En esta época las ciudades sumerias prosperan. Una de las ciudades más importantes es Uruk. Uruk (la bíblica “Arac”), unos 120 km río arriba de Ur, era quizá la ciudad sumeria hegemónica en esta época, y reinaba en ella el legendario Gilgamesh. En Uruk se han hallado los documentos escritos más antiguos. En Kish, otra gran ciudad sumeria, reinaba por aquellos años, el primer monarca cuyo nombre conoce la historia: EMMEBARGISI.

Primeras ciudades en las zonas de Mesoamérica y de los Andes de América.

El pueblo bereber habita en el norte de África (Berbería) desde tiempo inmemorial. Las primeras referencias datan del 3000 aC. y aparecerán con frecuencia en antiguos documentos egipcios, griegos y romanos. A lo largo de los siglos, los bereberes se mezclarán con numerosos grupos étnicos, sobre todo árabes (por ello, actualmente se les distingue más por los rasgos lingüísticos que por los raciales). La lengua bereber es una rama de la familia lingüística afroasiática y comprende unos 300 dialectos estrechamente emparentados. Se trata principalmente de una lengua hablada; su forma escrita apenas se conoce y rara vez se utiliza.

Las dos regiones, Alto y Bajo Egipto, son unificadas en 2.850 aC., bajo el mando de NARMER (conocido como MENES por los griegos). Se trata del primer rey de la I Dinastía Tinita. Como “faraón” no es sólo rey sino que se le venera, además, como un dios y se le dirigen oraciones como a los demás dioses. Posee un poder ilimitado y su voluntad es ley. Unos funcionarios encabezados por el visir se ocupan de la aplicación de sus leyes. El visir es una especie de jefe de gobierno y juez supremo al mismo tiempo; es, por tanto, el hombre más poderoso de Egipto después del faraón. Época TINITA (I y II Dinastías, (2850-2649 aC). Tinis es la primera capital de la Época Tinita, durante dos dinastías, pero posteriormente se impuso el mayor peso del Delta. Sobre una gran piedra (de origen desconocido) y de la que se conserva un fragmento en Palermo y cuatro en El Cairo (la piedra de Palermo), se halló grabada la historia, año por año, de las primeras cinco dinastías: las guerras, las festividades religiosas, la fundación de las ciudades, el nivel del Nilo, etc., descrito con más o menos detalle.

Aunque la unión del Alto y Bajo Egipto probablemente es llevada a cabo por la fuerza, dará resultado, pues las Ciudades-Estado egipcias comparten una lengua y una cultura comunes. Se mezclan entre ellas con menos dificultades de las que hubiera cabido esperar, y formar una “nación”. Es la primera que ve el mundo. En parte, esa creación cuaja porque Egipto está limitado por un desierto al Oeste, por el mar Rojo al Este, por el Mediterráneo al Norte y por una selva más o menos impenetrable al Sur. Durante mucho tiempo, la única ruta a través de la cual pueden llegar los enemigos será desde Asia, por la península del Sinaí, y transcurrirán siglos antes de que aparezcan. Así que Egipto puede desarrollarse en paz, algo que otras naciones tendrán raras ocasiones de experimentar.

La población de Sumeria pudo haber alcanzado 1.250.000 personas antes de este gran desastre. Seguro que el número de muertos debió ser muy elevado, y dado que muy pocos sumerios sabían algo acerca del mundo que se extendía más allá de su país, les parecería que el mundo entero estaba cubierto por las aguas, y que la inundación era un diluvio universal. Una leyenda sumeria de ese diluvio se extendió, y acabó convirtiéndose en el primer poema épico del mundo. Está claro que de este poema épico de Gilgamesh, que debió haberse hecho popular en todo el Próximo Oriente, los hebreos tomaron más tarde su relato sobre Noé -el “Diluvio Universal”- y parte del episodio de Adán y Eva.

En torno al 2.600 aC empieza a desarrollarse en la isla de Creta, a sólo 660 km al noroeste de Egipto y directamente relacionada con las rutas marinas hacia los antiguos países del Oriente Próximo, la cultura minoica (la primera de Europa), así llamada por ser Minos el título dinástico de los soberanos (nombre derivado del legendario MINOS). En esta cultura suele situarse el origen de la historia de Grecia. Los minoicos desarrollan un sistema de agricultura intensiva basada en el trigo, las olivas y la vid. La olivas y la vid crecían con facilidad en las laderas pedregosas de las colinas y constituían mercancías muy apreciadas para el comercio a larga distancia, lo que permitía que la buena tierra de labranza se reservara para la producción de trigo. Criaban ovejas en los pastos de las montañas de Creta y su lana abastecía una industria textil que exportaba tela a Egipto. Además había una gran demanda de cerámica y objetos de metal minoicos en todo el Mediterráneo oriental.

En Ur de Sumeria se inicia la I Dinastía histórica, fundada por el rey MESANNIPADDA. Ur parece ser la principal potencia de los primeros tiempos históricos en Mesopotamia. Pero se hallaba en constante lucha con sus vecinas, sobre todo Lagash. (Se tienen noticias de dinastías anteriores al 2550 aC en Mesopotamia, por ejemplo la de Kish, pero se consideran semilegendarias). La historia de las ciudades sumerias es confusa: estaban continuamente en guerra, y es imposible hablar de un “imperio” sumerio.

Los cretenses aún no disponen de la rueda y su escritura, jeroglífica, será reemplazada por una escritura silábica unos siglos después. No hablan una lengua indoeuropea y, por tanto, no son griegos. Su fuerte es la navegación. Como primera civilización insular, Creta goza de la ventaja de que las civilizaciones fuertes de Egipto y Asia occidental no poseen el tipo de barcos que pueden amenazarla. Por esta razón, sus ciudades-Estado pueden unificarse en paz y permanecer sin murallas. Los barcos cretenses pueden comerciar con las islas del Norte, unas islas que están tan próximas unas de otras que desde los barcos nunca deja de avistarse tierra. El control del comercio en el Mediterráneo oriental hace prosperar a Creta que funda la primera talasocracia (“gobierno del mar”) en la que el poder se apoya más en la marina que en un ejército.

En el Tíbet, un rey mítico llamado Nyakhri GAMPÓ inicia una dinastía de 30 reyes que gobernarán hasta que aparezca el primer rey budista en el siglo VI dC. Esta dinastía militar se establece inicialmente en el valle de Yarlung y, gradualmente, irá expandiendo su dominio al planialto tibetano entre China, Birmania, Bhutan, La India y el Nepal próximo a las montañas del Himalaya. Para cubrir el período que nos lleva hasta 10.000 años atrás, los tibetanos recurren a la mitología y, en algunos viejos textos, se narra que los primeros moradores del Tíbet fueron un mono y una diablesa. Sus descendientes, mitad mono y mitad diablo, tras numerosísimas reencarnaciones cobraron su actual forma humana. Sus maestros, divinidades procedentes de siete reinos celestiales, les enseñaron a comprender el Universo a la vez que les enseñaron a dominar la naturaleza. Así, les enseñaron la agricultura, el dominio del fuego, el arte de la medicina, la herrería o las sutilezas del gobierno y de la política.