Ante la negativa del régimen talibán que gobierna Afganistán de entregar Osama bin Laden que está en ese país, considerado el terrorista más buscado por el gobierno estadounidense de George W. Bush, desde los atentados del pasado 11 de septiembre de 2001 en Estados Unidos y teniendo en cuenta que este país ha obtenido el apoyo de la ONU y de la comunidad internacional, inicia la campaña militar de EEUU. en Afganistán, consistente en un bombardeo aéreo masivo y la intervención limitada de unidades de elite. Se infiltran en el territorio con el objetivo de contactar con la denominada Alianza del Norte e incorporarse a la operación contra el gobierno Talibán. Esta guerra se denomina por el mando estadounidense como “Operación Libertad Duradera” y «Operación Herrick» por el mando británico. Los primeros ataques se dirigen contra los posibles campos de entrenamiento de Al Qaeda y los sistemas de defensa antiaérea afgano. A tener en cuenta que La Doctrina Bush de Estados Unidos declara que, como política, no se distinguirá entre organizaciones terroristas y naciones o gobiernos que les dan refugio.

En Afganistán, la Alianza del Norte tiene problemas para avanzar en el frente hacia la capital. A los quince días de la invasión requiere de EEUU. el bombardeo de las posiciones talibanes para tratar de continuar. Su armamento está compuesto de obsoleto material soviético y su capacidad de combate es suficiente para la resistencia pero incapaz para iniciar una ofensiva.

En la segunda parte de la campaña en Afganistán, los objetivos de EEUU. son los vehículos terrestres talibanes, tanto carros de combate como vehículos de transporte de tropas. Igualmente se busca a Osama bin Laden y al líder afgano, el Mullalh Omar, que fue atacado pero no alcanzado cerca de Kandahar a finales de octubre. A principios de noviembre los raids aéreos sobre el ejército talibán han hecho mella y el día 2 las fuerzas de la Alianza del Norte pueden avanzar libremente hacia Kabul.

El 9 de noviembre comienza la batalla de Mazar-e-Sharif. El 13 de noviembre de 2001, la capital Kabul de Afganistán es tomada por la Alianza del Norte sin apenas resistencia por parte de los Taliban. Este hecho marca el fin del régimen extremista y la ocupación estadounidense. No obstante, Bin Laden (el principal? pretexto para la invasión) no ha sido capturado, su paradero es desconocido y se ignora si sigue vivo todavía.

En la Conferencia de Bonn para la Reconstrucción de Afganistán es designado presidente interino el pastún Hamid KARZAI. La esperanza de que este país centroasiático, asolado por la guerra desde hace más dos décadas, se encamine por la senda de la paz es ahora más sólida que nunca. El Acuerdo de Bonn, firmado en el Palacio de Petersberg por los cuatro grupos afganos y auspiciado por la ONU, prevé la formación de un gobierno interino de 30 miembros, que asumirá sus funciones el próximo 22 de diciembre. El representante especial de la ONU para Afganistán, Lakhdar Brahimi, reconoce que el acuerdo supone «un primer paso para la construcción de un Afganistán pacífico, democrático y próspero». «Ahora empieza la tarea más difícil» -ha subrayado Brahimi- «No podéis fracasar a vuestro pueblo. Ha llegado la hora de que, los afganos demuestren que además de fieros guerreros, pueden ser los campeones de la paz».

Los bombardeos sobre Afganistan prosiguen a lo largo de estos últimos meses del año. El presidente George W. BUSH afirma hoy que Osama bin Laden, si está vivo está huyendo, y que su país permanecerá en Afganistán hasta que se haya erradicado el terrorismo y ese país cuente con un gobierno estable.

La reconstrucción de Afganistán tras los bombardeos de EEUU. contra el régimen talibán costará unos 16.768 millones de euros (15.000 millones de dólares, 2,8 billones de pesetas) durante los próximos diez años, según la estimación de Naciones Unidas, el Banco Mundial y el Banco Asiático de Desarrollo hecha pública hoy. En los dos primeros años, periodo de transición entre el Gobierno interino afgano y la creación de un nuevo Ejecutivo constitucional, -según lo acordado en la Conferencia de Bonn- el importe de la reconstrucción ascenderá a 5.589 millones de euros (5.000 millones de dólares, 930.000 millones de pesetas).

En la fecha, Kárzai resulta elegido presidente por mayoría abrumadora -para un periodo dos años- por la Loya Jirga o asamblea tribal. En una región en la que el régimen dictatorial es norma y los dirigentes suscriben un implacable autoritarismo, Hamid Karzai es seguramente el dirigente que goza de mayor legitimidad en el conjunto de los países vecinos de Afganistán. Ninguna de las cúpulas dirigentes de los países vecinos puede pretender haberse constituido de forma legítima ni poseer un gobiemo representativo mediante elecciones democráticas. Unicamente Irán -la bestia negra de Washington- tiene algo parecido a un gobierno elegido legítimamente, aunque el gobierno se halla allí paralizado por las disputas políticas entre moderados y partidarios de la línea dura.

Aunque los talibán y Al Qaeda no representan una amenaza militar para el gobierno afgano, persisten los ataques terroristas esporádicos contra las fuerzas estadounidenses en el país. Incluso el secretario de Defensa, Donald Rumsfeid, reconoce que la situación es “confusa”. Hamid Karzai, tres meses después de acceder al cargo de presidente de Afganistán, carga todavía con la tarea pendiente de aplicar la autoridad de su gobierno a lo largo y ancho del país y de hallar una fórmula política para imponerse a los señores de la guerra fuera de la capital. Karzai ha encontrado el paso cortado para proceder a ello, debido no sólo a las continuas tensiones étnicas y tribales en un país devastado por 23 años de guerra sino también a la incapacidad de la comunidad internacional para cumplir dos promesas claves que efectuó el pasado mes de diciembre en la firma del acuerdo de Bonn que dio paso a la creación del nuevo gobierno de Kabul.

La Loya Yirga (gran asamblea de tribus), aprueba la Constitución de Afganistán.