulación en Barcelona. Se regulariza el trabajo en banca, comercio, mercados… limpian la ciudad. La Guardia Civil carga contra los curiosos en el convento de las dominicas: 6 muertos. Continúan los francotiradores. Detienen a Iglesias que niega su implicación. Ocupan Horta, último bastión rebelde.