ORTEGA en Nicaragua, pone hoy una vela a Dios y otra al diablo. Aunque mantiene la devoción por FIDEL CASTRO y una magnífica y estrecha relación con Hugo CHÁVEZ, al mismo tiempo declara sus deseos de amistad con EEUU. Y con los organismos financieros internacionales. Pese a que CASTRO y CHÁVEZ mantienen su particular cruzada contra el neoliberalismo, Ortega dice: “Vamos a seguir trabajando con el Fondo Monetario Internacional, el Banco Mundial y el Banco Interamericano de Desarrollo… Ya no hay bloqueos y se puede negociar un programa equilibrado que ayude a mantener la estabilidad macroeconómica, controlando el déficit y la inflación, y dar respuesta a los problemas sociales que tiene el país”.

Hugo CHÁVEZ con un triunfo arrollador (61,6%) en su segunda reelección (2007-2013), ha ganado con 23,5 puntos de diferencia a Manuel Rosales -gobernador del estado petrolero de Zuria-. La participación ha sido superior al 75%. Cierra así la etapa de transición de la revolución y comienza la fase de consolidación con una serie de medidas destinadas a radicalizar el proceso y a perpetuarse en el poder con reelección indefinida. Chávez puede ahora llevar adelante sus planes de socialización. Prevé convocar un referéndum que le permita reelegirse indefinidamente El presidente Hugo Chávez radicaliza su proyecto revolucionario con el fin de instaurar una sociedad basada en la fusión cívico-militar. Nada más conocerse su victoria arrolladora, anuncia desde el balcón del palacio de Miraflores que en Venezuela se inicia “una nueva era, una nueva época”, que tendrá como línea estratégica “la profundización y expansión de la revolución, el socialismo del siglo XXI y la democracia revolucionaria”.

La popularidad del presidente CHÁVEZ se afinca en subsidios, que en una sociedad con mayoría de excluidos son la palanca de Arquímedes para ganar una votación. Chávez, que utiliza sin cortapisas y ninguna fiscalización los petrodólares, ha venido desarrollando un hábil populismo táctico (con becas, creación de una red de tiendas con alimentos que se venden por debajo del costo real, subvenciones) que le ha dado excelentes réditos electorales. Con el precio del crudo por las nubes, con reservas monetarias que superan los 50.000 millones de dólares, el presidente tiene fondos más que suficientes para fomentar un generalizado asistencialismo. No importa que no se cree empleo estable, que las industrias cierren, que no se construyan viviendas, que las infraestructuras se deterioren. Ante la urna, cuenta más la seguridad de las generosas ayudas sociales. Tan acostumbrado está el venezolano de escasos recursos a la ayuda gubernamental, que prefiere no emigrar en busca de un futuro mejor. Del país se marcha la clase media, empresarios empobrecidos, profesionales… De los sectores populares son pocos los que se aventuran a viajar a España o EE. UU. a emprender una nueva vida basada en el trabajo y el sacrificio.

CHÁVEZ anuncia la creación de un partido único bajo el nombre de “Partido Socialista Unido de Venezuela”, en el que pretende agrupar a las veinticuatro organizaciones políticas que lo apoyaron en su reelección.

CHÁVEZ toma juramento al nuevo Gobierno con el que pretende profundizar la “revolución” y la instauración del “socialismo del siglo XXI” en Venezuela. Anuncia que en este nuevo mandato se nacionalizará “todo lo que ha sido privatizado”.

El canal de televisión Radio Caracas TV (RCTV) deja de emitir por la señal abierta del canal dos tras la decisión del régimen de CHÁVEZ de no renovarle la concesión, y en medio de manifestaciones de protesta. Hay 206 emisoras amenazadas de cierre definitivo.

CHÁVEZ presenta su propuesta de reforma constitucional, que incluye la modificación de 33 de los 350 artículos de la Carta Magna de 1999.

La Asamblea Nacional (AN) oficialista aprueba el proyecto de reforma de 33 artículos presentado, ampliado por los diputados a 69 artículos. Ese mismo día el CNE convoca el referendo sobre los cambios constitucionales para el 2 de diciembre.

El proyecto de reforma constitucional de Venezuela, apoyado por Hugo Chávez, en el que éste vería aumentados sus poderes, es rechazado a través de un plebiscito por el 50,7% de los votos.