Las tropas nord-vietnamitas del general Tran Van Tra entran triunfalmente en Saigon (rebautizada póstumamente como Ciudad de Ho Chi Minh). Sólo le queda a Duong Van Minh firmar la rendición incondicional. Esto se produce el 30 de abril de 1975. Los diplomáticos estadounidenses de Saigón y los últimos soldados tienen que abandonar el país en una dramática acción de salvamento. Así acaba esta guerra de treinta años, emprendida por dos grandes potencias occidentales con el objetivo de suprimir esa pequeña república oriental, nacida en agosto de 1945 de la capitulación japonesa. Esta guerra ha costado a Vietnam unos dos millones de muertos, millones de heridos, mutilados, lisiados, huérfanos, y viudas y destrucciones inimaginables en el campo y las ciudades. París y Washington han subestimado el espíritu y la capacidad de resistencia y sufrimiento del pueblo vietnamita, esa fuerza que saca de sus raíces históricas y tradiciones nacionales. Han subestimado la tenacidad, inteligencia y unidad de dirección del partido comunista vietnamita, que ha alentado esta lucha durante decenios. Mas, sobre todo, ha supervalorado la capacidad de los pueblos francés y americano para llevar a diez mil kilómetros de sus hogares y en pleno siglo XX guerras coloniales de difícil justificación contra un pueblo pobre que sólo ha querido lograr su unidad e independencia efectivas.

El fracaso norteamericano en el Vietnam va más allá del orgullo herido y las bajas en combate. De hecho el resultado de la intervención ha modificado el mapa del Asia oriental. La retirada de los EEUU. propicia el triunfo en Laos de la revolución comunista del movimiento guerrillero Pathet Lao. Y en Camboya, los despiadados maoistas jemeres rojos de Pol Pot toman las riendas del país después de derrocar al general pro-norteamericano Lon Nol. La empresa de contención del comunismo que los EEUU. habían impulsado en la zona al principio de la década de los sesenta resulta el mayor revés de la historia de la política internacional de la Administración norteamericana. Se rompen las relaciones diplomáticas de la zona sur con El Vaticano. El norte ya las tiene rotas desde 1954.