China y Estados Unidos no mantienen relaciones desde el triunfo de la revolución comunista en 1949 y no saben cómo reanudarlas a pesar del interés mutuo por hacerlo. “En este pequeño planeta – ha escrito el presidente Nixon en 1967 en la revista Foreign Affairs-no hay lugar para que los mil millones de habitantes del pueblo potencialmente más capaz vivan aislados”. Su homólogo Mao Tse Tung ha intentado acercarse a la Casa Blanca a través del periodista Edgar Snow, pero este, que lleva varios años afincado en Pekín, no tiene credibilidad en Washington.Llegar hasta Mao, sin embargo, no era fácil. China y EE. UU. vivían en un aislamiento casi absoluto. El único canal abierto estaba en sus embajadas en Varsovia, pero el diálogo, retomado en 1969, era complicado. Los estadounidenses no entendían la sutil e indirecta diplomacia china y malinterpretaban las señales. No había forma de crear confianza a pesar de que Nixon había levantado parcialmente el embargo comercial, así como la prohibición de viajar a China.

A finales de marzo de 1971, las corrientes que mueven los grandes flujos de la historia coinciden en un autobús a las afueras de Nagoya (Japón) y la guerra fría ya no vuelve a ser la misma. El Mundial de ping-pong está a punto de empezar allí y el jugador estadounidense Glenn Cowan ha perdido a su equipo al acabar un entrenamiento. Sin saber cómo volver al hotel, tiene suerte de que el autobús del equipo chino aún sigue en el parking. Sube sin pensarlo y ocupa uno de los primeros asientos junto al conductor. El jugador chino Zhuang Zedong, tres veces campeón del mundo, está sentado atrás. El viaje durará quince minutos y durante los primeros diez nadie habla. “Estábamos tensos – recordará años después Zhuang-. Nos habían advertido que no habláramos con los americanos”. Zhuang busca entre el material del equipo y encuentra un pañuelo de seda verde con un dibujo de las montañas de Huangshan. Va hasta donde está Cowan, le estrecha la mano y se lo regala. Cowan busca algo que darle a cambio, pero en su bolsa sólo hay un peine. La prensa los fotografia al llegar al hotel y la imagen da la vuelta al mundo.

Glenn Cowan, californiano de 19 años, alumno del Santa Monica College, melenudo, hippy y jugador de ping-pong, en medio de la tensa situación que representa la imposible relación entre EEUU. y China, al perder su autobús el día anterior ha conocido a Zhuang Zedong, jugador chino y, al recibir su pañuelo de seda, piensa que no será buena idea responderle con un peine. Al día siguiente, le regala una camiseta con el símbolo de la paz en varios colores y el lema Let it be (déjalo estar). A Zhuang le gusta. Ha habido un nuevo apretón de manos, más fotos y una invitación inusual, idea del primer ministro chino Chu Enlai, para que los estadounidenses hagan una gira por China.

El 10 de abril de 1971, el equipo estadounidense entra en China por Hong Kong y la revista Time escribe que “probablemente, nunca antes en la historia un deporte había sido utilizado con tanta efectividad como herramienta diplomática”. Del 10 al 17 de abril, los tenistas norteamericanos y un grupo pequeño de periodistas de su país se convierten en los primeros estadounidenses que pisan esta tierra desde 1949. Los estadounidenses son muy inferiores a los chinos – no les ganan ni un partido-, pero levantan expectación y son tratados como embajadores. Cowan acapara portadas. A los chinos les divierte verlo soplar la pelota antes de servir o atarse los cordones de la zapatilla con el pie apoyado en la mesa de ping-pong.

Cuando el grupo de jugadores de ping-pong se entrevista con el primer ministro, Chu Enlai, en el Gran Palacio del Pueblo, el 14 de abril, el dirigente les dice: “Ustedes han abierto una nueva página en la historia de las relaciones entre el pueblo de Estados Unidos y el pueblo chino. Estoy convencido de que esta nueva amistad gozará del respaldo de la mayoría de los habitantes de nuestras dos naciones”. Unas horas después, el presidente estadounidense, Richard Nixon, anunciaba una serie de medidas para eliminar las prohibiciones existentes a lo largo de 20 años en el comercio entre ambos estados.
Chu Enlai sienta a su lado a Cowan, el jugador norteamericano protagonista de la “Diplomacia del ping-pong” en el banquete que ofrece al equipo estadounidense en Pekín. Quiere saber más de los hippies. Cowan le habla de hacer el amor y no la guerra, y Chu le responde con sabiduría oriental: “Ustedes, los jóvenes, han de probar cosas diferentes, pero al final deben hallar algo en común con la mayoría. No lo olvide”. Luego, se despide con un “le deseo progreso”.

Kissinger va a Pekín en julio de 1971 (del 9 al 11) y consigue una alianza de hecho con China. Ésta, que considera a la URSS como el mayor peligro, acepta negociar con EEUU. y se presenta como interlocutor válido para una paz en Indochina. Se inaugura con esta visita secreta a Pekín, la llamada “diplomacia del ping-pong”.

NIXON, presidente de EEUU. viaja a China en la fecha. MAO lo recibe en su despacho y le dice: “La cuestión pequeña es Taiwán. La grande es el mundo. De Taiwán ya hablaremos dentro de cien años”. Hablan, pues, de conceptos, establecen sus objetivos a largo plazo y entierran el mundo bipolar. En el “comunicado de Shanghai”, firmado por Kissinger y Chu Enlai, se recordará, sin embargo, que Taiwan forma parte de China. China es proclamada, por tanto, una e indivisible. Taiwan, otrora bastión adelantado de Occidente, se convierte en un problema territorial que los chinos han de resolver entre sí.

El 16 de diciembre de 1978, los gobiernos de China y de EEUU. de América, publican el Comunicado Conjunto sobre el Establecimiento de las Relaciones Diplomáticas entre la República Popular China y los Estados Unidos de América. Las partes declaran el mutuo reconocimiento de los vínculos bilaterales a partir del 1 de enero de 1979.

Glenn Cowan, el jugador de ping-pong protagonista de la “Diplomacia del ping-pong”, regresó a los Ángeles, después de su aventura en Japón y China en 1971, como una celebridad. Se creyó una estrella de rock en lugar de un jugador irregular de un deporte minoritario. Arrancó así una larga enfermedad mental que nuca superó. En 1979, cuando China y EEUU. establecieron relaciones diplomáticas, estaba olvidado. Muere, en la fecha, en un hospital psiquiátrico. Por su parte, en la fecha, Zhuang Zedong, tiene en estos momentos 64 años y vive en Pekín, donde es un símbolo del ping-pong y da conferencias sobre cómo forjarse un futuro profesional. Siempre ha lamentado no haber vuelto a ver a Cowan tras la gira que el equipo chino realizó por EEUU. en el año 1972. (en 2009 Zhuang cumplirá 69 años)